Lo que acaba de decir Jaramillo es muy fuerte y se ve lo que quiere Lopera al Betis. Dice que le dijo Lopera "me da igual todo lo del Betis antes de llegar yo"

Joe, escuchar a alfonso jaramillo es escuchar la historia de nuestro Glorioso en vida.
Soy grandecito para tener a jugadores de fútbol como ídolos pero tened por seguro que este hombre junto a otros tantos que han demostrado su beticismo TODA LA VIDA son el espejo donde mirarme como bético y las personas que mas me agradaría conocer en persona.
Esperemos gozar de su beticismo much´´isimos años mas

Que lo confirme Jaramillo esta bien por si aun queda alguien que no lo sabia.

Yo solo hago una pregunta ¿Con que betico historico, jugador, entrenador, directivo, etc se lleva bien Lopera?

roberto garvia se ha convertido en el brazo mediatico de Por Nuestro Betis (PNB), a los que no les ha importado que hace poco tiempo despotricaba e insultaba a sus miembros.

ver para creer.

Don m. carmona, es usted un señor y me parece que usted a sido sometido a un trato vejatorio por parte de esa persona, garvia, que hoy es un idolo mediatico para PNB. aplaudo su valentia y que haya sido consecuente.

Joe, escuchar a alfonso jaramillo es escuchar la historia de nuestro Glorioso en vida.
Soy grandecito para tener a jugadores de fútbol como ídolos pero tened por seguro que este hombre junto a otros tantos que han demostrado su beticismo TODA LA VIDA son el espejo donde mirarme como bético y las personas que mas me agradaría conocer en persona.
Esperemos gozar de su beticismo much´´isimos años mas

Joe, escuchar a alfonso jaramillo es escuchar la historia de nuestro Glorioso en vida.
Soy grandecito para tener a jugadores de fútbol como ídolos pero tened por seguro que este hombre junto a otros tantos que han demostrado su beticismo TODA LA VIDA son el espejo donde mirarme como bético y las personas que mas me agradaría conocer en persona.
Esperemos gozar de su beticismo muchísimos años mas

hugo cabezas¡¡¡¡¡¡,que recuerdos....

