Hablo en segunda persona porque yo, que viajaba desde Málaga para ver cinco o seis partidos por temporada, decidí no volver hasta el primer partido de la era post-Lopera.
Después del éxito de la macromanifestación del 15-J, la afición convertiría ese éxito en una pantomima y en algo "folclórico" si no continúa posicionándose cada domingo en el estadio. El "Lopera vete ya" debe convertirse en el cántico más conocido del fútbol nacional. Al menos, para demostrar que la afición del Betis es digna. De lo contrario, el papelón sería lamentable; la pamplina esa de que hay que animar al equipo y, por tanto, olvidarse de Lopera durante los partidos, no resiste el análisis más simple que se pueda hacer: ¿de qué ha servido la pasada temporada esa postura?; quizá la lectura contraria tenga más sentido: si los jugadores ven a una afición más implicada en la oposición a Lopera -lo que muchos de ellos querrían hacer y no pueden- es posible que se vean más obligados con una afición que no traga y demuestra dignidad.
En definitiva, pienso que hay que perder el miedo y no bajar la guardia para que, como mínimo, se sienta hostigado el secuestrador.
Después del éxito de la macromanifestación del 15-J, la afición convertiría ese éxito en una pantomima y en algo "folclórico" si no continúa posicionándose cada domingo en el estadio. El "Lopera vete ya" debe convertirse en el cántico más conocido del fútbol nacional. Al menos, para demostrar que la afición del Betis es digna. De lo contrario, el papelón sería lamentable; la pamplina esa de que hay que animar al equipo y, por tanto, olvidarse de Lopera durante los partidos, no resiste el análisis más simple que se pueda hacer: ¿de qué ha servido la pasada temporada esa postura?; quizá la lectura contraria tenga más sentido: si los jugadores ven a una afición más implicada en la oposición a Lopera -lo que muchos de ellos querrían hacer y no pueden- es posible que se vean más obligados con una afición que no traga y demuestra dignidad.
En definitiva, pienso que hay que perder el miedo y no bajar la guardia para que, como mínimo, se sienta hostigado el secuestrador.
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