Que me perdone mi estimado forero si parafraseo a la inversa el título de su post. Pero quiero empezar por ese título para pensar en positivo de muchas cosas que están pasando y han pasado.
Es cierto que la afición ha abandonado la grada, no hay afición en las gradas porque el bético que acude tiene la mente puesta en mil sitios y sólo lo despiertan los goles. Si los hay quiere introducirse en la fiesta porque la necesita, sino, un ronroneo de cabreo continuo le lleva a pensar en mil cosas para al final bajar los brazos e irse a su casa diciendo... otra vez... a la próxima...
No, el bético puede que en estos momentos esté así por muchísimas razones dignas de analizar. El bético no es opositor, el bético no es barriobajero, el bético no es nada de lo que se le pueda tachar, incluido cualquier denominación al contrario. El bético es de naturaleza apasionado, y de la misma naturaleza sufridor. En la mezcla de ambas cosas un señor entro por medio y nos hizo creer cosas tan profundas, tan mangíficas, tan geniales, que le dimos tanto, tantísimo, que no hemos visto en qué se fue convirtiendo, en qué estaba convirtiendo al Betis y cuáles eran sus verdaderas intenciones.
Ese es el momento en el que cada bético se da cuenta que su entrega tiene un límite, muchos, muchísimos, el límite lo cruzaron hace mucho tiempo, con dolorosas muestras de protesta que van hasta abandonar su sitio en el campo, un sitio y un número con tantos años que duele pensarlo. Ese límite, ese momento en el que el bético dice "hasta aquí he llegado" a cada uno le llega de una manera distinta. Pero acaba llegando, desgraciadamente acaba llegando y son tan afición como quien no quiere saber nada más que animar, animar y animar. Que no lo veo bien, pero animar se anima de muchas formas, igual que protestar se protesta de muchas formas.
Por eso pienso que el bien del Betis está en su afición. Por activa y por pasiva nos volcamos con descensos, con ascensos, con buenos y malos momentos creyendo que teníamos a alguien de los nuestros al mando, alguien que estaba de nuestro lado, que creía en lo que creíamos, que daba su vida por el Betis.
Quizá por eso a cada pequeño detalle el bético no prestaba importancia, no pasaba nada, ni los jugadores veteranos, ni los que salían por la puerta de atrás, ni promesas que se amontonaban unas detrás de otra nos hacían ver que aquello no era normal. Asambleas que pasaban sin pena ni gloria tenían a béticos gritando contra quien se señalase y pidiendo el destierro de la ciudad del Betis, a todo nos volcábamos con pasión.
Pero la pasión que nos sepultó como AFICIÓN ha ido dando paso a una corriente crítica, a una corriente bética, muy bética, que quería ver más allá del universo que nos habían fabricado. Cuándo empezó? No lo sé, ni siquiera quién lo empezó, pero ante una injusticia un bético miró para delante y dijo: ASÍ NO. Y así otro bético se le unió, y dos béticos son AFICIÓN, y a estos algunos más que siguieron viendo injusticias donde otros veíamos unión inquebrantable y que no era el momento. A cada uno nos llegó el momento de decir que aquello no era lógico, y a muchos, más de la cuenta, les llovieron insultos e insinuaciones (sí señores, insultos e insinuaciones que no se las deseo a nadie). Y la AFICIÓN, sí señores, la AFICIÓN movió ficha, cuatro gatos verdiblancos se movieron. Otros lo hicieron antes y el repudio se produjo. De momento, nuestras acciones podían ser algo más que un cuadro en la pared y así es. Son algo más, mucho más, muchísimo más.
Y a partir de ahí todos aprendimos cosas que nunca se nos plantearon como béticos. Balances de cuentas, Tontas y listas, empresas raras, delitos societarios, dineros que iban y venían sin un 8,5%, etc. etc. Al principio suena a chino, pero poco a poco suena a demonios. Esto pasa en el Betis? Y tanto que pasa, y la afición decidió moverse, porque LA AFICIÓN BÉTICA se ha movido y ha creído que había que pedir explicaciones. No entro aquí en los tejemanejes del consejo de administración para contener, para cohibir, para prohibir, para mortificar, para vilipendiar, para calumniar, para tanto y tanto diferente que para lo que debiera ser que da vergüenza, muchísima vergüenza.
