Por mucho que José María del Nido no quiera hablar del derbi porque antes juegue su equipo en la UEFA, lo cierto es que en la ciudad todas las miradas están puestas en el encuentro del domingo. Y entre los periodistas no podía ser menos. Por eso en la mañana de hoy ha tenido lugar el derbi de la Prensa, en el cual el Betis ha vuelto a demostrar que actualmente es bastante superior al Sevilla, llevando para Heliópolis el tercer partido consecutivo de eterna rivalidad. Además, a diferencia de los dos anteriores, en esta ocasión se han podido ver cinco goles, siendo el resultado final de 3-2.
El cuadro verdiblanco, como le ocurre al de verdad, preparó el partido la semana pasada con varias dudas, ya que algunos de los futbolistas que vienen siendo titulares arrastraban molestias musculares, e incluso alguno tenía que viajar para arreglar papeles. Al final todos pudieron saltar al césped y el cuadro bético salió con el once de gala que el entrenador quería poner en liza. Lo mismo ocurrió con el Sevilla, que sí tenía a todos sus efectivos en perfectas condiciones. De hecho, alguno de sus delanteros tenía en mente este partido desde hacía tiempo y se presentó mucho mejor físicamente que el año pasado.
Y de hecho, demostró nada más comenzar el partido que estaba enchufado. Y es que en una falta sacada desde el centro del campo, y tras varios rechaces, el balón le cayó en los pies dentro del área pequeña, donde no perdonó. No habían pasado ni diez minutos y el cuadro nervionense se adelantaba en el marcador en el primer acercamiento a la portería bética. Desde ese momento el conjunto dirigido por ‘Doctor’ se encerró en su campo y se limitó a despejar balones y perder tiempo. Mientras tanto los verdiblancos se mostraron incapaces de dar el último pase bien, a pesar de llevar todo el dominio del partido y no pasar ningún tipo de apuro detrás. Así se llegó al descanso.
Tras éste los entrenadores volvieron a mover el banquillo y antes de que todo el mundo estuviera asentado en el campo, ya había empatado el cuadro de las treces barras. Balón largo a la banda izquierda, que le cae al bigoleador de los derbis del año pasado, quien deja atrás a su marcador y encara la portería, dando el pase de la muerte a uno de los veteranos, que no perdonó. Un hombre histórico en es tipo de partidos llevaba el empate al marcador, con el consiguiente jarro de agua fría para los sevillistas. Continuó entonces el dominio bético que, aunque mejoró su juego respecto a la primera parte, volvió a errar en el último pase. Hasta que en un balón largo que firmaría el mismísimo Ronald Koeman –eso sí, un poco más morenito--, el central derecho del Betis le puso un balón medido en la cabeza a uno de los centrocampistas verdiblancos, quien, cual si tirara un triple, le hizo una vaselina al portero de cabeza. Y cuando parecía que todo iba a acabar así, comenzó la locura.
Una falta lejana se colaba en la portería local, o eso dijo el colegiado Domínguez, quien aseguró que el balón había traspasado completamente la línea, y el empate volvía a subir al marcador. Los sevillistas, que veían el partido perdido, celebraron el gol como si de una victoria se tratase, dando por hecho que el encuentro se había acabado. Pero tras el saque de centro, la magia, o más bien las meigas, llegaron por la banda derecha bética. Jugada magistral y centro perfecto del bético que remató al fondo de la red el onubense del equipo. 3-2 a un minuto del final. Alegría bética y desesperación sevillista, que venía perder en menos de un año su tercer derbi consecutivo. Eso sí, lo que no cambia gane quien gane, es el buen ambiente entre los dos equipos, que volvieron a demostrar que un partido de máxima rivalidad, porque también la hay en el periodismo, se puede jugar perfectamente sin ningún tipo de incidente. Turno ahora para los ‘mayores’, a los cuales les pedimos la misma deportividad y un poco más de calidad, que para eso son profesionales, aunque el papel de los informadores ha sido bastante digno.
El cuadro verdiblanco, como le ocurre al de verdad, preparó el partido la semana pasada con varias dudas, ya que algunos de los futbolistas que vienen siendo titulares arrastraban molestias musculares, e incluso alguno tenía que viajar para arreglar papeles. Al final todos pudieron saltar al césped y el cuadro bético salió con el once de gala que el entrenador quería poner en liza. Lo mismo ocurrió con el Sevilla, que sí tenía a todos sus efectivos en perfectas condiciones. De hecho, alguno de sus delanteros tenía en mente este partido desde hacía tiempo y se presentó mucho mejor físicamente que el año pasado.
Y de hecho, demostró nada más comenzar el partido que estaba enchufado. Y es que en una falta sacada desde el centro del campo, y tras varios rechaces, el balón le cayó en los pies dentro del área pequeña, donde no perdonó. No habían pasado ni diez minutos y el cuadro nervionense se adelantaba en el marcador en el primer acercamiento a la portería bética. Desde ese momento el conjunto dirigido por ‘Doctor’ se encerró en su campo y se limitó a despejar balones y perder tiempo. Mientras tanto los verdiblancos se mostraron incapaces de dar el último pase bien, a pesar de llevar todo el dominio del partido y no pasar ningún tipo de apuro detrás. Así se llegó al descanso.
Tras éste los entrenadores volvieron a mover el banquillo y antes de que todo el mundo estuviera asentado en el campo, ya había empatado el cuadro de las treces barras. Balón largo a la banda izquierda, que le cae al bigoleador de los derbis del año pasado, quien deja atrás a su marcador y encara la portería, dando el pase de la muerte a uno de los veteranos, que no perdonó. Un hombre histórico en es tipo de partidos llevaba el empate al marcador, con el consiguiente jarro de agua fría para los sevillistas. Continuó entonces el dominio bético que, aunque mejoró su juego respecto a la primera parte, volvió a errar en el último pase. Hasta que en un balón largo que firmaría el mismísimo Ronald Koeman –eso sí, un poco más morenito--, el central derecho del Betis le puso un balón medido en la cabeza a uno de los centrocampistas verdiblancos, quien, cual si tirara un triple, le hizo una vaselina al portero de cabeza. Y cuando parecía que todo iba a acabar así, comenzó la locura.
Una falta lejana se colaba en la portería local, o eso dijo el colegiado Domínguez, quien aseguró que el balón había traspasado completamente la línea, y el empate volvía a subir al marcador. Los sevillistas, que veían el partido perdido, celebraron el gol como si de una victoria se tratase, dando por hecho que el encuentro se había acabado. Pero tras el saque de centro, la magia, o más bien las meigas, llegaron por la banda derecha bética. Jugada magistral y centro perfecto del bético que remató al fondo de la red el onubense del equipo. 3-2 a un minuto del final. Alegría bética y desesperación sevillista, que venía perder en menos de un año su tercer derbi consecutivo. Eso sí, lo que no cambia gane quien gane, es el buen ambiente entre los dos equipos, que volvieron a demostrar que un partido de máxima rivalidad, porque también la hay en el periodismo, se puede jugar perfectamente sin ningún tipo de incidente. Turno ahora para los ‘mayores’, a los cuales les pedimos la misma deportividad y un poco más de calidad, que para eso son profesionales, aunque el papel de los informadores ha sido bastante digno.
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