Me podría acordar de mil personas para celebrar este ascenso... De amigos que se han ido, de gente que ha dejado huellas imborrables, de familia, de amigos que son casi familia, de siglas y de movimientos, de días y de anécdotas. De tantos y tantos, desde el más currante al más guerrillero, desde el más brillante al mejor delantero. Pero yo me voy a acordar de alguien que huye de golpes de pecho, que trabaja incansable en lo que cree, que es capaz de dedicar horas y horas, de representar y dejar que representen según convenga, de agruparnos y organizarnos, de llevar tanto al dedillo que un mensaje o llamada suyos son directamente mandamientos en mi credo bético.

Esa persona, sin cuyo inmenso trabajo muchas cosas no serían hoy lo mismo no sólo en mi entorno sino en el mismísimo Betis, tiene para mí el agradecimiento de muchísimas cosas, pues me ha enseñado a saber estar, a tener paciencia, a luchar por el Betis en esa estrategia de muñeca rusa. En cada muñeca puede reflejar lo que hace por un bético, por su peña, por las peñas, por el beticismo, por el Betis... Y ahí sigue, no lo buscarás buscando palcos, seguramente si aparece será porque es bueno para los demás y correrá al gol sur, a ver al Betis, con los suyos.

He aprendido mucho, he aprendido que no hay que ser ni el más rumboso ni el que habla mejor, simplemente hay que tener las ganas de seguir un paso más, en lo bueno y en lo malo, de enfrentarse a todo si va contra el Betis. Gracias a eso cuenta con la amistad sincera de muchos, muchísimos béticos, y el respeto de todavía más. Porque si alguien habla con Mariano, sabe que está delante de esos béticos que son ejemplo de beticismo.

Gracias