FÚTBOL | Resaca del 15-J
Betis, ¿y ahora qué?
Antonio Félix | Sevilla
Actualizado jueves 18/06/2009 09:57 horas
Al beticismo le sorprendió ayer el vacío que sigue al éxito, la resaca que inevitablemente queda tras las grandes satisfacciones. Después de una de las más emocionantes expresiones de orgullo que se recuerdan, muchos aficionados se preguntaron, ¿Y ahora qué? Alcanzaron un hito y esperaban una consecuencia a la altura. Lo que se encontraron, sin embargo, fue el enroque de Lopera en sus posiciones. Da igual. Sólo desde la impaciencia se puede considerar baldía la increíble manifestación del beticismo, que perseguirá a Lopera durante el resto de sus días. Si algo complica, precisamente, la interpretación de sus efectos es la tremenda dimensión que alcanzó la revuelta. Su trascendencia en el futuro del Betis será enorme.
1. La posición de Lopera, absolutamente acorralado
El primer efecto de que 70.000 béticos gritaran en la calle ‘Lopera vete ya’ es perogrullesco: el máximo accionista del club está solo y completamente abandonado por la que consideraba su afición.
Solamente esto decidiría a cualquier persona en su sano juicio a abandonar. La primera reacción de Lopera fue la contraria. Opuso su osadía a la de 70.000 para decir que todo seguiría igual. Todas las caretas han caído. Lopera ya ni siquiera necesita disimular su intento por estafar a los béticos. Hasta cierto punto, resultaba lícito que el empresario intentara colarle sus acciones (que él compró por 4 millones) a rufianes como los de Bsport o a jeques árabes por 60, 90 o 500 millones de euros. Pero intentar hacer lo mismo con el beticismo resulta indigno, por decirlo de la manera más suave.
2. El único camino: un Betis de todos los béticos
Queda claro que el único camino para un Betis de futuro es la democratización, el reparto masivo de los títulos entre los aficionados, la devolución del Betis a los béticos. Eso proclamaron los 70.000 manifestantes. Falta ahora articular la forma para que eso suceda. Los grupos opositores están en ello.
La primera fórmula que ha salido a la luz es la de la creación de una Fundación del Betis. Resulta más que interesante. La Fundación, que agruparía a la mayor parte de la ahora creciente oposición, vehicularía la compra de las acciones de Lopera. Después, durante 10 años estos títulos se pondrían a disposición del beticismo al mismo coste de la compra, con un límite por persona.
La Fundación se quedaría con un porcentaje, al menos un 10 por ciento. Entre sus misiones: velar por el patrimonio del Betis. Tendría la propiedad del estadio, que cedería al club. Se evitaría, así, que los rectores de turno especularan con el campo de todos los béticos. Hay que recordar que, a efectos administrativos, hoy el antiguo Benito Villamarín está dividido en cuatro parcelas con las que Lopera ha avalado diferentes deudas.
Como decimos, resulta pertinente desarrollar esta fórmula. Tras las reuniones ayer de varios grupos, esta noche se espera una multilateral en la que se cruzarán ideas y se intentará encauzar la nueva estrategia de acoso y derribo a Lopera. No será el único peligro a vigilarse: es hora de desconfiar de los encantadores de serpientes que han surgido al calor del nuevo escenario.
3. El nuevo peligro: la aparición de más ‘salvadores’
Hubo otro punto que dejaron especialmente claro los 70.000 béticos que se echaron a la calle: están hartos de salvadores. En este sentido, hay que permanecer atentos. Hasta ahora, los grupos opositores clásicos, Béticos por el Villamarín, Por Nuestro Betis y la Liga de Juristas, han sido los únicos que han expuesto claramente sus intenciones: comprar acciones para ponerlas de inmediato a disposición del beticismo. El resto haría bien en aclarar pronto su criterio.
