No busquen soluciones, recen
5 de mayo de 2009 a las 11:04
Que nadie pretenda hallar una solución a los males que asuelan al Betis. Que la afición deje de señalar a los futbolistas como los principales culpables de la alarmante cuesta abajo de un equipo que hace cuatro años, porque alguna vez suena la flauta, fue campeón. Con semejante estructura de club a sus espaldas el título de Copa del Rey logrado por el Betis en 2005 fue un milagro.
Y así vivirá ya mientras no haya un cambio radical en su timón de mando. Zozobrará por la zona media-baja, baja en los últimos años, y quizá algún curso vuelva a sonar la flauta. Pero nada más. Aunque lo más probable es que antes lo visite un nuevo descenso. Pero que nadie espere una entidad estructurada, una planificación coherente, un compromiso con el escudo, una seguridad de que el camino es el correcto más allá de la coyuntura de los resultados… Que nadie sueñe con un Betis grande pese a su legión de prosélitos.
Eso es imposible, con Edu y Oliveira o con Pavone, con Chaparro o con Nogués… Los males del Betis no saltan al césped los domingos, o quizá habría que decir que saltan disfrazados de futbolistas. Porque éstos sólo son niños malcriados, pero mínimamente culpables de que el equipo, un año más, ande zozobrante en el cierre del campeonato. Los responsables son los que no saben educarlos, los que manejan el club como un cortijo, los que dilapidan millones en futbolistas mediocres, los que firman entrenadores de vuelta o incapacitados y, sobre todo, los que permiten que todos éstos sean peores de lo que realmente son sólo porque se depriman nada más entrar por las puertas de ese club llamado Betis tan desmañadamente dirigido y otrora admirado.
Ahora, el equipo se salvará o no, pero no hay futuro. El próximo episodio será igual o parecido. El club firmará a tres o cuatro jugadores libres y, muy entrado agosto, llegará uno que ilusione a la afición y que parezca un regalo del que manda más que una necesidad. El Betis, dirán, tiene lo que quiere su entrenador, el estadio seguirá sin acabarse, al igual que la ciudad deportiva (¿la de Benacazón?), surgirán rumores de venta del paquete mayoritario y nuevos episodios que avergüecen al beticismo… Mientras, los juzgados trabajarán lentamente en busca de ese rayo de luz que ansía el beticismo. Recen, béticos.
Javier Mérida
5 de mayo de 2009 a las 11:04
Que nadie pretenda hallar una solución a los males que asuelan al Betis. Que la afición deje de señalar a los futbolistas como los principales culpables de la alarmante cuesta abajo de un equipo que hace cuatro años, porque alguna vez suena la flauta, fue campeón. Con semejante estructura de club a sus espaldas el título de Copa del Rey logrado por el Betis en 2005 fue un milagro.
Y así vivirá ya mientras no haya un cambio radical en su timón de mando. Zozobrará por la zona media-baja, baja en los últimos años, y quizá algún curso vuelva a sonar la flauta. Pero nada más. Aunque lo más probable es que antes lo visite un nuevo descenso. Pero que nadie espere una entidad estructurada, una planificación coherente, un compromiso con el escudo, una seguridad de que el camino es el correcto más allá de la coyuntura de los resultados… Que nadie sueñe con un Betis grande pese a su legión de prosélitos.
Eso es imposible, con Edu y Oliveira o con Pavone, con Chaparro o con Nogués… Los males del Betis no saltan al césped los domingos, o quizá habría que decir que saltan disfrazados de futbolistas. Porque éstos sólo son niños malcriados, pero mínimamente culpables de que el equipo, un año más, ande zozobrante en el cierre del campeonato. Los responsables son los que no saben educarlos, los que manejan el club como un cortijo, los que dilapidan millones en futbolistas mediocres, los que firman entrenadores de vuelta o incapacitados y, sobre todo, los que permiten que todos éstos sean peores de lo que realmente son sólo porque se depriman nada más entrar por las puertas de ese club llamado Betis tan desmañadamente dirigido y otrora admirado.
Ahora, el equipo se salvará o no, pero no hay futuro. El próximo episodio será igual o parecido. El club firmará a tres o cuatro jugadores libres y, muy entrado agosto, llegará uno que ilusione a la afición y que parezca un regalo del que manda más que una necesidad. El Betis, dirán, tiene lo que quiere su entrenador, el estadio seguirá sin acabarse, al igual que la ciudad deportiva (¿la de Benacazón?), surgirán rumores de venta del paquete mayoritario y nuevos episodios que avergüecen al beticismo… Mientras, los juzgados trabajarán lentamente en busca de ese rayo de luz que ansía el beticismo. Recen, béticos.
Javier Mérida
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