Pandiani en el AS:
Desde la distancia, ¿por qué cree que se fue del Depor?
Fue un problema con el técnico y, sobre todo, con el vestuario. Tenía al entrenador y a los jugadores en contra. Con Lendoiro no tuve muchos problemas, aunque es verdad que pudo haber hecho algo más por mí. Podía haberme defendido, porque yo tenía razón.
Pero a usted le perdieron sus declaraciones y, sobre todo, el momento en el que las hizo...
Es que aquel vestuario del Deportivo necesitaba mano dura. Si eres capaz de irte de fiesta toda la noche y llegar a Abegondo casi sin dormir, luego tienes que ser el número uno entrenándote. Había que dar la cara y allí pasaba de todo.
¿Faltaba, como mínimo, profesionalidad?
Claro. Aquel equipo es que se fue descontrolando. Todo lo que dije en el exterior lo hablé antes en la caseta con el entrenador y delante de todos los jugadores, pero sinceramente nadie me hacía caso. Aquel vestuario se iba a pique.
¿Puede poner algún ejemplo de aquella situación?
Sí. En los días de baño y masaje, algunos no iban a entrenarse y el técnico (Irureta) ni se enteraba de quién pasaba y quién no por Abegondo. Muchas veces iba después del entrenamiento a tocar las chanclas que estaban en las taquillas para ver si estaban mojadas; era la única de forma en la que controlaba si se habían saltado la sesión o no. Lo toleraba y luego encima les daba el premio de ser titulares el domingo. Yo reventé y dije lo que pensaba, aunque las formas está claro que no fueron las adecuadas.
Desde la distancia, ¿por qué cree que se fue del Depor?
Fue un problema con el técnico y, sobre todo, con el vestuario. Tenía al entrenador y a los jugadores en contra. Con Lendoiro no tuve muchos problemas, aunque es verdad que pudo haber hecho algo más por mí. Podía haberme defendido, porque yo tenía razón.
Pero a usted le perdieron sus declaraciones y, sobre todo, el momento en el que las hizo...
Es que aquel vestuario del Deportivo necesitaba mano dura. Si eres capaz de irte de fiesta toda la noche y llegar a Abegondo casi sin dormir, luego tienes que ser el número uno entrenándote. Había que dar la cara y allí pasaba de todo.
¿Faltaba, como mínimo, profesionalidad?
Claro. Aquel equipo es que se fue descontrolando. Todo lo que dije en el exterior lo hablé antes en la caseta con el entrenador y delante de todos los jugadores, pero sinceramente nadie me hacía caso. Aquel vestuario se iba a pique.
¿Puede poner algún ejemplo de aquella situación?
Sí. En los días de baño y masaje, algunos no iban a entrenarse y el técnico (Irureta) ni se enteraba de quién pasaba y quién no por Abegondo. Muchas veces iba después del entrenamiento a tocar las chanclas que estaban en las taquillas para ver si estaban mojadas; era la única de forma en la que controlaba si se habían saltado la sesión o no. Lo toleraba y luego encima les daba el premio de ser titulares el domingo. Yo reventé y dije lo que pensaba, aunque las formas está claro que no fueron las adecuadas.
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