Alentados por el ansia de la afición de encontrar un líder para el cambio, no han tardado en emerger candidatos con aura mesiánica. Algunos, como el ex concejal y ex directivo bético Blas Ballesteros sólo mueven a la compasión. El tiempo de estos fulanos, al igual del de quienes ejercieron como arietes del despotismo de Lopera (Manuel Castaño, Ángel Martín...) debería haber acabado.
También político y también en retirada es Emilio Carrillo. A diferencia de los demás, tiene mejor prensa, por talante y porque juega la baza de Serra Ferrer. Pero incluso menos dinero. En aras de su credibilidad debería aclarar pronto quiénes son los empresarios que le respaldan (ha prometido que lo hará) y si pretenden poner los títulos a disposición de los béticos (sobre lo que sigue guardando un sospechoso silencio).
4. ¿Qué posibilidades reales hay de que Lopera acepte?
Hoy, pocas. Mañana, muchas. Y pasado, todavía más. La manifestación de los 70.000 béticos perseguirá a Lopera de por vida. También sus consecuencias. Los poderes políticos y deportivos se dan por enterados. Desde ya, las cuentas del Betis se estudiarán al dedillo. Y, sin el colchón de los ingresos televisivos, el club queda en una posición muy cercana (si no ya) a la quiebra técnica. Eso motivaría la intervención judicial, con la consecuente auditoría. Un precedente a tener en cuenta es el Mallorca.
Atentos: En febrero de 2009, se rompió a última hora la venta del 90 por ciento del Mallorca a la empersa uzbeka Zemorax por 60 millones de euros. Hace un mes, tras la intervención judicial, el empresario Mateo Alemany compró ese paquete por 1,5. Recuerden que Lopera sólo vende el 51% del Betis. Eso debería preocuparle.
Igual que el acoso de la Justicia. Se espera que pronto la juez Alaya califique sus delitos. Las previsiones son demoledoras para Lopera. Un futuro arruinado y entre barrotes no es de ningún modo descartable. Así que, a poco que reflexione, entenderá que la única vía que le queda es el pactismo: sobre el precio de sus acciones y sobre la querella por el delito societario. Y que vaya en paz.
Betis, ¿y ahora qué?
Antonio Félix | Sevilla
Actualizado jueves 18/06/2009 09:57 horas
Al beticismo le sorprendió ayer el vacío que sigue al éxito, la resaca que inevitablemente queda tras las grandes satisfacciones. Después de una de las más emocionantes expresiones de orgullo que se recuerdan, muchos aficionados se preguntaron, ¿Y ahora qué? Alcanzaron un hito y esperaban una consecuencia a la altura. Lo que se encontraron, sin embargo, fue el enroque de Lopera en sus posiciones. Da igual. Sólo desde la impaciencia se puede considerar baldía la increíble manifestación del beticismo, que perseguirá a Lopera durante el resto de sus días. Si algo complica, precisamente, la interpretación de sus efectos es la tremenda dimensión que alcanzó la revuelta. Su trascendencia en el futuro del Betis será enorme.
1. La posición de Lopera, absolutamente acorralado
El primer efecto de que 70.000 béticos gritaran en la calle ‘Lopera vete ya’ es perogrullesco: el máximo accionista del club está solo y completamente abandonado por la que consideraba su afición.
Solamente esto decidiría a cualquier persona en su sano juicio a abandonar. La primera reacción de Lopera fue la contraria. Opuso su osadía a la de 70.000 para decir que todo seguiría igual. Todas las caretas han caído. Lopera ya ni siquiera necesita disimular su intento por estafar a los béticos. Hasta cierto punto, resultaba lícito que el empresario intentara colarle sus acciones (que él compró por 4 millones) a rufianes como los de Bsport o a jeques árabes por 60, 90 o 500 millones de euros. Pero intentar hacer lo mismo con el beticismo resulta indigno, por decirlo de la manera más suave.
2. El único camino: un Betis de todos los béticos
Queda claro que el único camino para un Betis de futuro es la democratización, el reparto masivo de los títulos entre los aficionados, la devolución del Betis a los béticos. Eso proclamaron los 70.000 manifestantes. Falta ahora articular la forma para que eso suceda. Los grupos opositores están en ello.
