He encontrado este artículo en la web.
Este es el enlace:
http://www.diariobahiadecadiz.com/no...amonreig54.htm
Aviso que el artículo es polémico... pero bueno nos servirá para alguna reflexión, si somos capaces de escribir desde el respeto y la educación. También me gustaría que no entrasemos en el aspecto político o religioso del artículo y si alguien se siente ofendido, que se lo diga al autor que me imagino que para eso deja su email. No he podido encontrar la fecha de publicación.
CONTRACORRIENTE
“Lopera, vete ya”
RAMÓN REIG
(Periodista y Profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla)
[email protected]
Como esto lo puede leer cualquiera en cualquier parte del planeta, empezaré diciendo que hay en el lugar donde vivo un deporte llamado fútbol al que le echaban en cara que servía para que un dictador militar, que atendía por Franco, adormilase a las masas populares y, miren por donde, la democracia posterior al susodicho Franco basa su rentabilidad mediática en el fútbol y ahora se televisa (pasando por taquilla o no) desde el Real Madrid-Barcelona hasta el Cariñena-Calamocha. No tengo que decir quiénes son el Real Madrid y el Barcelona porque eso lo sabe hasta un bosquimano (algunos deben ir por la selva con la camiseta de Zidane aunque se haya retirado, o con la de Ronaldinho o Eto’o con la esperanza de que les den suerte y acaben como ellos, es decir, apapanatados). De Cariñena sólo diré que es famosa por su vino tinto o clarete y de Calamocha que es el lugar más frío de España, la Siberia española.
Dentro de ese deporte juega un equipo llamado Betis del que dicen que tiene la afición mejor del mundo porque aún hay mentecatos en Sevilla (así se llama mi pueblo) que consideran lo mejó der mundo todo lo que pulula dentro de ella, es decir, dicen lo que dice todo quisque de su lugar de origen o residencia, empezando por Frank Sinatra quien ya dejó bien claro que Nueva York es la numer one, como en su día lo fuera Felipe González. Ahora, González sigue siendo el número uno, pero en cuestión de listeza y destreza para emparentarse laboral y familiarmente con gente de postín. Pues no ha aprendido nada el ex presidente desde que estaba en la vaquería del barrio de Bellavista (de Sevilla, por cierto) con su padre. Se conoce que, como Escarlata, la de Lo que el viento se llevó, gritó: “nunca más seré obrero ni socialista”. Y a fe mía que lo llevó a término.
A pesar de todo, la afición del Betis no es la mejor del mundo sino que, por el contrario, es, como todas, emocional y sin formación cultural alguna. Se comporta como el populacho en tiempos de Roma, enviando a un gladiador a la muerte o a la vida según le cayera su comportamiento. Pero tiene el agravante de que desea poseer un equipo “grande” cuando ella no es grande sino que se da por satisfecha con que no se baje a segunda división porque el año pasado, para celebrarlo, saltó al campo y destrozó las redes de las porterías. No le pitó al final de la temporada al equipo por haberse salvado por los pelos sino que le aplaudió y se cargó las porterías.
Igual que Franco se proclamó Caudillo de por vida y por la Gracia de Dios, este personal eligió a un tal Manuel Ruiz de Lopera presidente de por vida. Ya él mismo se encarga de demostrar que cuanto de bueno o de malo le ocurre al Betis es debido a Dios, en concreto a un imaginario terráqueo llamado Jesús del Gran Poder, una imagen impresionante que talló un genio llamado Juan de Mesa pero que los tópicos han destrozado muchas veces (perdona a este pueblo, señor Juan de Mesa). En 1992, el señor Lopera salvó al Betis de desaparecer como equipo (ya ven qué clase de afición tenía) y con eso alcanzó el título de Don Manué. La gente sacó a relucir su complejo de inferioridad (que trata de mitigar cuando está toda junta) y, como si fuera el hacendado de un cortijo, le llamaron Don Manué como si fuera el primo de Zumosol. Don Manué para acá y Don Manué para allá. Don Manué no tiene hijos y parece como si proyectara su déficit emocional, en este terreno, hacia el Betis. Empezó a comprarle regalos al niño, es decir, al Betis-afición, en forma de futbolistas hasta que logró incluso una copa del Rey (Juan Carlos, que es como se llama ahora nuestro rey porque somos una Monarquía parlamentaria por *******, lo que pasa es que nos dicen que lo aprobamos en la Constitución pero es falso porque la Constitución es fruto de un referéndum fraudulento que se implantó a los españoles en 1976. Bueno vamos a dejar esta historia). Don Manué se creyó caudillo de verdad e incluso tuvo la osadía de ponerle su nombre a un estadio que ni ha terminado de construir, quitándole el antiguo nombre de otro presidente para colocar el suyo. La copa del Rey que ganó fue un poco de cacafú porque la alcanzó tras vencer a equipos de tercera y de segunda división, menos un par de ellos, pero ahí que vimos a un patético Don Manué y a su patética afición, paseando la copa de peña en peña y tiro porque me toca. La Copa era como la Virgen del Rocío, todos querían verla y tocarla.
