El «Gordi» ANTONIO GARCÍA BARBEITO Miércoles , 27-01-10 ABC SEVILLA
Yo creo que ni él mismo sabe lo grande que fue como profesional y lo grande que es como ser humano. Es tan sencillo, que se coloca uno a su lado y al rato cree que el digno de admirar es uno, de lo que te valora y de lo poco —nada— que habla de él. Como si hubiese sido un recogepelotas, y no el gigante sobre la yerba al que admiramos todos, absolutamente todos, que cuando se vestía de futbolista irradiaba tanta sencilla grandeza, que aunque no fuésemos de su equipo, éramos de él. Hablamos de un corazón que jugó al fútbol —¡y cómo!— y que sigue latiendo allí donde lo necesitan. Hablamos de un tío como una catedral grande, de un tío que tiene que agacharse para pasar bajo el arco iris. Hablamos de Rafael Gordillo Vázquez, Gordillo, El Gordi, Rafael, como quieran llamarlo. ¿Quién la ha tomado ahora con Gordillo? ¿Qué tabarros pueden picar tanto en una sangre para ponerse en contra de alguien que es tan noble, tan infinitamente buena persona, que habiendo tenido la oportunidad de nadar en dinero, prefirió las manos vacías de tanto dar, con tal de no ver a nadie necesitado a su vera? Dejen al Gordi ser el que es, el que siempre ha sido, con ese Betis por dentro y por fuera, con esas carnes —las carnes, no la camiseta— rayadas en verdiblanco, con esa bondad que va haciendo partidarios al paso, sea del equipo que sea, que Gordillo es tan grande que necesitamos para abrazarlo todas las manos de todos los aficionados y aun de quienes, sin saber una papa de fútbol, saben que pasa un señor cuando él pasa. Un respeto.
No metan a Rafael en polémicas baratas de interesadas umbrías. Pero, hombre, por favor, si Rafael es un pan bendito; si Gordillo ha sido el perenne Rey Mago de cientos de personas, si a Rafael, cuando ve una necesidad, se le va la mano al bolsillo antes que la palabra a preguntar qué pasa, si este muchacho ha sido…, si este muchacho es… Quien después de colgar las botas sigue venerado como lo es Rafael Gordillo, es porque ha sido mucho más que un futbolista de primera fila. Y él, como si con él no fuera, sin darse la más mínima importancia, sin robarle a nadie protagonismo y a veces dando el que otro necesita. Rafael escrituró a su nombre la banda izquierda de los campos de fútbol de España y, en el mundo, el carril por donde andan los hombres totales. Un respeto. Hablamos de un número uno como futbolista y como persona. Y como bético. Y eso lo jura un palangana.
Yo creo que ni él mismo sabe lo grande que fue como profesional y lo grande que es como ser humano. Es tan sencillo, que se coloca uno a su lado y al rato cree que el digno de admirar es uno, de lo que te valora y de lo poco —nada— que habla de él. Como si hubiese sido un recogepelotas, y no el gigante sobre la yerba al que admiramos todos, absolutamente todos, que cuando se vestía de futbolista irradiaba tanta sencilla grandeza, que aunque no fuésemos de su equipo, éramos de él. Hablamos de un corazón que jugó al fútbol —¡y cómo!— y que sigue latiendo allí donde lo necesitan. Hablamos de un tío como una catedral grande, de un tío que tiene que agacharse para pasar bajo el arco iris. Hablamos de Rafael Gordillo Vázquez, Gordillo, El Gordi, Rafael, como quieran llamarlo. ¿Quién la ha tomado ahora con Gordillo? ¿Qué tabarros pueden picar tanto en una sangre para ponerse en contra de alguien que es tan noble, tan infinitamente buena persona, que habiendo tenido la oportunidad de nadar en dinero, prefirió las manos vacías de tanto dar, con tal de no ver a nadie necesitado a su vera? Dejen al Gordi ser el que es, el que siempre ha sido, con ese Betis por dentro y por fuera, con esas carnes —las carnes, no la camiseta— rayadas en verdiblanco, con esa bondad que va haciendo partidarios al paso, sea del equipo que sea, que Gordillo es tan grande que necesitamos para abrazarlo todas las manos de todos los aficionados y aun de quienes, sin saber una papa de fútbol, saben que pasa un señor cuando él pasa. Un respeto.
No metan a Rafael en polémicas baratas de interesadas umbrías. Pero, hombre, por favor, si Rafael es un pan bendito; si Gordillo ha sido el perenne Rey Mago de cientos de personas, si a Rafael, cuando ve una necesidad, se le va la mano al bolsillo antes que la palabra a preguntar qué pasa, si este muchacho ha sido…, si este muchacho es… Quien después de colgar las botas sigue venerado como lo es Rafael Gordillo, es porque ha sido mucho más que un futbolista de primera fila. Y él, como si con él no fuera, sin darse la más mínima importancia, sin robarle a nadie protagonismo y a veces dando el que otro necesita. Rafael escrituró a su nombre la banda izquierda de los campos de fútbol de España y, en el mundo, el carril por donde andan los hombres totales. Un respeto. Hablamos de un número uno como futbolista y como persona. Y como bético. Y eso lo jura un palangana.
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