08/02/2009 11:00
La Columna de Ivar Matusevich: El Betis y su par
El Betis demostró, una vez más en silencio y con humildad, que en la cancha se ven los hombres y que mientras Manolo Jiménez replegaba sus efectivos, desde los cambios a la expulsión, los verdiblancos daban un paso adelante en busca de una gran victoria. Con un par de bemoles.
Por Ivar Matusevich.
Es verdad que la expulsión de Aldo Pedro Duscher fue decisiva, pero el partido lo perdió Manolo Jiménez con los cambios de Diego Capel y Lautaro Acosta. Cansados o tocados, los cambios evidenciaron el miedo que trasmite Jiménez a sus jugadores y al entorno.
Y este cagómetro sevillista disparado lo leyó bien el equipo de Chaparro, con un Arzu tirando caños y sombreritos en la medular, con un Melli asistente, con un Segio García demoledor y con un Ricardo Oliveira orgásmico.
El Betis y el beticismo se merecían una victoria así, como el Sevilla y el sevillismo de grandezas y proezas nunca vistas -porque no existen- también se merecían este baño de humildad.
Volvió a vencer el orgullo del trabajo por sobre la prepotencia de equipo poderoso, tal y como repitió Del Nido el viernes y sus aires de megalomanía insoportable. Tal y como le recordó el escudo verdiblanco y esos 850 seguidores que parecían un millón.
El Betis, a pesar de ser colchonero, me llena de orgullo, me da esperanzas y me colma el espíritu. No me pongo esta mañana una camiseta de Oliveira porque no la tengo. Su gente es maravillosa y es un club querido en toda España, por algo será.
No quería, hoy, más que felicitar al beticismo y recordarle a más de uno que pregonar es carecer, y de lo que no careció el Betis fue de ese par que otros decían tener y brillaron por su ausencia, como el Pizjuán vacío 15 minutos antes del pitido final. ¡Viva el Betis, manque pierda!
Fuente:www.goal.com
La Columna de Ivar Matusevich: El Betis y su par
El Betis demostró, una vez más en silencio y con humildad, que en la cancha se ven los hombres y que mientras Manolo Jiménez replegaba sus efectivos, desde los cambios a la expulsión, los verdiblancos daban un paso adelante en busca de una gran victoria. Con un par de bemoles.
Por Ivar Matusevich.
Es verdad que la expulsión de Aldo Pedro Duscher fue decisiva, pero el partido lo perdió Manolo Jiménez con los cambios de Diego Capel y Lautaro Acosta. Cansados o tocados, los cambios evidenciaron el miedo que trasmite Jiménez a sus jugadores y al entorno.
Y este cagómetro sevillista disparado lo leyó bien el equipo de Chaparro, con un Arzu tirando caños y sombreritos en la medular, con un Melli asistente, con un Segio García demoledor y con un Ricardo Oliveira orgásmico.
El Betis y el beticismo se merecían una victoria así, como el Sevilla y el sevillismo de grandezas y proezas nunca vistas -porque no existen- también se merecían este baño de humildad.
Volvió a vencer el orgullo del trabajo por sobre la prepotencia de equipo poderoso, tal y como repitió Del Nido el viernes y sus aires de megalomanía insoportable. Tal y como le recordó el escudo verdiblanco y esos 850 seguidores que parecían un millón.
El Betis, a pesar de ser colchonero, me llena de orgullo, me da esperanzas y me colma el espíritu. No me pongo esta mañana una camiseta de Oliveira porque no la tengo. Su gente es maravillosa y es un club querido en toda España, por algo será.
No quería, hoy, más que felicitar al beticismo y recordarle a más de uno que pregonar es carecer, y de lo que no careció el Betis fue de ese par que otros decían tener y brillaron por su ausencia, como el Pizjuán vacío 15 minutos antes del pitido final. ¡Viva el Betis, manque pierda!
Fuente:www.goal.com
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