Ay, Palmerín de mis entrañas. ¿Qué te han hecho, por favor? Qué ha pasado en tus entretelas, quién ha osado hacer el desaguisado?

Ay, Palmerín de mi vida. Que naciste canijito, muy canijito y que a base de una buena dieta de dátiles cogiste cuerpo y te metiste en el bolsillo a los béticos.

Ay, Palmerín, Palmerín. Tú que viste nacer y morir el centenario, tú que, después, lo viste además terminar. Tú que nunca fuiste guapo, pero no te hacía falta. Tú que te paseas entre niños deseosos de tocarte, de que le dediques unas palabras. Ay, Palmerín.

¿Qué te han hecho Palmerín? Quién te ha vaciado los ojos brillantes, quién te ha desnarizado, quién te ha congelado la sonrisa que parece un sandwich sin nada dentro? Quién, Palmerín, ha cambiado tu dura cara, pero no caradura, por un esponjoso dilema? Quién te ha cosido las palmas, Palmerín?

Palmerín, en sólo tres años van y te hacen esto. Semejante cirujano plástico te ha metido botox por la Palmera y el rictus que se te ha quedado me ha dado hasta llorera. Ahora no sé si me miras o estás buscando con qué mirarme. Si sonríes o estás esperando que se te caiga el esparadrapo para gritar que te devuelvan tus ojos, tu sonrisa, tus penachos de gomaespuma. Ay Palmerín, qué grande eres, pero qué te han hecho?

Díle de mi parte al magnífico sastre, diseñador, costurero o aparejador (con @ por si son también féminas y para cumplir con tod@s) que la próxima vez que te coja que no lo haga desprevenido, que no lo haga a traición. Y para muestra... UN BOTÓN: