El empequeñecimiento que se agranda
No es posible sustraerse a la realidad ni desfigurarla por más tiempo. Probablemente, este Betis no va a ascender a Primera. Ayer lo dejó claro con el nuevo esperpento ante la sombra del Celta. Pero hay algo peor: la descapitalización o empequeñecimiento inexorable de todo lo que se relaciona con la entidad.
Ya puede ir buscando Lopera buenos asesores de imagen que no sean su diácono preferido o la guardia pretoriana de fieles que aún le rodea. Con partidos atrasados o sin ellos, el Betis, este Betis, no tiene pinta de ascender a Primera; no bajo el actual estado de cosas. El equipo se ve más y más bloqueado en Heliópolis, sintiendo una presión que le estrangula a cada día que pasa. Es como un volcán que se va cargando o retroalimentando constantemente. La fractura o polvorín social en donde habita la sociedad anónima deportiva verdiblanca parece haberse unido al desgobierno en un abrazo mortal que rodea las intenciones del equipo para el que, posiblemente, jugar en casa empieza a ser un calvario. Malcolm Lowry escribió ‘Bajo el volcán’. Quizá podía haber mejorado su más célebre novela de haber asistido a los acontecimientos que ahora vive el Betis.
Una vez, Quevedo le dijo a Felipe IV, que quería hacerse llamar ‘Felipe El Grande’: “Su Majestad es como los hoyos: es más grande mientras más tierra le van sacando”. Algo así va pasando también en el Betis, sumido en un empequeñecimiento en apariencia inexorable. Un empequeñecimiento que se agranda día a día, y no sólo en los terrenos de juego: este es otro de los problemas de jugar en la Liga Adelante, en Segunda. Pero no es sólo un problema que sea consecuencia de jugar en Segunda: lo es también por esconder la cabeza bajo el ala como el avestruz; por huir de la realidad, en suma.
Con la noche que se vivió ayer en Heliópolis, con una crisis social permanente, cuando se constata el terrible abismo entre el club y sus glorias (el ex presidente Núñez Naranjo renuncia a ser el socio número dos, casi ningún campeón copero de 1977 tiene relación con la entidad, ni se espera, etc…), Lopera y su entorno parecen vivir acorazados en una burbuja o ectoplasma, como en un blindaje permanente ante una situación que se corrompe por días. Es el empequeñecimiento, que se agranda o extiende como un cáncer.
Alejandro Delmás
No es posible sustraerse a la realidad ni desfigurarla por más tiempo. Probablemente, este Betis no va a ascender a Primera. Ayer lo dejó claro con el nuevo esperpento ante la sombra del Celta. Pero hay algo peor: la descapitalización o empequeñecimiento inexorable de todo lo que se relaciona con la entidad.
Ya puede ir buscando Lopera buenos asesores de imagen que no sean su diácono preferido o la guardia pretoriana de fieles que aún le rodea. Con partidos atrasados o sin ellos, el Betis, este Betis, no tiene pinta de ascender a Primera; no bajo el actual estado de cosas. El equipo se ve más y más bloqueado en Heliópolis, sintiendo una presión que le estrangula a cada día que pasa. Es como un volcán que se va cargando o retroalimentando constantemente. La fractura o polvorín social en donde habita la sociedad anónima deportiva verdiblanca parece haberse unido al desgobierno en un abrazo mortal que rodea las intenciones del equipo para el que, posiblemente, jugar en casa empieza a ser un calvario. Malcolm Lowry escribió ‘Bajo el volcán’. Quizá podía haber mejorado su más célebre novela de haber asistido a los acontecimientos que ahora vive el Betis.
Una vez, Quevedo le dijo a Felipe IV, que quería hacerse llamar ‘Felipe El Grande’: “Su Majestad es como los hoyos: es más grande mientras más tierra le van sacando”. Algo así va pasando también en el Betis, sumido en un empequeñecimiento en apariencia inexorable. Un empequeñecimiento que se agranda día a día, y no sólo en los terrenos de juego: este es otro de los problemas de jugar en la Liga Adelante, en Segunda. Pero no es sólo un problema que sea consecuencia de jugar en Segunda: lo es también por esconder la cabeza bajo el ala como el avestruz; por huir de la realidad, en suma.
Con la noche que se vivió ayer en Heliópolis, con una crisis social permanente, cuando se constata el terrible abismo entre el club y sus glorias (el ex presidente Núñez Naranjo renuncia a ser el socio número dos, casi ningún campeón copero de 1977 tiene relación con la entidad, ni se espera, etc…), Lopera y su entorno parecen vivir acorazados en una burbuja o ectoplasma, como en un blindaje permanente ante una situación que se corrompe por días. Es el empequeñecimiento, que se agranda o extiende como un cáncer.
Alejandro Delmás
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