El cuento de la buena pipa
Que fuerza y poderío tiene un simple balón de fútbol! Porque de los caminos que tome, entre los que lo mueven, lo soban, lo cabecean y lo golpean con el pie, depende que millares de personas lo celebren con alegría o, de lo contrario, lleguen a su casa, después de un partido, con caras de tontos. Y lo malo no es solo la derrota, sino ese “comecoco” particular e intransferible con el que cada cual nos flagelamos. ¿Y ahora que digo yo de Chaparro? ¿Será el mejor del mundo pa’l Betis o le voy a tener que dar la razón a Rafa Serna de que no es tan fiero el león como lo pintábamos muchos que, tal como están las cosas, no pintamos nada? Y que conste que no estoy diciendo que Chaparro sea bueno o sea malo. Simplemente que es una víctima más del rumbo que tome la pelotita, que unas veces entra y otras veces, no… Y yo no digo ni que sí ni que no, sino que si queréis que os cuente el cuento de los cuatro muleros de Lopera.
El Correo
Que fuerza y poderío tiene un simple balón de fútbol! Porque de los caminos que tome, entre los que lo mueven, lo soban, lo cabecean y lo golpean con el pie, depende que millares de personas lo celebren con alegría o, de lo contrario, lleguen a su casa, después de un partido, con caras de tontos. Y lo malo no es solo la derrota, sino ese “comecoco” particular e intransferible con el que cada cual nos flagelamos. ¿Y ahora que digo yo de Chaparro? ¿Será el mejor del mundo pa’l Betis o le voy a tener que dar la razón a Rafa Serna de que no es tan fiero el león como lo pintábamos muchos que, tal como están las cosas, no pintamos nada? Y que conste que no estoy diciendo que Chaparro sea bueno o sea malo. Simplemente que es una víctima más del rumbo que tome la pelotita, que unas veces entra y otras veces, no… Y yo no digo ni que sí ni que no, sino que si queréis que os cuente el cuento de los cuatro muleros de Lopera.
El Correo
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