http://www.alfinaldelapalmera.com/content/view/5961/48/
Escrito por Gerardo Torres
Eran miles de personas. Eran socios y simpatizantes, y accionistas, y glorias vivas de la historia bética que tienen las rayas verdiblancas grabadas a fuego en el pecho. Eran de Sevilla, de Andalucía, del resto de España y de más allá, como esos dos a los que se encontró Risto Vidakovic y que habían venido desde las tierras alemanas de Nuremberg. Eran mayores, de los que vivieron la travesía del desierto por la Tercera división, y eran jóvenes, los que hace cuatro años también abarrotaron la Plaza Nueva para festejar la Copa del Rey. Eran los mismos que hace dos semanas lloraban a lágrima viva, sin importarles el ojo de la televisión, cuando el equipo besaba la lona y se iba a la Segunda división. Eran béticos. Todos ellos. Capitaneados por Rafa Gordillo, con un tres así de grande cubriéndole como siempre la espalda. ¿Quién puede decirse bético y enfrentarse al Vendaval?
Y fue un acto enorme y hermoso que, seguro, te encogió el alma allá donde estés. Tú que te pasaste la vida contándole Sevilla a Sevilla harías de nuevo poesía del Periodismo desde este rincón para explicar que algo se movió desde las entrañas de Heliópolis. Ay cómo me gustaría que fuera tu pluma la que cantara las verdades del barquero hoy, Manolo Ramírez Fernández de Córdoba. Las verdades dolorosas de tu Betis, que ayer, por fin, ya dijo basta. Muy grande, ¿verdad, Manolo?
Escrito por Gerardo Torres
Eran miles de personas. Eran socios y simpatizantes, y accionistas, y glorias vivas de la historia bética que tienen las rayas verdiblancas grabadas a fuego en el pecho. Eran de Sevilla, de Andalucía, del resto de España y de más allá, como esos dos a los que se encontró Risto Vidakovic y que habían venido desde las tierras alemanas de Nuremberg. Eran mayores, de los que vivieron la travesía del desierto por la Tercera división, y eran jóvenes, los que hace cuatro años también abarrotaron la Plaza Nueva para festejar la Copa del Rey. Eran los mismos que hace dos semanas lloraban a lágrima viva, sin importarles el ojo de la televisión, cuando el equipo besaba la lona y se iba a la Segunda división. Eran béticos. Todos ellos. Capitaneados por Rafa Gordillo, con un tres así de grande cubriéndole como siempre la espalda. ¿Quién puede decirse bético y enfrentarse al Vendaval?
Y fue un acto enorme y hermoso que, seguro, te encogió el alma allá donde estés. Tú que te pasaste la vida contándole Sevilla a Sevilla harías de nuevo poesía del Periodismo desde este rincón para explicar que algo se movió desde las entrañas de Heliópolis. Ay cómo me gustaría que fuera tu pluma la que cantara las verdades del barquero hoy, Manolo Ramírez Fernández de Córdoba. Las verdades dolorosas de tu Betis, que ayer, por fin, ya dijo basta. Muy grande, ¿verdad, Manolo?
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