Estimados amigos:
Tenía decidido pasar página tras la dimisión de mi puesto en el programa “LA VOZ DEL BETICISMO”. Tanto es así que, desde que se produjo mi partida, sólo volví a escucharlo en los dos días siguientes a mi marcha, para comprobar si era leído el comunicado que remití al director de la emisora en el que explicaba las razones de mi dimisión. Dicho comunicado, idéntico al que fue publicado en esta misma página web el pasado día 13, no fue leído, sin embargo, por el señor Walter Vivanco. No obstante, como el escrito vio la luz en esta página web, me olvidé del asunto.
Pero, hete aquí, que en la última semana me telefonearon un par de amigos interesándose por mi estado de salud. Por medio de ellos pude enterarme de que el presentador de “LA VOZ DEL BETICISMO” estaba difundiendo que mi marcha del programa se debió a que me encontraba “enfermo y sin fuerzas para seguir”. Como se trata de una mentira, he decidido intervenir para dejar las cosas en claro. Lo primero que hice para evitar que se continúen difundiendo datos incorrectos en lo que respecta a mi persona, fue enviar una nota sobre lo ocurrido al director de la emisora. Sin embargo, pese a que lo habíamos acordado en una conversación telefónica, volvió a ocurrir igual que en la ocasión anterior: tampoco se dio lectura del escrito en el programa.
Volví a telefonear al señor Walter Vivanco, que justificó su actitud manifestando que la nota recibida no era la que le remití la primera vez. A esto le repliqué que, cómo iba a enviarle la misma nota si la situación había cambiado y lo que ahora trataba de evitar era que el presentador del programa difundiera mentiras a mi costa y continuara confundiendo y engañando a la gente sobre un tema que a mí me afecta. Vivanco justificó la no emisión de mi comunicado alegando que no quería polémicas, a lo que le repliqué que no yo era quien las buscaba, sino el presentador del programa que engañaba a la gente que preguntaba por mí y, de rebote, a los demás que le escuchaban. En suma, que comprendiendo que en un círculo tan cerrado no iba a conseguir absolutamente nada, me despedí y decidí dar a la publicidad la amplia información que a continuación inserto.
Ha de saber el lector de estas líneas, que la causa de mi marcha del programa comenzó a gestarse, a raíz de que el señor Garvía quebrantara el acuerdo tácito al que habíamos llegado cuando decidimos la puesta en marcha de “LA VOZ DEL BETICISMO”.
En aquella ocasión quedó muy claro que los asuntos publicitarios y el personal que colaboraría en “LA VOZ DEL BETICISMO” no tendría ninguna relación directa con el programa tan sólo su participación como tertuliano sería lo máximo que se podría llegar a admitir, sin embargo poco tiempo faltó para que se rompiera dicho compromiso, por no perder varios cientos de euros mensuales. Los hechos comenzaron a desarrollarse un par de días antes de la primera emisión del programa, cuando el Sr. Garvía me sorprendió con la desagradable noticia de que teníamos que admitir como colaborador del programa a un anunciante a quien yo no conocía y respondía al nombre de Juan Guerrero, con el que él había llegado al acuerdo de contratar dos cuñas diarias de publicidad. Yo, he de confesarlo, reaccioné furiosamente. Me negué a lo que pretendía el señor Garvía. Pero él, aguantando el chaparrón que le vino encima, me respondió que estaba sin trabajo, que necesitaba dinero para vivir, y que no podía impedir que el anunciante participara en el programa so pena de perder el dinero de la publicidad que tenía apalabrada.
Aún más enfadado, le respondí que muy bien, que hiciera lo que le viniera en gana, pero que debía saber que yo no estaba de acuerdo con su forma de proceder porque infringía la norma básica del acuerdo que habíamos contraído. La discusión fue muy tensa. Pero pensar en la desesperada situación económica a la que estaba abocado, me hizo desistir de mi intención de marcharme en aquel mismo instante. Así que, a regañadientes, acepté su petición y traté de tranquilizarme. Sin embargo, a partir de ahí, la situación cambió. Por mucho que lo intenté no pude borrar de mi mente lo ocurrido y el recuerdo de lo sucedido me amargó la existencia desde entonces.
¿Qué ocurriría –me pregunté– si se presentaba el caso de que la cantidades en cuestión fuesen más elevadas?. Una crecida dosis de desconfianza, no experimentada hasta entonces, me invadió de repente. No lo pude remediar y comencé a pensar en lo peor. Y no sólo por seguir las directrices de esa frase que reza “piensa mal y acertarás”, sino porque la ilusión que anidaba en mi interior al poner en marcha un proyecto tan apasionante como “LA VOZ DEL BETICISMO” empezó a corromperse junto a la confianza que albergaba dentro de mi.
Más tarde, cuando el Sr. Garvía me comentó cual era en realidad lo que proyectaba, comencé a comprender lo que estaba ocurriendo. Según él, Juan Guerrero estaba considerando adquirir o montar con algunos socios una emisora que sería la auténtica radio del Real Betis Balompié. Yo le respondí que esa idea me parecía descabellada y que por mi parte jamás me uniría a un proyecto en el que unas personas ajenas al que habíamos iniciado, me marcaran las directrices que tenía que seguir. En ese caso, –dije a Garvía– , le auguraba un corto plazo de vida a nuestro programa, por lo que, llegado a ese momento, me negaría a participar en semejante proyecto. A lo dicho, he de manifestar, que la conducta del Sr. Guerrero en el escaso tiempo en que lo he tratado ha sido correctísima. Pero lo dicho no quita que su forma de incorporarse al programa y lo que acabo de relatar fuese de mi agrado.
