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Aunque hay diferencias en el fondo, las formas de José María del Nido se parecen cada día más a las de Manuel Ruiz de Lopera. En realidad son las de cualquiera que, errático en sus decisiones, detenta el poder de forma absolutista y no está dispuesto a abandonar el barco. Del Nido, en su día artífice de levantar seis títulos, ha decidido ponerse el mundo por montera.
El descontento no existe. Como Ruiz de Lopera cuando "invitó" a algunos aficionados de convicciones rotundas y maneras matonescas a una junta de accionistas para impedir que los opositores hiciesen uso de la palabra, Del Nido ordenó ayer que la megafonía tronase al final del partido para acallar la pitada y los cánticos que pedían su dimisión. También Lopera alzó alguna vez los decibelios de la megafonía cuando venían duras.
Aferrados al poder. Quizás el rasgo que más une a ambos personajes. Lopera aireó durante años aquello de un Betis para los béticos, para terminar dejándo el club en manos de Luis Oliver. Del Nido afirmó cuando los béticos salieron a la calle que él no esperaría a que los sevillistas le pidieran de esa forma que se marchara. Hoy día es una máquina de comprar acciones. No piensa abandonar jamás el timón de la nave.
Usted no tiene masa. Eso le espetó Ruiz de Lopera a un accionista y algo muy parecido subyace en el discurso de Del Nido cuando identifica el respaldo de los grandes accionistas presentes en las juntas con el de la afición.
"Me estáis exigiendo que me estáis cansando". En apuros en una junta de accionistas en la que algunos béticos pedían explicaciones sobre la incipiente decadencia del club, Lopera soltó un histórico "me estáis exigiendo que me estáis cansando". Hoy Del Nido, cuando trata de justificar el empobrecimiento, recurre a la falta de recursos de la ciudad de Sevilla y a la escasa venta de palcos VIPS en el Sánchez Pizjuán.
¿Dónde estaba en el 92? ¿O era en 2002? El adanismo es una disfunción que lleva a creer que nada existía antes del advenimiento de uno. Está relacionado, por consiguiente, con el viejo defecto de los autócratas de creerse imprescindible y con esa frase tan manida que empleó Hugo Chávez en sus últimos discursos. "Yo o el caos". También Luis XIV dijo aquello de "el estado soy yo" pero trescientos años de la historia de Francia lo vienen desmintiendo, lo mismo que el Betis de hoy funciona mejor que el de los últimos tiempos del mejor presidente de su historia y que el Sevilla de mañana funcionará mejor que el de los últimos tiempos del mejor presidente de su historia.
Los pollitos y la cantera. Son pataletas de equipo pequeño. Igual que el Sevilla o el Betis captan a los jóvenes futbolistas prometedores de su entorno, el Madrid o el Barcelona se llevan a algunos juveniles del Sevilla o del Betis. El problema real de ciertos dirigentes con la cantera es que, como dijo hace un cuarto de siglo Manolo Cardo, "es más fácil que se pierda dinero de Brasil a Sevilla, que de Utrera a Sevilla". Si en la primera plantilla habitan Capi o Alberto Moreno, no hay quien justifique la llegada de un Vogel, de un Javi Hervás, de un Jorge Wagner o de un Stevanovic.
La canalizaciones y Doyen. Don Manuel presumía de activar "canalizaciones" que servían para que el dinero fluyera por el club. Si era necesario, abría un banco de noche. La política deportiva del Sevilla se ha convertido en una nebulosa auspiciada fundamentalmente por el grupo Doyen. Las operaciones son muy ventajosas, supuestamente, pues el Sevilla no ha pagado nada de nada por algunos jugadores.
Los actores secundarios. Lopera estaba rodeado de su núcleo duro, quizás más amplio que el de Del Nido. Pepe León, Manuel Castaño, Sacristán, el gerente, Manuel Momparlet... A Del Nido lo escoltan Vizcaíno, Monchi, Pepe Castro y los grandes accionistas de la entidad. Todos andan inquietos con la situación pero nadie dice ni pío. Pepe Castro es presidenciable si Del Nido va a la cárcel.
¿Qué será lo próximo? En el Betis el principio del fin de Lopera fue una manifestación multitudinaria. La megafonía a tope es un gesto más de quien está dispuesto a pasar por encima de quien haga falta. Las plataformas béticas se articularon para derrocar al empresario del Fontanal. Hicieron una gran labor. En el Sevilla las bases se empiezan a mover aún tímidamente.
