La semana pasada cumplía 21 años y el regalo no se hizo esperar. El sábado, Gabriel Humberto Calderón le regalaba su primera convocatoria con los grandes y, un día después, el estreno en competición oficial con el equipo de su vida. No en vano, ingresó en Los Bermejalesen edad benjamín y, después de mucho esfuerzo, incluido el sinsabor del ´destierro´ en forma de cesiones y desvinculaciones, le tocó, al fin, la gloria.
Juan Manuel García García es cañamero y bético. Lo atestigua su padre, una institución en elSan José, donde nadie sabría quién es Juan Manuel García Escudero, pero todos conocen al'Sheriff'. Director deportivo del conjunto azulino desde tiempos inmemoriales, relata para ESTADIO cómo fue el descubrimiento de la nueva perla heliopolitana. "Tenía siete añitos cuando David Ortega, entonces técnico de los benjamines del Betis, lo captó. Habló con el delegado del equipo y, después, conmigo. Ingresó el año siguiente, a las órdenes de Alfonso Salado, y se ha pegado en la casa casi trece años. En mi familia tenemos todos esos colores, por lo que imagínate la alegría y el orgullo. Tan sólo se ausentó el primer año de juvenil por un problema personal. Se vino al San José y metió al equipo en la fase de ascenso a Liga Nacional con sus 38 goles, más los seis o siete de la liguilla. Volvió al Betis y todo iba bien hasta que lo cedieron el año pasado".
El progenitor del delantero, eso sí, exculpa a Óscar Cano de su salida de la entidad y le agradece, en cambio, su apuesta para que regresara en invierno. "El entrenador del filial quería verlo, pero el Coria pidió que lo dejaran allí para disputar el ´play off´ de ascenso a Segunda B. Cuando acabó, el grupo estaba hecho, así que, con mucho dolor por su parte, se desvinculó.Jesús (Rodríguez de Moya, su agente) tenía varias opciones, si bien nos decidimos por elAlcalá. Bendita la hora, porque allí había cada partido un ojeador bético, pues el B jugaba dos semanas después con el equipo que soltaban los panaderos. Creo que fue Antonio Blanco el que reparó en su progresión. Los nuevos miembros de la coordinación de cantera no lo conocían y, cuando jugó en la Ciudad Deportiva Luis del Sol, el propio Óscar Cano hizo fuerza para ficharlo", relata 'Sheriff', que define a su hijo como "un delantero atípico, bajito, pero con mucha movilidad y con un gran detente vertical, fruto de su potente tren inferior. De hecho, la gente se sorprende al ver que marca cada temporada muchos goles de cabeza. Es listo y busca bien la espalda de los centrales. Siempre fue valiente, agresivo y dinámico. Además, en el campo vence su timidez. Muestra su carácter".
Por último, el director deportivo del San José, que tiene otro vástago de 17 años (Ezequiel) en los juveniles cañameros, vivió con ilusión el debut de Juanma: "En el filial actúa como segundo punta, ya que, ahí, ayuda más al equipo. Es una postura inteligente del entrenador, porque también hace daño viniendo desde atrás y trabaja para hacer huecos a los compañeros. Desde chico le piden que no se vacíe, sino que se dosifique. En Villarreal participó poco, ya que, enseguida, el Betis apostó más por el juego aéreo. Lo vi en su tónica, pese a jugar en la derecha y no en su sitio. Eso a él no le importa, pues no es egoísta. Toca bien de primeras y de espaldas, como intentó hacer allí. Estaba detrás de Rubén en el 1-1 por si no llegaba y deN'Diaye al final para cazar un rebote. Hablé con él después y estaba feliz, aunque Juanma siempre quiere más. Es ambicioso. Ha cumplido un sueño y no quiere parar".
Lo ve igual David Ortega, su mentor y, paradójicamente, el observador de su ascensión desde la distancia. "Es curioso que yo emitiera el informe por el que se le ficha y nunca le haya entrenado. Al año siguiente de reclutarlo, me dieron los alevines y Juanma se puso a las órdenes de Alfonso Salado, con el que fue campeón de Andalucía", apunta a este periódico el reputado técnico sevillano, que no dudó a la hora de apostar por este menudo artillero: "El benjamín del San José estaba en nuestro grupo y, además, era de los más potentes. Se veía a leguas que Sergio Rodríguez y él, que era un año más chico, del 93, marcaban las diferencias. Era la campaña 2001/2002".
A la hora de definirlo, Ortega se deshace en elogios, pese a que, mientras más temprana es la edad, más complicado resulta discernir a los que llegarán: "Era pequeñito, rápido, habilidoso y con desparpajo. Muy listo y desequilibrante. Aunque tuviera siete años, el talento se muestra rápido, como la técnica, la conducción o la resistencia. Lo seguí en la cantera y ha madurado muchísimo. En el Coria lo vi en forma, confirmando todo lo que yo esperaba de él, que se está asentando en el filial. Abre bien los espacios, aprovecha las segundas jugadas, desequilibra por las bandas... Es un 'ratón' de área, el típico delantero pesado que desquicia a las defensas. Y, sin ser un virtuoso, tiene calidad de sobra para asistir, encarar y definir. Además, es incisivo y agresivo, algo poco común".
Por último, ESTADIO quiso hablar con Jesús Rodríguez de Moya, el representante que apostó por el atacante el verano pasado, "cuando nadie contaba con él", y le fichó para 'Professional Football Managers'. "Lo vimos en el Coria y acudimos a él. Representa bien el eslogan de la agencia, ´Fútbol para Personas´. En nuestra reunión técnica de los martes, surgió su nombre. Después, nos informamos sobre su entorno y vimos que tanto su familia como su cabeza estaban 'amuebladas'. A mí es un futbolista que me tiene enamorado", asegura el intermediario sevillano, "agradecido" a Jesús Galván, que era "el entrenador adecuado para hacerle despertar" y espera que Juanma "siga exhibiendo su ambición, pero también su humildad y sus ganas de crecer".
Además, Rodríguez de Moya desvela una anécdota: "Me ha ganado ya dos apuestas. La primera, que era capaz de hacer diez goles en el Alcalá antes del 31 de diciembre, cuando podía salir a otro club. Le conmutaba uno por cada tres asistencias y, a principios de ese mes, desistí, porque ya iba por ocho. La otra, que no iba a ser capaz de llegar al primer equipo esta temporada. Le debo una comida y un regalito". Y es que el cañamero tiene, a ojos de su agente, "un sello especial por su picardía y por su voracidad con el pie y la cabeza. Hay que guiarse por lo que se ve, no por unas estadísticas". Amén.
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