En suma, que tras lo ocurrido, las diferencias entre el Sr. Garvía y que estas líneas escribe se agudizaron. Con el paso de los días, el deseo de abandonar el programa comenzó a crecer en mí de forma continuada, pues lo que estaba ocurriendo era algo que yo jamás sospeché que llegara a suceder.
Aunque traté de evitarlo, las diferencias entre ambos se agudizaron porque mi carácter, he de confesarlo, se agrió aún más con el paso de los días y el deseo de abandonar el programa comenzó a crecer en mí de forma continuada. La profunda desazón que sentía deterioró la relación que mantenía con el señor Garvía y el aprecio que por él llegué a sentir se fue enfriando progresivamente, hasta desaparecer por completo una vez llegado el desenlace final de la historia. Había perdido la confianza en la persona con la que abordé el proyecto de “LA VOZ DEL BETICISMO” y ya nada me satisfacía ni justificaba mi presencia en el mismo.
Surgieron otras discrepancias, siempre a causa de lo ocurrido, producto de la falta de entendimiento que reinaba entre ambos. Así se mantuvo la situación hasta que se derramó la gota que colmó el vaso. Todo ocurrió la noche del derbi de la penúltima jornada de Liga. En aquella ocasión, pese a la calada que cogí después del partido, le pedí a mi hijo que me acercara a la emisora pues, al menos, quería hacer acto de presencia antes de que finalizara el programa. Llegamos a las doce menos cuarto, quince minutos antes de que se cumpliera la hora establecida para el cierre del programa. Después de la pausa obligada por la publicidad, cuando sólo quedaban diez minutos para el final, se produjo la última llamada telefónica de la noche. Esta se alargó indebidamente sin que el señor Garvía tuviera en cuenta que yo seguía esperando a su lado, totalmente mojado, a que él dejara de divagar con el oyente en cuestión y abreviara la llamada en todo lo posible. Faltaban unos tres minutos para las doce de la noche, cuando sumamente molesto por lo que estaba pasando, cerré mi libreta, me levanté de mi asiento y esperé que el señor Garvía despidiera al comunicante para que me dejara paso y poderme marchar.
Pese a observar que me encontraba en posición de no poder responderle, el señor Garvía me dirigió una pregunta que yo, por la falta de respeto de que había sido objeto, rehusé contestar. Le hice un gesto negativo con la mano derecha, abandoné la emisora y con mi hijo, mi esposa y mi nieta, que me esperaban en el interior del automóvil del primero, abandonamos la calle Alfarería. Unos tres cuartos de hora más tarde, el señor Garvía me telefoneó para quejarse de lo ocurrido en la emisora, manifestando que se trataba de una descortesía por mi parte, cuando a mi juicio consistía en todo lo contrario.
En vista del desagradable cariz que tomaba la conversación, ya que ambos estábamos muy exaltados, le dije que la situación a la que habíamos llegado se arreglaba con mi marcha del programa. Que no se preocupara, que se trataba de una cuestión que yo me había planteado días atrás y era lo que, sin duda alguna, iba a hacer. En eso quedamos. Al día siguiente, lunes, 13 del actual, el señor Garvía me telefoneó al mediodía con el mismo argumento de la noche anterior. Se repitió la escena y volví a reiterarle mi decisión de abandonar el programa, porque la situación se había hecho insostenible para mí.
Por la tarde, llegué a la emisora sobre las siete menos cuarto. El señor Garvía me dijo que teníamos que hablar y ante mi estupefacción y disgusto, volvió a sacar el mismo tema a colación. Le comuniqué que permanecería en el programa durante esa semana, pues ya tenía apalabrada a las personas que íbamos a entrevistar, y que el viernes me despediría. Ahí debía de haber terminado la conversación. Pero el señor Garvía parecía tener ganas de bronca. En mi caso, hecho poco habitual, me encontraba muy tranquilo. Quizá, el alivio que sentí al decidir que dimitiría de mi puesto influyó en serenarme.
Pensé que continuar una conversación que no conducía a ningún lado era una torpeza. Más aún, cuando consideraba que nuestra relación estaba completamente muerta desde el momento de la incorporación de un colaborador por no perder dos cuñas publicitarias. Ambos anuncios eran, hasta el momento de mi marcha, los únicos que seguían emitiéndose. Me extrañó mucho, eso es cierto, que el señor Garvía, me acusase de haberle dicho que no le consideraba capaz de hacer un programa de dos horas. Le repliqué que eso era falso, pero él parecía desear que la ruptura de nuestras relaciones se produjese en aquel mismo momento. Así, de forma soez y grosera exclamó: “¡Yo soy capaz de hacer un programa de dos horas con la punta de la p….!”.
