Leedlo:
http://www.abcdesevilla.es/20110703/deportes-betis/sevi-vuelve-estar-pasado-201107022133.html
Durante la larga noche en la que Manuel Ruiz de Lopera castigó a la historia del club anterior a 1992, el Betis, como club, como institución, se desligó de su esencia, de quienes forjaron la solidez de esas trece barras que aguantaron vaivenes bélicos, el duro caminar por la Tercera e hicieron de ese emblema de Heliópolis un sentimiento que traspasa fronteras. Han sido 18 años de olvido y recelos hacia el Betis anterior al 92, más grande (dos títulos) y más auténtico, que están siendo felizmente resueltos en la nueva era que se vive en las oficinas del Benito Villamarín. El consejo se ha reforzado con dos integrantes que aportarán su valía profesional pero que traen el aderezo de antepasados que dejaron huella en el beticismo: Isabel Simó como hija del queridísimo Manuel Simó Mateos y León Lasa, hijo de aquel jugador que actuó durante diez temporadas en el bloque verdiblanco y que como entrenador protagonizó el retorno a Primera tras el descalabro del equipo campeón de Copa en el 77.
Con Isabel Simó el Betis ha ganado ese trocito de historia que tenía pendiente recuperar. Su padre trabajó durante casi 47 años ininterrumpidos en el club desde que el 5 de octubre de 1931 ingresó en el Betis hasta que falleció en abril de 1978 ocupando puestos diversos desde secretario técnico o general a directivo pasando siempre por delegado de campo e, incluso, haciendo las veces de presidente. Recibió la medalla de oro al Mérito Deportivo de la Federación Andaluza de Fútbol por su dedicación y en su marcha era recordado en ABC con las siguientes palabras de R. Ríos: «Luto en el balompié hispalense. Se nos ha ido un hombre excepcional, de ejemplares cualidades humanas, un señor: Manuel Simó. ¿Escribir de Manuel Simó? No, a veces, y es este el caso, el periodista no puede expresar con palabras comunies quién fue Manuel Simó. Con su muerte se ha ido también la historia viva del Betis. Porque él lo fue todo en el club, al que ha estado ligado muchísimos años, por vocación y devoció. Plumas y voces mejores que la mía hay para glosar la figura de un hombre de excepción en el trato con los demás, de un bético que fue dejando estela de ejemplo a seguir. No quiero que “allá arriba” te ruborices, como tantas veces lo hiciste aquí aabjo, cuando te reconocimos tus valores humanos. Pero cuando esta mañana te despidamos vamos a sentir un gran vacío, ese que llenaste de bondad y servicio cada vez que de ti solictábamos algo. Nos ha dejado Manuel Simó. En el Betis falta alguien: un señor, que lo fue siempre». Es la herencia que le dejó a su hija Isabel, directora del Archivo de Indias, y que tiene la tarea de revitalizar la presencia del Betis en la Sevilla social y cultural. En la asamblea del pasado miércoles fue reconocida por los más veteranos del lugar y se emocionó, como lo hace cada domingo cuando se sentaba en el lugar que le corresponde a su abono de Preferencia, ya que lleva yendo al Villamarín desde los catorce años. También en la herencia de Simó está el impresionante archivo fotográfico del club, que fue expuesto recientemente.
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Rosa Baleriola en la junta directiva de Retamero
La presencia de Simó también trae al recuerdo colectivo la figura de Rosa Baleriola, la que fue primera mujer directiva del Betis, y única hasta el pasado miércoles, y que con 34 años, en 1988 entró en la cúpula bética de la mano de Gerardo Martínez Retamero, en la que ocupó el puesto de vocal. Su condición de pionera nació desde que en 1985, por ser mujer, no le permitieron la entrada en el palco bético y no paró de insistir a Martínez Retamero hasta ser directiva. Ahora Simó toma su testigo en un hecho que cada vez debe ser menos noticia para asentar la normalidad en el fútbol.
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Lasa (padre) aupado por Cobo y Gordillo, en el ascenso del 79
El caso de León Lasa también tiene un significado especial. El consejero que a partir del pasado miércoles se encargará de la parcela de la cantera es el hijo de otro referente en la historia del club. Jugó durante seis temporadas en el primer equipo bético y regresó en el puesto de entrenador para sustituir a García Traid en la 78-79 y rematar el ascenso. Para resumir su herencia, las palabras que le dedicó Manuel Ramírez Fernández de Córdoba en 2003 en ABC: «En la alineación, un futbolista tan corto de estatura como de letras su apellido, pero con un corazón de gigante, rápido como ninguno, de un juego de ráfaga, más de gamo que del León que llevaba por nombre y que aquel día, si la memoria no me pega un regate, hasta marcó un gol y, como todos sus compañeros, salió a hombros.