Como buen nuevo rico pero de escasa formación, Don Manué es de carácter irascible. Ha confesado no haber leído nunca un libro, en esto se lleva muy bien con su afición. Echa del estadio o de donde sea a la prensa cuando no le cae bien el trabajo que hace pero en el fondo es como un niño con mala leche (como casi todos los niños) porque cuando el otro niño, la afición, llora y grita, él sale corriendo del palco y se refugia en su casa y dice: “Ea, pues ya no como y os vais a enterar”. Hace poco ocurrió un extraño suceso y es que los aires de grandeza de Don Manué se acabaron: ya no ficha a futbolistas de campanillas sino del mercado del “todo a 0,60 euros”. Esto coincidió con que la Justicia estuvo a punto de sentarlo en el banquillo de los acusados por delito de fraude en el pago de impuestos. Lo acusaban de utilizar al Betis en sus negocios privados. Da la impresión como si Don Manué se hubiera encogido y, cuando tenía la oportunidad de hacer un equipo importante de verdad, reculó de forma impresionante. Entonces empezaron las vacas flacas, la pelota no entra y la gente le grita: “Lopera, vete ya”, pero no se va. El otro caudillo tampoco se fue hasta que Dios quiso. Ahora la gente quiere que Lopera sea de nuevo Don Manué o que se vaya a su casa a escribir poemas de dolor y desgarro, como un desterrado cualquiera, lamentándose que ha criado cuervos y le han sacado los ojos. Los aficionados suelen llamar sevillista (partidario del otro equipo de la ciudad) a quien escribe como yo pero da la casualidad de que soy bético, quiera o no Lopera y sus vástagos. El beticismo me lo imprimió un hombre sabio, mi padrino, que me enseñó fútbol y a distinguir el valor del precio, para no ser necio.
Este es el enlace:
http://www.diariobahiadecadiz.com/no...amonreig54.htm
Aviso que el artículo es polémico... pero bueno nos servirá para alguna reflexión, si somos capaces de escribir desde el respeto y la educación. También me gustaría que no entrasemos en el aspecto político o religioso del artículo y si alguien se siente ofendido, que se lo diga al autor que me imagino que para eso deja su email. No he podido encontrar la fecha de publicación.
CONTRACORRIENTE
“Lopera, vete ya”
RAMÓN REIG
(Periodista y Profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla)
[email protected]
Como esto lo puede leer cualquiera en cualquier parte del planeta, empezaré diciendo que hay en el lugar donde vivo un deporte llamado fútbol al que le echaban en cara que servía para que un dictador militar, que atendía por Franco, adormilase a las masas populares y, miren por donde, la democracia posterior al susodicho Franco basa su rentabilidad mediática en el fútbol y ahora se televisa (pasando por taquilla o no) desde el Real Madrid-Barcelona hasta el Cariñena-Calamocha. No tengo que decir quiénes son el Real Madrid y el Barcelona porque eso lo sabe hasta un bosquimano (algunos deben ir por la selva con la camiseta de Zidane aunque se haya retirado, o con la de Ronaldinho o Eto’o con la esperanza de que les den suerte y acaben como ellos, es decir, apapanatados). De Cariñena sólo diré que es famosa por su vino tinto o clarete y de Calamocha que es el lugar más frío de España, la Siberia española.
Dentro de ese deporte juega un equipo llamado Betis del que dicen que tiene la afición mejor del mundo porque aún hay mentecatos en Sevilla (así se llama mi pueblo) que consideran lo mejó der mundo todo lo que pulula dentro de ella, es decir, dicen lo que dice todo quisque de su lugar de origen o residencia, empezando por Frank Sinatra quien ya dejó bien claro que Nueva York es la numer one, como en su día lo fuera Felipe González. Ahora, González sigue siendo el número uno, pero en cuestión de listeza y destreza para emparentarse laboral y familiarmente con gente de postín. Pues no ha aprendido nada el ex presidente desde que estaba en la vaquería del barrio de Bellavista (de Sevilla, por cierto) con su padre. Se conoce que, como Escarlata, la de Lo que el viento se llevó, gritó: “nunca más seré obrero ni socialista”. Y a fe mía que lo llevó a término.