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Aunque hay diferencias en el fondo, las formas de José María del Nido se parecen cada día más a las de Manuel Ruiz de Lopera. En realidad son las de cualquiera que, errático en sus decisiones, detenta el poder de forma absolutista y no está dispuesto a abandonar el barco. Del Nido, en su día artífice de levantar seis títulos, ha decidido ponerse el mundo por montera.
El descontento no existe. Como Ruiz de Lopera cuando "invitó" a algunos aficionados de convicciones rotundas y maneras matonescas a una junta de accionistas para impedir que los opositores hiciesen uso de la palabra, Del Nido ordenó ayer que la megafonía tronase al final del partido para acallar la pitada y los cánticos que pedían su dimisión. También Lopera alzó alguna vez los decibelios de la megafonía cuando venían duras.
Aferrados al poder. Quizás el rasgo que más une a ambos personajes. Lopera aireó durante años aquello de un Betis para los béticos, para terminar dejándo el club en manos de Luis Oliver. Del Nido afirmó cuando los béticos salieron a la calle que él no esperaría a que los sevillistas le pidieran de esa forma que se marchara. Hoy día es una máquina de comprar acciones. No piensa abandonar jamás el timón de la nave.
Usted no tiene masa. Eso le espetó Ruiz de Lopera a un accionista y algo muy parecido subyace en el discurso de Del Nido cuando identifica el respaldo de los grandes accionistas presentes en las juntas con el de la afición.
"Me estáis exigiendo que me estáis cansando". En apuros en una junta de accionistas en la que algunos béticos pedían explicaciones sobre la incipiente decadencia del club, Lopera soltó un histórico "me estáis exigiendo que me estáis cansando". Hoy Del Nido, cuando trata de justificar el empobrecimiento, recurre a la falta de recursos de la ciudad de Sevilla y a la escasa venta de palcos VIPS en el Sánchez Pizjuán.
¿Dónde estaba en el 92? ¿O era en 2002? El adanismo es una disfunción que lleva a creer que nada existía antes del advenimiento de uno. Está relacionado, por consiguiente, con el viejo defecto de los autócratas de creerse imprescindible y con esa frase tan manida que empleó Hugo Chávez en sus últimos discursos. "Yo o el caos". También Luis XIV dijo aquello de "el estado soy yo" pero trescientos años de la historia de Francia lo vienen desmintiendo, lo mismo que el Betis de hoy funciona mejor que el de los últimos tiempos del mejor presidente de su historia y que el Sevilla de mañana funcionará mejor que el de los últimos tiempos del mejor presidente de su historia.
Los pollitos y la cantera. Son pataletas de equipo pequeño. Igual que el Sevilla o el Betis captan a los jóvenes futbolistas prometedores de su entorno, el Madrid o el Barcelona se llevan a algunos juveniles del Sevilla o del Betis. El problema real de ciertos dirigentes con la cantera es que, como dijo hace un cuarto de siglo Manolo Cardo, "es más fácil que se pierda dinero de Brasil a Sevilla, que de Utrera a Sevilla". Si en la primera plantilla habitan Capi o Alberto Moreno, no hay quien justifique la llegada de un Vogel, de un Javi Hervás, de un Jorge Wagner o de un Stevanovic.
La canalizaciones y Doyen. Don Manuel presumía de activar "canalizaciones" que servían para que el dinero fluyera por el club. Si era necesario, abría un banco de noche. La política deportiva del Sevilla se ha convertido en una nebulosa auspiciada fundamentalmente por el grupo Doyen. Las operaciones son muy ventajosas, supuestamente, pues el Sevilla no ha pagado nada de nada por algunos jugadores.
Los actores secundarios. Lopera estaba rodeado de su núcleo duro, quizás más amplio que el de Del Nido. Pepe León, Manuel Castaño, Sacristán, el gerente, Manuel Momparlet... A Del Nido lo escoltan Vizcaíno, Monchi, Pepe Castro y los grandes accionistas de la entidad. Todos andan inquietos con la situación pero nadie dice ni pío. Pepe Castro es presidenciable si Del Nido va a la cárcel.
¿Qué será lo próximo? En el Betis el principio del fin de Lopera fue una manifestación multitudinaria. La megafonía a tope es un gesto más de quien está dispuesto a pasar por encima de quien haga falta. Las plataformas béticas se articularon para derrocar al empresario del Fontanal. Hicieron una gran labor. En el Sevilla las bases se empiezan a mover aún tímidamente.
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