Años más tarde, ya en otros tiempos, también volvió a salir a hombros del campo porque consiguió desde el banquillo un ascenso a Primera División, lo mismo que hiciera en aquella campaña del 57-58 y que hoy, al enterarme de su muerte, rememoro casi desde los recuerdos de la niñez para subrayar, en este día negro en verdiblanco, a un hombre, jugador y entrenador, de sonrisa abierta, buen talante y simpatía contagiosa que hizo historia añeja en dos épocas del Betis, De aquel Betis del ayer y ya eterno».
Y no concluye con ellos, ya que recientemente ha entrado a trabajar como abogado en el club José Francisco Ruiz, nuevo director del área jurídica por sus conocimientos de Derecho deportivo, y que es sobrino nieto de Manuel Ruiz, aquel coriano que fue presidente del Betis entre 1952 y 1955 y que precedió a Benito Villamarín. Y se completa este guiño al pasado con la reciente apertura de la Asociación de Exjugadores del Betis, una idea del exconsejero Antonio Álvarez desarrollada ahora, que ha unido a muchos históricos.
«He cogido el testigo de mi padre»
Isabel Simó ha vivido una semana cargada de emociones. El miércoles, cuando fue nombrada consejera, lo vio así: «He sentido como si cogiera el testigo de mi padre 33 años después. Él murió siendo secretario general del Betis y ahora entro yo. Cada vez que voy al campo, todavía se me pone un nudo en la garganta y siempre miro la zona del banquillo donde estaba mi padre cuando era delegado de campo. Soy socia de Prerencia pero ya me han dicho que me olvide de eso, que tengo que ir al palco. No sé si lo pasaré bien porque soy muy expresiva. Sé que mi padre estaría muy orgulloso de mí. Jaramillo es como de la familia».
El beticismo de Manuel Simó
Es pasear por la hemeroteca de ABC y no cesan de aparecer artículos que glosan la labor y la bonhomía de Manuel Simó Mateos. En una entrevista de 1969 con Arenal, Simó dice «siempre que gana el Betis es una alegría, algo que se le mete a uno muy adentro; y los tropiezos los he sentido, porque era como un tropiezo mío».
http://www.abcdesevilla.es/20110703/deportes-betis/sevi-vuelve-estar-pasado-201107022133.html
Durante la larga noche en la que Manuel Ruiz de Lopera castigó a la historia del club anterior a 1992, el Betis, como club, como institución, se desligó de su esencia, de quienes forjaron la solidez de esas trece barras que aguantaron vaivenes bélicos, el duro caminar por la Tercera e hicieron de ese emblema de Heliópolis un sentimiento que traspasa fronteras. Han sido 18 años de olvido y recelos hacia el Betis anterior al 92, más grande (dos títulos) y más auténtico, que están siendo felizmente resueltos en la nueva era que se vive en las oficinas del Benito Villamarín. El consejo se ha reforzado con dos integrantes que aportarán su valía profesional pero que traen el aderezo de antepasados que dejaron huella en el beticismo: Isabel Simó como hija del queridísimo Manuel Simó Mateos y León Lasa, hijo de aquel jugador que actuó durante diez temporadas en el bloque verdiblanco y que como entrenador protagonizó el retorno a Primera tras el descalabro del equipo campeón de Copa en el 77.
Con Isabel Simó el Betis ha ganado ese trocito de historia que tenía pendiente recuperar. Su padre trabajó durante casi 47 años ininterrumpidos en el club desde que el 5 de octubre de 1931 ingresó en el Betis hasta que falleció en abril de 1978 ocupando puestos diversos desde secretario técnico o general a directivo pasando siempre por delegado de campo e, incluso, haciendo las veces de presidente. Recibió la medalla de oro al Mérito Deportivo de la Federación Andaluza de Fútbol por su dedicación y en su marcha era recordado en ABC con las siguientes palabras de R. Ríos: «Luto en el balompié hispalense. Se nos ha ido un hombre excepcional, de ejemplares cualidades humanas, un señor: Manuel Simó. ¿Escribir de Manuel Simó? No, a veces, y es este el caso, el periodista no puede expresar con palabras comunies quién fue Manuel Simó. Con su muerte se ha ido también la historia viva del Betis. Porque él lo fue todo en el club, al que ha estado ligado muchísimos años, por vocación y devoció. Plumas y voces mejores que la mía hay para glosar la figura de un hombre de excepción en el trato con los demás, de un bético que fue dejando estela de ejemplo a seguir. No quiero que “allá arriba” te ruborices, como tantas veces lo hiciste aquí aabjo, cuando te reconocimos tus valores humanos. Pero cuando esta mañana te despidamos vamos a sentir un gran vacío, ese que llenaste de bondad y servicio cada vez que de ti solictábamos algo. Nos ha dejado Manuel Simó. En el Betis falta alguien: un señor, que lo fue siempre». Es la herencia que le dejó a su hija Isabel, directora del Archivo de Indias, y que tiene la tarea de revitalizar la presencia del Betis en la Sevilla social y cultural. En la asamblea del pasado miércoles fue reconocida por los más veteranos del lugar y se emocionó, como lo hace cada domingo cuando se sentaba en el lugar que le corresponde a su abono de Preferencia, ya que lleva yendo al Villamarín desde los catorce años. También en la herencia de Simó está el impresionante archivo fotográfico del club, que fue expuesto recientemente.