Y la AFICIÓN sigue moviéndose. El señor que un día quiso agradecer aquello que era lo más grande para él, la salvación del Betis, haciendo una colecta popular para hacer un busto, ahora grita todo lo alto que sus 90 y tantos años le dejan que el Betis se está muriendo. Las peñas, abortadas en torno a una coordinadora parapeto que ha hecho dormir a las peñas el sueño casi eterno, ahora ve cómo las propias peñas le devuelven su desidia y su mal hacer. Porque lo han hecho mal. El consejo sigue en sus trece, controlar, controlar y controlar para que sólo sobresalga el maldito busto.
Y todo esto lo hace la AFICIÓN. Y la AFICIÓN fue también la única que se ha movido para protestar por el cierre de nuestro campo, y la AFICIÓN le dijo bien clarito el año pasado al consejo que así no. Cierto es que la AFICIÓN en las sociedades anónimas no vota en el consejo de administración, pero en el nuestro ni siquiera lo hacen los consejeros. Por eso la AFICIÓN hace cosas. Los homenajes, el centenario, las ganas, los aplausos, los movimientos, los desplazamientos, hasta sus banderas, las hace la AFICIÓN. Sin el consejo, que va por libre tapando agujeros allá donde la podedumbre hacen que salgan de forma nauseabunda, con unos medios oficiales al servicio no del Betis, sino del busto.
Estos días se demuestra más que nunca que la AFICIÓN existe, presentando planes de futuro que son la envidia de cualquiera, creando una Federación Nacional de Peñas, creando, creando y creando para el Betis, para este Betis y el del Futuro, que es la esperanza de todos.
Por eso, porque soy parte y muy orgullosa de esa AFICIÓN, digo bien alto que la AFICIÓN es el bien del Betis, su cura y su futuro. Y habrá algún día que digamos que ciertos señores no eran nadie en el Betis, porque quisieron ser más que su AFICIÓN.
Es cierto que la afición ha abandonado la grada, no hay afición en las gradas porque el bético que acude tiene la mente puesta en mil sitios y sólo lo despiertan los goles. Si los hay quiere introducirse en la fiesta porque la necesita, sino, un ronroneo de cabreo continuo le lleva a pensar en mil cosas para al final bajar los brazos e irse a su casa diciendo... otra vez... a la próxima...
No, el bético puede que en estos momentos esté así por muchísimas razones dignas de analizar. El bético no es opositor, el bético no es barriobajero, el bético no es nada de lo que se le pueda tachar, incluido cualquier denominación al contrario. El bético es de naturaleza apasionado, y de la misma naturaleza sufridor. En la mezcla de ambas cosas un señor entro por medio y nos hizo creer cosas tan profundas, tan mangíficas, tan geniales, que le dimos tanto, tantísimo, que no hemos visto en qué se fue convirtiendo, en qué estaba convirtiendo al Betis y cuáles eran sus verdaderas intenciones.
Ese es el momento en el que cada bético se da cuenta que su entrega tiene un límite, muchos, muchísimos, el límite lo cruzaron hace mucho tiempo, con dolorosas muestras de protesta que van hasta abandonar su sitio en el campo, un sitio y un número con tantos años que duele pensarlo. Ese límite, ese momento en el que el bético dice "hasta aquí he llegado" a cada uno le llega de una manera distinta. Pero acaba llegando, desgraciadamente acaba llegando y son tan afición como quien no quiere saber nada más que animar, animar y animar. Que no lo veo bien, pero animar se anima de muchas formas, igual que protestar se protesta de muchas formas.
Por eso pienso que el bien del Betis está en su afición. Por activa y por pasiva nos volcamos con descensos, con ascensos, con buenos y malos momentos creyendo que teníamos a alguien de los nuestros al mando, alguien que estaba de nuestro lado, que creía en lo que creíamos, que daba su vida por el Betis.
