A VECES OCURRE -Por David Durán, Marca 13 de Noviembre-
De vez en cuando curre el milagro. Una afición no es sólo un grupo numeroso de personas que se anuda al cuello una bufanda de colores,entona cánticos de ánimo repetidos hasta la saciedad, vocifera ripios y ríe o llora según los caprichos de un marcador. Es algo más. Una afición no es un ganado, aunque algunos dirigentes del perfil-Chávez se empeñen en hablar de "mi afición" y de "mis aficionados". El domingo, una importante representación del beticismo le resumió a Lopera con un rotundo "vete ya" que él no es el Betis, que el Betis son ellos, que esto de las sociedades anonimas deportivas no es más que un mero accidente que lo ha situado a él como dueño de una sociedad que maneja más sentimientos y emociones que cifras, y que se puede vibrar con tu equipo, que era el de tu padre (o quizá no), y el de tu abuelo (o quizá no) y acto seguido decirle a un nota que está en el palco que estás de el hasta los huev.os. Tengas o no tengas paquete (de acciones). Nadie enrtegó pasquines a la puerta del estadio: "Estimado hincha del Betis, al final del partido, pase lo que pase, gritemos "Lopera vete ya" hasta quedarnos afónicos". No. Uno comenzó, otro le siguió y otro y otro... Hasta diez mil. Quizás más.
A Lopera, en todo caso, le interesaba mucho más contar los que se quedaron después en la puerta de cristales. Unos cien. Quizás menos. Tiene este señor, y tienen sus esbirros, una perversa costumbre: quien critique ácidamente mi gestión, quien no me ría las gracias, quien no pase por mi cutre aro, quien no me quiera no quiere al Betis. Y no es así. No se lo dice MARCA, ni El Mundo. Se lo dijeron diez mil béticos. Quizás eran más.
De vez en cuando curre el milagro. Una afición no es sólo un grupo numeroso de personas que se anuda al cuello una bufanda de colores,entona cánticos de ánimo repetidos hasta la saciedad, vocifera ripios y ríe o llora según los caprichos de un marcador. Es algo más. Una afición no es un ganado, aunque algunos dirigentes del perfil-Chávez se empeñen en hablar de "mi afición" y de "mis aficionados". El domingo, una importante representación del beticismo le resumió a Lopera con un rotundo "vete ya" que él no es el Betis, que el Betis son ellos, que esto de las sociedades anonimas deportivas no es más que un mero accidente que lo ha situado a él como dueño de una sociedad que maneja más sentimientos y emociones que cifras, y que se puede vibrar con tu equipo, que era el de tu padre (o quizá no), y el de tu abuelo (o quizá no) y acto seguido decirle a un nota que está en el palco que estás de el hasta los huev.os. Tengas o no tengas paquete (de acciones). Nadie enrtegó pasquines a la puerta del estadio: "Estimado hincha del Betis, al final del partido, pase lo que pase, gritemos "Lopera vete ya" hasta quedarnos afónicos". No. Uno comenzó, otro le siguió y otro y otro... Hasta diez mil. Quizás más.
A Lopera, en todo caso, le interesaba mucho más contar los que se quedaron después en la puerta de cristales. Unos cien. Quizás menos. Tiene este señor, y tienen sus esbirros, una perversa costumbre: quien critique ácidamente mi gestión, quien no me ría las gracias, quien no pase por mi cutre aro, quien no me quiera no quiere al Betis. Y no es así. No se lo dice MARCA, ni El Mundo. Se lo dijeron diez mil béticos. Quizás eran más.
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