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Rosa Baleriola en la junta directiva de Retamero
La presencia de Simó también trae al recuerdo colectivo la figura de Rosa Baleriola, la que fue primera mujer directiva del Betis, y única hasta el pasado miércoles, y que con 34 años, en 1988 entró en la cúpula bética de la mano de Gerardo Martínez Retamero, en la que ocupó el puesto de vocal. Su condición de pionera nació desde que en 1985, por ser mujer, no le permitieron la entrada en el palco bético y no paró de insistir a Martínez Retamero hasta ser directiva. Ahora Simó toma su testigo en un hecho que cada vez debe ser menos noticia para asentar la normalidad en el fútbol.
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Lasa (padre) aupado por Cobo y Gordillo, en el ascenso del 79
El caso de León Lasa también tiene un significado especial. El consejero que a partir del pasado miércoles se encargará de la parcela de la cantera es el hijo de otro referente en la historia del club. Jugó durante seis temporadas en el primer equipo bético y regresó en el puesto de entrenador para sustituir a García Traid en la 78-79 y rematar el ascenso. Para resumir su herencia, las palabras que le dedicó Manuel Ramírez Fernández de Córdoba en 2003 en ABC: «En la alineación, un futbolista tan corto de estatura como de letras su apellido, pero con un corazón de gigante, rápido como ninguno, de un juego de ráfaga, más de gamo que del León que llevaba por nombre y que aquel día, si la memoria no me pega un regate, hasta marcó un gol y, como todos sus compañeros, salió a hombros.
Años más tarde, ya en otros tiempos, también volvió a salir a hombros del campo porque consiguió desde el banquillo un ascenso a Primera División, lo mismo que hiciera en aquella campaña del 57-58 y que hoy, al enterarme de su muerte, rememoro casi desde los recuerdos de la niñez para subrayar, en este día negro en verdiblanco, a un hombre, jugador y entrenador, de sonrisa abierta, buen talante y simpatía contagiosa que hizo historia añeja en dos épocas del Betis, De aquel Betis del ayer y ya eterno».
Y no concluye con ellos, ya que recientemente ha entrado a trabajar como abogado en el club José Francisco Ruiz, nuevo director del área jurídica por sus conocimientos de Derecho deportivo, y que es sobrino nieto de Manuel Ruiz, aquel coriano que fue presidente del Betis entre 1952 y 1955 y que precedió a Benito Villamarín. Y se completa este guiño al pasado con la reciente apertura de la Asociación de Exjugadores del Betis, una idea del exconsejero Antonio Álvarez desarrollada ahora, que ha unido a muchos históricos.
«He cogido el testigo de mi padre»
Isabel Simó ha vivido una semana cargada de emociones. El miércoles, cuando fue nombrada consejera, lo vio así: «He sentido como si cogiera el testigo de mi padre 33 años después. Él murió siendo secretario general del Betis y ahora entro yo. Cada vez que voy al campo, todavía se me pone un nudo en la garganta y siempre miro la zona del banquillo donde estaba mi padre cuando era delegado de campo. Soy socia de Prerencia pero ya me han dicho que me olvide de eso, que tengo que ir al palco. No sé si lo pasaré bien porque soy muy expresiva. Sé que mi padre estaría muy orgulloso de mí. Jaramillo es como de la familia».
El beticismo de Manuel Simó
Es pasear por la hemeroteca de ABC y no cesan de aparecer artículos que glosan la labor y la bonhomía de Manuel Simó Mateos. En una entrevista de 1969 con Arenal, Simó dice «siempre que gana el Betis es una alegría, algo que se le mete a uno muy adentro; y los tropiezos los he sentido, porque era como un tropiezo mío».
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