FRANCISCO PÉREZ
Actualizado Martes, 01-09-09 a las 07:08
El Betis ya tiene a su Kunta Kinte de guardarropía, un esclavo con gruesas cadenas de oro, coches de altísima gama y una ficha anual de millón y pico de euros limpios que da para algo más que para un menú de mazorcas de maíz y licor de caña de azúcar. Achille Emana le ha dicho a Mateo González, el sabueso periodístico de ABC que salió a buscarlo, que se siente como aquel personaje de ficción de la serie «Raíces» con el que lloramos todos a finales de los setenta. A nuestro prota de cuando bebíamos agua le cortaron el pie. A éste le harán la pedicura.
Resulta comprensible que a un futbolista de elite no le guste jugar en Segunda división. Al club, tampoco, y eso que es al sitio que le llevaron sus trabajadores, pagados millonariamente aunque hicieran mal su trabajo. Si para el profesional, o lo que sea, jugar en una división inferior es un trauma, para la entidad es una ruina, agravada por el hecho de que mientras aquél no verá mermados sus ingresos el club los verá rebajados en un cincuenta por ciento. ¿Quién esclaviza a quién?
Me supongo que, al final, el chantaje que le está haciendo Emana al Betis —no a Lopera, ¡ojo!, sino al Betis, a los treinta mil socios que sacaron su abono esta temporada— tendrá el premio del traspaso del futbolista, porque no vas a mantener a un tipo haciéndote la puñeta desde las entrañas. Pero en realidad lo que procedía era coserlo a multas mientras estuviera ausente, doblarle el trabajo cuando se presentara y ponerle los domingos al sol de la grada. Veremos cuál es el siguiente movimiento de este «esclavo» que desdeña escapar por los pantanos y prefiere revolucionar el velocímetro de su Mercedes McLaren —medio millón de euros en la factura— por las autopistas. Lo que son los tiempos: si Kunta Kinte llega a tener una mula, cualquiera lo coge
Actualizado Martes, 01-09-09 a las 07:08
El Betis ya tiene a su Kunta Kinte de guardarropía, un esclavo con gruesas cadenas de oro, coches de altísima gama y una ficha anual de millón y pico de euros limpios que da para algo más que para un menú de mazorcas de maíz y licor de caña de azúcar. Achille Emana le ha dicho a Mateo González, el sabueso periodístico de ABC que salió a buscarlo, que se siente como aquel personaje de ficción de la serie «Raíces» con el que lloramos todos a finales de los setenta. A nuestro prota de cuando bebíamos agua le cortaron el pie. A éste le harán la pedicura.
Resulta comprensible que a un futbolista de elite no le guste jugar en Segunda división. Al club, tampoco, y eso que es al sitio que le llevaron sus trabajadores, pagados millonariamente aunque hicieran mal su trabajo. Si para el profesional, o lo que sea, jugar en una división inferior es un trauma, para la entidad es una ruina, agravada por el hecho de que mientras aquél no verá mermados sus ingresos el club los verá rebajados en un cincuenta por ciento. ¿Quién esclaviza a quién?
Me supongo que, al final, el chantaje que le está haciendo Emana al Betis —no a Lopera, ¡ojo!, sino al Betis, a los treinta mil socios que sacaron su abono esta temporada— tendrá el premio del traspaso del futbolista, porque no vas a mantener a un tipo haciéndote la puñeta desde las entrañas. Pero en realidad lo que procedía era coserlo a multas mientras estuviera ausente, doblarle el trabajo cuando se presentara y ponerle los domingos al sol de la grada. Veremos cuál es el siguiente movimiento de este «esclavo» que desdeña escapar por los pantanos y prefiere revolucionar el velocímetro de su Mercedes McLaren —medio millón de euros en la factura— por las autopistas. Lo que son los tiempos: si Kunta Kinte llega a tener una mula, cualquiera lo coge
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