Quizá por eso a cada pequeño detalle el bético no prestaba importancia, no pasaba nada, ni los jugadores veteranos, ni los que salían por la puerta de atrás, ni promesas que se amontonaban unas detrás de otra nos hacían ver que aquello no era normal. Asambleas que pasaban sin pena ni gloria tenían a béticos gritando contra quien se señalase y pidiendo el destierro de la ciudad del Betis, a todo nos volcábamos con pasión.
Pero la pasión que nos sepultó como AFICIÓN ha ido dando paso a una corriente crítica, a una corriente bética, muy bética, que quería ver más allá del universo que nos habían fabricado. Cuándo empezó? No lo sé, ni siquiera quién lo empezó, pero ante una injusticia un bético miró para delante y dijo: ASÍ NO. Y así otro bético se le unió, y dos béticos son AFICIÓN, y a estos algunos más que siguieron viendo injusticias donde otros veíamos unión inquebrantable y que no era el momento. A cada uno nos llegó el momento de decir que aquello no era lógico, y a muchos, más de la cuenta, les llovieron insultos e insinuaciones (sí señores, insultos e insinuaciones que no se las deseo a nadie). Y la AFICIÓN, sí señores, la AFICIÓN movió ficha, cuatro gatos verdiblancos se movieron. Otros lo hicieron antes y el repudio se produjo. De momento, nuestras acciones podían ser algo más que un cuadro en la pared y así es. Son algo más, mucho más, muchísimo más.
Y a partir de ahí todos aprendimos cosas que nunca se nos plantearon como béticos. Balances de cuentas, Tontas y listas, empresas raras, delitos societarios, dineros que iban y venían sin un 8,5%, etc. etc. Al principio suena a chino, pero poco a poco suena a demonios. Esto pasa en el Betis? Y tanto que pasa, y la afición decidió moverse, porque LA AFICIÓN BÉTICA se ha movido y ha creído que había que pedir explicaciones. No entro aquí en los tejemanejes del consejo de administración para contener, para cohibir, para prohibir, para mortificar, para vilipendiar, para calumniar, para tanto y tanto diferente que para lo que debiera ser que da vergüenza, muchísima vergüenza.
Y la AFICIÓN sigue moviéndose. El señor que un día quiso agradecer aquello que era lo más grande para él, la salvación del Betis, haciendo una colecta popular para hacer un busto, ahora grita todo lo alto que sus 90 y tantos años le dejan que el Betis se está muriendo. Las peñas, abortadas en torno a una coordinadora parapeto que ha hecho dormir a las peñas el sueño casi eterno, ahora ve cómo las propias peñas le devuelven su desidia y su mal hacer. Porque lo han hecho mal. El consejo sigue en sus trece, controlar, controlar y controlar para que sólo sobresalga el maldito busto.
Y todo esto lo hace la AFICIÓN. Y la AFICIÓN fue también la única que se ha movido para protestar por el cierre de nuestro campo, y la AFICIÓN le dijo bien clarito el año pasado al consejo que así no. Cierto es que la AFICIÓN en las sociedades anónimas no vota en el consejo de administración, pero en el nuestro ni siquiera lo hacen los consejeros. Por eso la AFICIÓN hace cosas. Los homenajes, el centenario, las ganas, los aplausos, los movimientos, los desplazamientos, hasta sus banderas, las hace la AFICIÓN. Sin el consejo, que va por libre tapando agujeros allá donde la podedumbre hacen que salgan de forma nauseabunda, con unos medios oficiales al servicio no del Betis, sino del busto.
Estos días se demuestra más que nunca que la AFICIÓN existe, presentando planes de futuro que son la envidia de cualquiera, creando una Federación Nacional de Peñas, creando, creando y creando para el Betis, para este Betis y el del Futuro, que es la esperanza de todos.
Por eso, porque soy parte y muy orgullosa de esa AFICIÓN, digo bien alto que la AFICIÓN es el bien del Betis, su cura y su futuro. Y habrá algún día que digamos que ciertos señores no eran nadie en el Betis, porque quisieron ser más que su AFICIÓN.
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