La primera fórmula que ha salido a la luz es la de la creación de una Fundación del Betis. Resulta más que interesante. La Fundación, que agruparía a la mayor parte de la ahora creciente oposición, vehicularía la compra de las acciones de Lopera. Después, durante 10 años estos títulos se pondrían a disposición del beticismo al mismo coste de la compra, con un límite por persona.
La Fundación se quedaría con un porcentaje, al menos un 10 por ciento. Entre sus misiones: velar por el patrimonio del Betis. Tendría la propiedad del estadio, que cedería al club. Se evitaría, así, que los rectores de turno especularan con el campo de todos los béticos. Hay que recordar que, a efectos administrativos, hoy el antiguo Benito Villamarín está dividido en cuatro parcelas con las que Lopera ha avalado diferentes deudas.
Como decimos, resulta pertinente desarrollar esta fórmula. Tras las reuniones ayer de varios grupos, esta noche se espera una multilateral en la que se cruzarán ideas y se intentará encauzar la nueva estrategia de acoso y derribo a Lopera. No será el único peligro a vigilarse: es hora de desconfiar de los encantadores de serpientes que han surgido al calor del nuevo escenario.
3. El nuevo peligro: la aparición de más ‘salvadores’
Hubo otro punto que dejaron especialmente claro los 70.000 béticos que se echaron a la calle: están hartos de salvadores. En este sentido, hay que permanecer atentos. Hasta ahora, los grupos opositores clásicos, Béticos por el Villamarín, Por Nuestro Betis y la Liga de Juristas, han sido los únicos que han expuesto claramente sus intenciones: comprar acciones para ponerlas de inmediato a disposición del beticismo. El resto haría bien en aclarar pronto su criterio.
Alentados por el ansia de la afición de encontrar un líder para el cambio, no han tardado en emerger candidatos con aura mesiánica. Algunos, como el ex concejal y ex directivo bético Blas Ballesteros sólo mueven a la compasión. El tiempo de estos fulanos, al igual del de quienes ejercieron como arietes del despotismo de Lopera (Manuel Castaño, Ángel Martín...) debería haber acabado.
También político y también en retirada es Emilio Carrillo. A diferencia de los demás, tiene mejor prensa, por talante y porque juega la baza de Serra Ferrer. Pero incluso menos dinero. En aras de su credibilidad debería aclarar pronto quiénes son los empresarios que le respaldan (ha prometido que lo hará) y si pretenden poner los títulos a disposición de los béticos (sobre lo que sigue guardando un sospechoso silencio).
4. ¿Qué posibilidades reales hay de que Lopera acepte?
Hoy, pocas. Mañana, muchas. Y pasado, todavía más. La manifestación de los 70.000 béticos perseguirá a Lopera de por vida. También sus consecuencias. Los poderes políticos y deportivos se dan por enterados. Desde ya, las cuentas del Betis se estudiarán al dedillo. Y, sin el colchón de los ingresos televisivos, el club queda en una posición muy cercana (si no ya) a la quiebra técnica. Eso motivaría la intervención judicial, con la consecuente auditoría. Un precedente a tener en cuenta es el Mallorca.
Atentos: En febrero de 2009, se rompió a última hora la venta del 90 por ciento del Mallorca a la empersa uzbeka Zemorax por 60 millones de euros. Hace un mes, tras la intervención judicial, el empresario Mateo Alemany compró ese paquete por 1,5. Recuerden que Lopera sólo vende el 51% del Betis. Eso debería preocuparle.
Igual que el acoso de la Justicia. Se espera que pronto la juez Alaya califique sus delitos. Las previsiones son demoledoras para Lopera. Un futuro arruinado y entre barrotes no es de ningún modo descartable. Así que, a poco que reflexione, entenderá que la única vía que le queda es el pactismo: sobre el precio de sus acciones y sobre la querella por el delito societario. Y que vaya en paz.
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