Podrá ser ventajista, pero ahora mismo la comparación es un martillo que aporrea tu cabeza. Cómo juega el Rácing y cómo juega el Betis. El equipo montañés toca, toca y se planta delante del portero, aunque con la pólvora mojada, cada vez que quiere. El heliopolitano corre y corre detrás del balón y no sabe qué hacer con él cuando lo recupera. Aquellos tienen una alineación hecha con retales que otros sastres desdeñaron. Estos plantan sobre la yerba un once cosido con hilos de oro (o que Lopera dice que cuestan como el oro).
Por eso no puedes evitar la comparación. Luis Fernández, pelotero al que despeñó el Betis a cambio de otro que ahora anda en el retiro de los elefantes, sigue subiendo la banda izquierda para ponerla con temple. Pinillos, que hace cuatro días posaba en cueros para poder cobrar en el Compostela, tapa con solvencia la banda derecha. Al central Sergio Sánchez apenas lo conocen los fatigas del fútbol. El otro central, Garay, ya está en el ojo de los grandes (fijo que en Santander no ficha Momparlet; bueno, en el Betis tampoco). Jorge López, que ha vivido varios años en el ostracismo valenciano, ataca ahora por la derecha del Sardinero con las ideas muy claras. Óscar Serrano cumple por la siniestra. Duscher, desecho del Superdépor, y Colsa, trotamundos del balompié, construyen con facilidad el juego pese a que tienen más kilómetros encima que la furgoneta de Pocholo. Munitis se sigue revolviendo en una loza gracias a que pone el corazón en sus pies. Y Smolarek le pega tan endeble como Pavone, pero traza desmarques que al menos sirven para romper las defensas. En el Betis, en cambio, Juanito y Melli tiemblan y hacen temblar. Vega tiene bastante con que no se le cuelen por su lado. Juande edifica lo que Capi y Caffa destruyen. Y entre Edu y Sobis no pueden ganar todos los partidos. ¿Por qué hay tanta diferencia? No quieres pensarlo, pero tampoco te queda otro remedio. Sabes que Cúper es un entrenador de indudable prestigio. Pero ahí están los resultados del Betis y del Rácing. Así que la pregunta es inevitable: si en Santander ha conseguido hacer esto con estos futbolistas, ¿qué habría podido lograr Marcelino en el Betis? A lo mejor Lopera lo sabe. Porque Lopera lo sabe todo.
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