La dispar trayectoria deportiva que entre 1939 y 1958 presentan Sevilla y Betis ha sido justificada tradicionalmente desde la óptica bética por un trato de favor en beneficio del club blanco por el régimen político imperante en la época. El franquismo habría avalado al Sevilla como representante de las clases afectas al régimen triunfante en la guerra civil, mientras que el Betis habría sido postergado por su identificación con las capas populares y con el régimen republicano derrocado.
Nada más alejado de la realidad que esta interpretación maniquea y ajena al rigor histórico.
La estructura deportiva del franquismo se basa en la adhesión al régimen de todos los directivos de todos los clubs y todas las federaciones. Jugadores, directivos, entrenadores ó árbitros que han mostrado una relación significativa con el régimen republicano son depurados, uso frecuente en el vocabulario de la época, y apartados de toda actividad pública como mal menor.
Desde 1939 los miembros de las Federaciones Deportivas son nombrados directamente por la Delegación Nacional de Deportes, siempre y cuando la trayectoria individual esté en sintonía con la ideología del nuevo estado. La Delegación Nacional de Deportes, presidida por el general Moscardó, designa a los presidentes de la Federación Española de Fútbol y de la Federación Regional Sur, y es ésta última quien nombra a los presidentes de los clubs andaluces, y por tanto, a los del Betis y del Sevilla.
No hay, en virtud de estas condiciones, equipos afectos al régimen ni equipos perseguidos. Sí un predominio claro del estamento militar y de la ideología falangista en la reorganización del deporte después de la guerra civil, en línea con la utilización de la actividad deportiva como una manifestación más al servicio de la disciplina y la uniformidad de la población, en consonancia con lo que sucede en otros regímenes totalitarios de la época.
El general Moscardó, presidente de la Delegación Nacional de Deportes, y el teniente coronel Troncoso, presidente de la Federación Española de Fútbol, en el palco del Stadium Gal de Irún. Fuente: Marca 18 de Octubre de 1939
Sólo en el caso del Atlético Aviación durante el periodo 1939-1946 podemos constatar una determinada vinculación entre el poder militar y la dirección del club. Su propio nacimiento como club deportivo militar, antes de fusionarse con el Athletic de Madrid en 1939 es prueba de esta relación, que prosigue durante los primeros años 40. Jugadores y técnicos ostentan cargos en el Ejército del Aire, y en el periodo álgido de la Segunda Guerra Mundial se celebran partidos amistosos contra equipos de la aviación militar italiana y alemana.
Partido disputado entre el Atlético Aviación y un equipo de la Aviación militar italiana. Fuente: Marca 20 de Diciembre de 1942
Esta vinculación desaparece en 1947, cuando el régimen tiene que comenzar a cambiar su fachada ante el exterior después de la victoria aliada. Así el club vuelva a denominarse Atlético de Madrid, desapareciendo su relación con el ejército y la aviación.
Pero ni Betis ni Sevilla son perseguidos ó favorecidos políticamente, y su muy distinto punto de partida al reanudarse las competiciones futbolísticas en 1939, ha de explicarse en función de otros condicionantes.
Recientemente otro sector que se dedica a estudiar la historia de los clubs sevillanos nos presenta una versión radicalmente distinta. El Betis habría sido favorecido por el franquismo por el orígen militar de algunos de sus fundadores, mientras que el Sevilla sería el perjudicado, poniendo como ejemplo de ello su cambio de denominación oficial en 1941 ó la marcha de Sánchez Pizjuán a la vicepresidencia de la Federación Española de Fútbol.
Fuente: ABC 29 de Noviembre de 1941
Esta versión es tan falsa como la anterior.
Presidentes de ambos clubs son represaliados durante la contienda civil (Blasco Garzón ó Mantecón Navasal mueren en el exilio), pero ninguno es perseguido por su filiación deportiva sino por su defensa de la legalidad republicana. En ambos clubs podemos encontrar también persona afectas a los sublevados: desde Ramón Carranza en el Sevilla (primer alcalde nombrado por Queipo de Llano el 19 de Julio de 1936, encargado de la conquista y represión en diversos pueblos de Sevilla, Huelva y Córdoba, y posteriormente presidente de la Diputación Provincial de Sevilla), hasta Eduardo Benjumea en el Betis (jefe local del Movimiento en Sevilla en los primeros años 40).
Ramón de Carranza al lado de Franco y junto a los generales Yagüe y Queipo de Llano en los poblados de colonización en las Marismas
Son numerosos los casos de esta adhesión al régimen por parte de los directivos de ambos clubs, pues sin esa identificación, o al menos neutralidad, ninguno hubiera podido ser directivo en estos años iniciales del régimen franquista.
Si bien mantengo que no existe ninguna discriminación ni favoritismo de carácter político no es así en el terreno meramente federativo, donde sí podemos constatar una actitud perjudicial en contra de los intereses del Real Betis Balompié.
El llamado caso Antúnez es el ejemplo más conocido en este sentido, aunque no es el único que a día de hoy podemos documentar. Es también el que más ha trascendido, ya que su repercusión y consecuencias afectaron más allá de los dos clubs sevillanos, y el que más ha perdurado en el tiempo, pues 64 años después aún despierta polémica.
