Es orondo, rosado y viperino
mofletudo, lampiño y babeante
voz lasciva de eunuco jadeante
que se ofrece, servil, a su padrino.
Talibán de las ondas lo proclaman
y a fé mía que merece tal apodo
quien al pueblo solivianta sin decoro
si su ferviente prosa desparrama
Sin pudor ni sonrojo a todos miente
Por mantener su puesto en la trinchera
Y cual loba que defiende su lobera
A quien pase por allí le hinca el diente.
Reconozco que su verbo me encandila
Me hipnotiza, me subyuga y me enfurece
Y hasta en sueños de noche me aparece
Cabalgando con la furia de un Atila.
Ten cuidado gordinflón con lo que dices
A través de esas ondas pestilentes
Puede ser que se vuelvan de repente
Contra ti, tus palabras infelices.
Ni siquiera el cacique que te ampara
Te podrá defender de mis amigos,
Es lo bueno de los años, los bendigo,
Que si sembraste el bien te dan la cara.
Cuídate de bogar por esos mares
Pues no aguantará tu barco la tormenta
Cierra el pico, gorrión, échame cuenta,
Quien siembra vientos recoge tempestades.
mofletudo, lampiño y babeante
voz lasciva de eunuco jadeante
que se ofrece, servil, a su padrino.
Talibán de las ondas lo proclaman
y a fé mía que merece tal apodo
quien al pueblo solivianta sin decoro
si su ferviente prosa desparrama
Sin pudor ni sonrojo a todos miente
Por mantener su puesto en la trinchera
Y cual loba que defiende su lobera
A quien pase por allí le hinca el diente.
Reconozco que su verbo me encandila
Me hipnotiza, me subyuga y me enfurece
Y hasta en sueños de noche me aparece
Cabalgando con la furia de un Atila.
Ten cuidado gordinflón con lo que dices
A través de esas ondas pestilentes
Puede ser que se vuelvan de repente
Contra ti, tus palabras infelices.
Ni siquiera el cacique que te ampara
Te podrá defender de mis amigos,
Es lo bueno de los años, los bendigo,
Que si sembraste el bien te dan la cara.
Cuídate de bogar por esos mares
Pues no aguantará tu barco la tormenta
Cierra el pico, gorrión, échame cuenta,
Quien siembra vientos recoge tempestades.
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