Se preparaba el velador de una terraza sevillana para un partido de Champions League, y la gente iba completando el aforo para no perder detalle de tamaña cita futbolísitica.

Entre tantos, un servidor degustaba una jarra bien fría de cerveza en los prolegómenos del partido esperando que el dios del fútbol compensara con un buen espectáculo el hecho de haber incumplido -una vez más, mas tan solo en competición europea- mi promesa de no ver esta temporada partido alguno del aclamado equipo de la capital, ni tan siquiera del de la ciudad condal.

Estando en esas disquisiciones llegan dos foráneos preguntando si estaban libres las otras dos sillas junto a la mesa en la que yo estaba y, acto seguido, pasan a ocupar posición para pedir algo de beber y disfrutar del partido, que todavía no había comenzado.

Personalmente, celebro la compañía de aquellos espontáneos con acento extranjeroandaluz, y les pregunto con qué equipo van. Uno de ellos apunta que le gusta el fútbol que practica el Barcelona y que hoy no va con ninguno en concreto, mientras que el otro -ante mi sorpresa- no sólo se manifiesta bético, sino que además no se pierde un partido del Betis en el campo y hace lo posible también por verlo por televisión cuando jugamos fuera. Pero es que incluso va más allá y hace alusión al respeto que se le procesa a don Luis del Sol en tierras turinesas dado su pasado en el equipo blanquinegro, y el cual estuvo presente en la inauguración del Juventus Stadium en calidad de jugador leyenda de la Vecchia Signora.

A partir de ese momento, pasamos a repasar la actualidad verdiblanca, de la que está perfectamente informado y en la que deja entrever esa sensación mezcla de esperanza y escepticismo que parece haberse instalado ya como parte de nuestra idiosincrasia.

Y es que los lazos que une a la familia verdiblanca mucho abarcan y mucho aprietan, a pesar de haber acaparado en escasas ocasiones la atención de esas cámaras y esos focos que en esa tarde-noche de primavera se daban cita en la capital piamontesa.