Ayer volví a sentir el orgullo de ser bético y a recordar esas sensaciones que hacen del nuestro un club especial. Por fin nuestro equipo nos dio una alegría, dimos un golpe en la mesa y nos llevamos una victoria que puede valer su peso en oro. Pero lo que de verdad hace grande a esta entidad es su gente.
No es fácil que con la situación del Betis en Liga, la crisis que todos estamos padeciendo, un día laborable y con todo el mundo dándonos por muertos, hubiese ayer más de 2.000 béticos en el Sánchez Pizjúan. Sabiendo que lo más probable era que el trayecto de vuelta hacia el Villamarín o nuestras casas fuese tan amargo como en las dos últimas ocasiones.
Gente de Barcelona, de Salamanca, de Madrid y de todos los puntos de Andalucía. Béticos que creyeron en los imposibles y en un club mil veces herido y pisoteado, pero nunca muerto. Desde el primer minuto en territorio hostil me sentí ayer plenamente identificado con los míos. Orgulloso de cada uno de vosotros, satisfecho porque invertí 40€ en vivir esa alegría rodeado de mi gente y tranquilo porque, aunque el destino nos mande a Segunda, los grandes siempre vuelven.
Ayer viví un baño de humildad y sentí en primera persona como esos cánticos de "A Segunda" cambiaban progresivamente de tono. Del cachondeo y la arrogancia del principio, a la más absoluta impotencia tras el 0-2. Hasta ahí les dimos una lección, aplaudiéndoles y pidiéndoles "otra". Gracias a los 2.000 y pico por ser como sois y por demostrar que la del Betis no es una afición de finales. Siempre estamos ahí, algo que no pueden decir en otros sitios.
Para mí, los verdaderos héroes de ayer.
No es fácil que con la situación del Betis en Liga, la crisis que todos estamos padeciendo, un día laborable y con todo el mundo dándonos por muertos, hubiese ayer más de 2.000 béticos en el Sánchez Pizjúan. Sabiendo que lo más probable era que el trayecto de vuelta hacia el Villamarín o nuestras casas fuese tan amargo como en las dos últimas ocasiones.
Gente de Barcelona, de Salamanca, de Madrid y de todos los puntos de Andalucía. Béticos que creyeron en los imposibles y en un club mil veces herido y pisoteado, pero nunca muerto. Desde el primer minuto en territorio hostil me sentí ayer plenamente identificado con los míos. Orgulloso de cada uno de vosotros, satisfecho porque invertí 40€ en vivir esa alegría rodeado de mi gente y tranquilo porque, aunque el destino nos mande a Segunda, los grandes siempre vuelven.
Ayer viví un baño de humildad y sentí en primera persona como esos cánticos de "A Segunda" cambiaban progresivamente de tono. Del cachondeo y la arrogancia del principio, a la más absoluta impotencia tras el 0-2. Hasta ahí les dimos una lección, aplaudiéndoles y pidiéndoles "otra". Gracias a los 2.000 y pico por ser como sois y por demostrar que la del Betis no es una afición de finales. Siempre estamos ahí, algo que no pueden decir en otros sitios.
Para mí, los verdaderos héroes de ayer.
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