A pesar de todo, la afición del Betis no es la mejor del mundo sino que, por el contrario, es, como todas, emocional y sin formación cultural alguna. Se comporta como el populacho en tiempos de Roma, enviando a un gladiador a la muerte o a la vida según le cayera su comportamiento. Pero tiene el agravante de que desea poseer un equipo “grande” cuando ella no es grande sino que se da por satisfecha con que no se baje a segunda división porque el año pasado, para celebrarlo, saltó al campo y destrozó las redes de las porterías. No le pitó al final de la temporada al equipo por haberse salvado por los pelos sino que le aplaudió y se cargó las porterías.
Igual que Franco se proclamó Caudillo de por vida y por la Gracia de Dios, este personal eligió a un tal Manuel Ruiz de Lopera presidente de por vida. Ya él mismo se encarga de demostrar que cuanto de bueno o de malo le ocurre al Betis es debido a Dios, en concreto a un imaginario terráqueo llamado Jesús del Gran Poder, una imagen impresionante que talló un genio llamado Juan de Mesa pero que los tópicos han destrozado muchas veces (perdona a este pueblo, señor Juan de Mesa). En 1992, el señor Lopera salvó al Betis de desaparecer como equipo (ya ven qué clase de afición tenía) y con eso alcanzó el título de Don Manué. La gente sacó a relucir su complejo de inferioridad (que trata de mitigar cuando está toda junta) y, como si fuera el hacendado de un cortijo, le llamaron Don Manué como si fuera el primo de Zumosol. Don Manué para acá y Don Manué para allá. Don Manué no tiene hijos y parece como si proyectara su déficit emocional, en este terreno, hacia el Betis. Empezó a comprarle regalos al niño, es decir, al Betis-afición, en forma de futbolistas hasta que logró incluso una copa del Rey (Juan Carlos, que es como se llama ahora nuestro rey porque somos una Monarquía parlamentaria por *******, lo que pasa es que nos dicen que lo aprobamos en la Constitución pero es falso porque la Constitución es fruto de un referéndum fraudulento que se implantó a los españoles en 1976. Bueno vamos a dejar esta historia). Don Manué se creyó caudillo de verdad e incluso tuvo la osadía de ponerle su nombre a un estadio que ni ha terminado de construir, quitándole el antiguo nombre de otro presidente para colocar el suyo. La copa del Rey que ganó fue un poco de cacafú porque la alcanzó tras vencer a equipos de tercera y de segunda división, menos un par de ellos, pero ahí que vimos a un patético Don Manué y a su patética afición, paseando la copa de peña en peña y tiro porque me toca. La Copa era como la Virgen del Rocío, todos querían verla y tocarla.
Como buen nuevo rico pero de escasa formación, Don Manué es de carácter irascible. Ha confesado no haber leído nunca un libro, en esto se lleva muy bien con su afición. Echa del estadio o de donde sea a la prensa cuando no le cae bien el trabajo que hace pero en el fondo es como un niño con mala leche (como casi todos los niños) porque cuando el otro niño, la afición, llora y grita, él sale corriendo del palco y se refugia en su casa y dice: “Ea, pues ya no como y os vais a enterar”. Hace poco ocurrió un extraño suceso y es que los aires de grandeza de Don Manué se acabaron: ya no ficha a futbolistas de campanillas sino del mercado del “todo a 0,60 euros”. Esto coincidió con que la Justicia estuvo a punto de sentarlo en el banquillo de los acusados por delito de fraude en el pago de impuestos. Lo acusaban de utilizar al Betis en sus negocios privados. Da la impresión como si Don Manué se hubiera encogido y, cuando tenía la oportunidad de hacer un equipo importante de verdad, reculó de forma impresionante. Entonces empezaron las vacas flacas, la pelota no entra y la gente le grita: “Lopera, vete ya”, pero no se va. El otro caudillo tampoco se fue hasta que Dios quiso. Ahora la gente quiere que Lopera sea de nuevo Don Manué o que se vaya a su casa a escribir poemas de dolor y desgarro, como un desterrado cualquiera, lamentándose que ha criado cuervos y le han sacado los ojos. Los aficionados suelen llamar sevillista (partidario del otro equipo de la ciudad) a quien escribe como yo pero da la casualidad de que soy bético, quiera o no Lopera y sus vástagos. El beticismo me lo imprimió un hombre sabio, mi padrino, que me enseñó fútbol y a distinguir el valor del precio, para no ser necio.
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