El caso Antúnez. Fútbol, poder militar y federativo en los años 40. (Parte 1ª)
Nada más alejado de la realidad que esta interpretación maniquea y ajena al rigor histórico.
La estructura deportiva del franquismo se basa en la adhesión al régimen de todos los directivos de todos los clubs y todas las federaciones. Jugadores, directivos, entrenadores ó árbitros que han mostrado una relación significativa con el régimen republicano son depurados, uso frecuente en el vocabulario de la época, y apartados de toda actividad pública como mal menor.
Desde 1939 los miembros de las Federaciones Deportivas son nombrados directamente por la Delegación Nacional de Deportes, siempre y cuando la trayectoria individual esté en sintonía con la ideología del nuevo estado. La Delegación Nacional de Deportes, presidida por el general Moscardó, designa a los presidentes de la Federación Española de Fútbol y de la Federación Regional Sur, y es ésta última quien nombra a los presidentes de los clubs andaluces, y por tanto, a los del Betis y del Sevilla.
No hay, en virtud de estas condiciones, equipos afectos al régimen ni equipos perseguidos. Sí un predominio claro del estamento militar y de la ideología falangista en la reorganización del deporte después de la guerra civil, en línea con la utilización de la actividad deportiva como una manifestación más al servicio de la disciplina y la uniformidad de la población, en consonancia con lo que sucede en otros regímenes totalitarios de la época.
El general Moscardó, presidente de la Delegación Nacional de Deportes, y el teniente coronel Troncoso, presidente de la Federación Española de Fútbol, en el palco del Stadium Gal de Irún. Fuente: Marca 18 de Octubre de 1939
Sólo en el caso del Atlético Aviación durante el periodo 1939-1946 podemos constatar una determinada vinculación entre el poder militar y la dirección del club. Su propio nacimiento como club deportivo militar, antes de fusionarse con el Athletic de Madrid en 1939 es prueba de esta relación, que prosigue durante los primeros años 40. Jugadores y técnicos ostentan cargos en el Ejército del Aire, y en el periodo álgido de la Segunda Guerra Mundial se celebran partidos amistosos contra equipos de la aviación militar italiana y alemana.
Partido disputado entre el Atlético Aviación y un equipo de la Aviación militar italiana. Fuente: Marca 20 de Diciembre de 1942
Esta vinculación desaparece en 1947, cuando el régimen tiene que comenzar a cambiar su fachada ante el exterior después de la victoria aliada. Así el club vuelva a denominarse Atlético de Madrid, desapareciendo su relación con el ejército y la aviación.
Pero ni Betis ni Sevilla son perseguidos ó favorecidos políticamente, y su muy distinto punto de partida al reanudarse las competiciones futbolísticas en 1939, ha de explicarse en función de otros condicionantes.
Recientemente otro sector que se dedica a estudiar la historia de los clubs sevillanos nos presenta una versión radicalmente distinta. El Betis habría sido favorecido por el franquismo por el orígen militar de algunos de sus fundadores, mientras que el Sevilla sería el perjudicado, poniendo como ejemplo de ello su cambio de denominación oficial en 1941 ó la marcha de Sánchez Pizjuán a la vicepresidencia de la Federación Española de Fútbol.
Fuente: ABC 29 de Noviembre de 1941
Esta versión es tan falsa como la anterior.
Presidentes de ambos clubs son represaliados durante la contienda civil (Blasco Garzón ó Mantecón Navasal mueren en el exilio), pero ninguno es perseguido por su filiación deportiva sino por su defensa de la legalidad republicana. En ambos clubs podemos encontrar también persona afectas a los sublevados: desde Ramón Carranza en el Sevilla (primer alcalde nombrado por Queipo de Llano el 19 de Julio de 1936, encargado de la conquista y represión en diversos pueblos de Sevilla, Huelva y Córdoba, y posteriormente presidente de la Diputación Provincial de Sevilla), hasta Eduardo Benjumea en el Betis (jefe local del Movimiento en Sevilla en los primeros años 40).
Ramón de Carranza al lado de Franco y junto a los generales Yagüe y Queipo de Llano en los poblados de colonización en las Marismas
Son numerosos los casos de esta adhesión al régimen por parte de los directivos de ambos clubs, pues sin esa identificación, o al menos neutralidad, ninguno hubiera podido ser directivo en estos años iniciales del régimen franquista.
Si bien mantengo que no existe ninguna discriminación ni favoritismo de carácter político no es así en el terreno meramente federativo, donde sí podemos constatar una actitud perjudicial en contra de los intereses del Real Betis Balompié.
El llamado caso Antúnez es el ejemplo más conocido en este sentido, aunque no es el único que a día de hoy podemos documentar. Es también el que más ha trascendido, ya que su repercusión y consecuencias afectaron más allá de los dos clubs sevillanos, y el que más ha perdurado en el tiempo, pues 64 años después aún despierta polémica.
El caso Antúnez. Fútbol, poder militar y federativo en los años 40. (Parte 1ª)
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