http://www.eldesmarque.es/content/view/16203/76/
martes, 18 de noviembre de 2008
Por Andrés Ocaña
Un amigo mío, muy buen amigo, es de la opinión de que hay muy pocos béticos a los que verdaderamente les duele este invento que ya tiene más de 100 años. Asegura que la afición del Betis es indolente, que está acomodada, que pasa de todo mientras que la pelota entre en la portería contraria y que es capaz de tragar con lo que haga falta con tal de pasar dos horitas entretenidas. Dice que la hinchada de las trece barras se dedica a exigir que los demás clamemos justicia, a costa incluso de jugarnos nuestro puesto de trabajo, mientras que ella aguarda impasible a que no ocurra nada sin mover un dedo. Él dice que no merece la pena seguir denunciando los atropellos a los que los dirigentes verdiblancos someten a sus aficionados, porque a éstos ni les va ni les viene. Porque a los béticos, señala mi amigo, sólo les importa el club de sus amores de cinco a siete de la tarde, nada más. La injusticia, el oscurantismo, la imagen que la entidad exporta al exterior, la situación institucional, los vetos, las ofensas reiteradas, los bustos en los palcos, las elecciones inexistentes, que los jugadores se paguen sus operaciones, la desinformación en torno a la venta del club y todo lo demás no tiene importancia cuando el Betis gana. Cuando el equipo gana se hace la ola y se olvida el resto. Cuando pierde, se vuelve a reclamar a la prensa que se denuncien todas estas situaciones, pero siempre manteniéndose al margen. Por eso, mi amigo me pide que no nos metamos en berenjenales, que no merece la pena. Que sólo nos llevamos disgustos y que le gente no lo agradece porque, simplemente, le importa un pito todo lo que ocurra fuera del terreno de juego. Yo le digo que no quiero pensar eso. Que quiero creer que la afición del Betis está viva y alerta a todo lo que pasa, y que valora el esfuerzo de los que sacan a la luz la realidad de lo ocurre, pero a veces dudo si es así. Igual deberíamos dedicarnos a contar cómo juega el Betis (muy bien, por cierto) y olvidarnos de todo lo demás. Será eso.
martes, 18 de noviembre de 2008
Por Andrés Ocaña
Un amigo mío, muy buen amigo, es de la opinión de que hay muy pocos béticos a los que verdaderamente les duele este invento que ya tiene más de 100 años. Asegura que la afición del Betis es indolente, que está acomodada, que pasa de todo mientras que la pelota entre en la portería contraria y que es capaz de tragar con lo que haga falta con tal de pasar dos horitas entretenidas. Dice que la hinchada de las trece barras se dedica a exigir que los demás clamemos justicia, a costa incluso de jugarnos nuestro puesto de trabajo, mientras que ella aguarda impasible a que no ocurra nada sin mover un dedo. Él dice que no merece la pena seguir denunciando los atropellos a los que los dirigentes verdiblancos someten a sus aficionados, porque a éstos ni les va ni les viene. Porque a los béticos, señala mi amigo, sólo les importa el club de sus amores de cinco a siete de la tarde, nada más. La injusticia, el oscurantismo, la imagen que la entidad exporta al exterior, la situación institucional, los vetos, las ofensas reiteradas, los bustos en los palcos, las elecciones inexistentes, que los jugadores se paguen sus operaciones, la desinformación en torno a la venta del club y todo lo demás no tiene importancia cuando el Betis gana. Cuando el equipo gana se hace la ola y se olvida el resto. Cuando pierde, se vuelve a reclamar a la prensa que se denuncien todas estas situaciones, pero siempre manteniéndose al margen. Por eso, mi amigo me pide que no nos metamos en berenjenales, que no merece la pena. Que sólo nos llevamos disgustos y que le gente no lo agradece porque, simplemente, le importa un pito todo lo que ocurra fuera del terreno de juego. Yo le digo que no quiero pensar eso. Que quiero creer que la afición del Betis está viva y alerta a todo lo que pasa, y que valora el esfuerzo de los que sacan a la luz la realidad de lo ocurre, pero a veces dudo si es así. Igual deberíamos dedicarnos a contar cómo juega el Betis (muy bien, por cierto) y olvidarnos de todo lo demás. Será eso.
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