Asqueado, sin ganas de continuar una situación que me repugnaba, di media vuelta, tomé mi cartera y me marché del lugar sin pronunciar ni una sola palabra más. En la puerta de la emisora dejé a aquel individuo con el que me equivoqué de plano al ofrecerle mi amistad y defenderlo contra todos los que estaban en su contra, pese a encontrarse en el bando de los perdedores. Pero Manuel Carmona nació así y no cambiará mientras viva, porque para él, al contrario que para otros, la amistad tiene un valor inapreciable.
No me importaba que, como ya me advirtieron personas de mi entorno más cercano, hubiese cometido la torpeza de confiar en él. Tampoco, por haberle recomendado para que ingresara en Radio Betis (que, a su decir, era la máxima ilusión de su vida), una emisora en la que el que suscribe, al comprobar la trayectoria que inició, se negó a participar por entender que en la vida hay cosas más importantes que el dinero.
Tampoco me importó, pese a las citadas advertencias, emprender con él la aventura de “LA VOZ DEL BETICISMO” aunque al final ocurriera lo que tales personas me predijeron. Tras mi marcha comprendí que lo único que perseguía el señor Garvía era aprovecharse de mí, para cumplir unos fines que en solitario jamás hubiese sido capaz de conseguir. Pero, para entonces, su traición se había consumado. Ya sólo me quedaba la opción de retirarme y dejarle el camino expedito para salvaguardar mi dignidad. Sobre todo, una vez que el proyecto había cambiado de filosofía. ¡Y lo que ha de cambiar según de donde proceda el dinero de la publicidad que se contrate!
Pese a lo expuesto, no me arrepiento de haber dado la cara por una persona de esa condición, en momentos en que para ella pintaban bastos. Y esto es así, porque para el que estas líneas firma la amistad se demuestra ayudando a los amigos, por muy falsos que estos puedan resultar, cuando se encuentran en dificultades. Pero, en fin, de ese aspecto de la cuestión no deseo continuar hablando, aunque bien sabe Dios que tendría muchas cosas que decir al respecto. Pero como son de índole personal, no haré uso de ellas en esta oportunidad.
Al día siguiente de mi dimisión o marcha de “LA VOZ DEL BETICISMO”, comuniqué lo ocurrido a las personas que accedieron a colaborar en el programa por mi mediación, y dejé que decidieran a su libre albedrío si debían continuar o no en el programa. Manuel García Reyes y Paco Soler me respondieron que se marchaban y así lo hicieron. Por su parte, Francisco Ortiz (“Frasco”) también me comunicó lo que pensaba hacer, pero, como lo dejó pendiente hasta el regreso del viaje que por algunos países de Europa está realizando junto con su esposa, estimo que es a él a quien corresponde hacer pública la decisión adoptada.
Hasta aquí, a groso modo, lo ocurrido. Podría ahondar aún más en la cuestión, pero creo que con lo dicho es suficiente. En resumidas cuentas, que lo manifestado por el señor Garvía de que abandoné “LA VOZ DEL BETICISMO” “por estar enfermo y no sentirme con fuerzas para seguir adelante” es completamente falso. Y quien mantenga o difunda algo así miente descaradamente.
Como apunte final valgan las consideraciones complementarias que a continuación señalo, con relación a “LA VOZ DEL BETICISMO”:
A) Las personas buscadas para colaborar en el programa, a excepción de la que insertó los dos anuncios de publicidad, fueron recomendadas por el que suscribe.
B) La sintonía inicial y el logotipo del programa son originales de Francisco José Carmona Solís, hijo de quien estas líneas firma.
C) La programación fue confeccionada en su totalidad por quien suscribe y fue aceptada sin reparo alguno.
D) El título del programa también fue ideado por el firmante de estas líneas, por lo que resulta lógico que próximamente reivindique su autoría y su uso.
En este último punto quiero detenerme antes de terminar, para que nadie se sorprenda ni se llame a engaño con lo que ha de ocurrir si todo transcurre con normalidad. Me explico:
Para evitar que alguien se pudiera apoderar de un nombre cuya autoría me corresponde y que nos viéramos obligados a cambiar el título del programa mientras yo permaneciera en el mismo, comuniqué al señor Garvía, en presencia del señor Vivanco, que había iniciado los trámites para su registro. Y así procedí tras comprobar que el nombre de “LA VOZ DEL BETICISMO” no estaba registrado. En consecuencia, una vez que se cumplan los plazos que estipula la ley y me sea concedida la titularidad por la Oficina Española de Patentes y Marcas, nadie podrá utilizar dicho nombre sin mi autorización. Así procederé para evitar que no exista confusión cuando aparezca la página web que bajo el titulo de “LA VOZ DEL BETICISMO” estoy proyectando editar. O, igualmente, en el caso de que se me presente la oportunidad de crear un nuevo programa radiofónico que, por supuesto, llevaría ese mismo título.
Sin más, un saludo para todos y hasta siempre.

MANUEL CARMONA RODRÍGUEZ
Periodista, escritor, investigador e historiador
del Centenario del Real Betis Balompié

.....Socio numero 4,,,,,QUERRA ESTE SEÑOR A NUESTRO BETIS???

Don m. carmona, es usted un señor y me parece que usted a sido sometido a un trato vejatorio por parte de esa persona, garvia, que hoy es un idolo mediatico para PNB. aplaudo su valentia y que haya sido consecuente.