Fuente: www.abc.es
Ya hace un mes se hizo eco el diario ABC, a través de un artículo de opinión, del rumor que empezaba a extenderse por Sevilla colocando en manos del empresario nazareno Luis Portillo el paquete accionarial mayoritario de la sociedad Real Betis Balompié, Sociedad Anónima Deportiva, que como se sabe controla Manuel Ruiz de Lopera desde 1992. El presidente del club verdiblanco se había referido a esa posibilidad de vender sus acciones en el acto de presentación de los jugadores Robert y Tardelli porque se le preguntó sobre el asunto, y lo cierto es que no dijo ni que sí ni que no, sino todo lo contrario. Aseguró que tenía sobre la mesa una oferta de un grupo financiero inglés que no le parecía convincente y también dejó entrever que un consorcio local pretendía quedarse con la mayoría de la sociedad por poco más de lo que obtendría por el traspaso de Joaquín, lo cual le parecía inadmisible. Eso sí, no cerró Lopera la puerta a posibles inversores porque terminó diciendo en aquella larga rueda de prensa que «si me canso, la accionista mayoritaria nombrará un nuevo presidente, pero si a la afición no le gusta y me dice que venda, veremos las ofertas».
Ya por entonces, y quedó reflejado en aquel artículo de opinión, se había detectado cierta inquietud en algunos consejeros de la entidad albiverde, pues Lopera había dado muestras de cansancio y al menos en tres ocasiones, la última tras el célebre partido de Liga de Campeones con el Anderlecht, había puesto su cargo a disposición del consejo de administración.
El relevo del presidente, no obstante, es difícil, ya que él ostentaría siempre el poder de decisión y esto limitaría y condicionaría en todo momento el trabajo a realizar por un sustituto que siendo posiblemente un hombre de **** tendría que afrontar una situación compleja —equipo en posición incómoda, venta de Joaquín, renovación de Serra y próximo proyecto, obras del estadio...— y que incluso podría llegar a ser desagradable. Con todo, algunos consejeros ya comentaban off the record que probablemente había llegado el momento de que la mayoría de las acciones del Betis cambiaran de manos y en aquel artículo de opinión publicado por ABC así se reflejó, como se añadió también que el citado Luis Portillo, hombre de reconocido prestigio en el panorama financiero nacional, había negado a sus íntimos cualquier interés en hacerse con el Betis.
En el mes que ha transcurrido desde aquella comparecencia de Ruiz de Lopera en la sala de trofeos y presentaciones del estadio de Heliópolis, el rumor citado por este periódico ha crecido. Y lo ha hecho hasta tal punto que ayer mismo se aseguraba en distintos foros que la venta se habría producido la semana pasada. De hecho, diversas fuentes aseguraban que el viernes pasado se habría firmado en el bufete sevillano de la firma Garrigues un contrato privado por el que, a cambio de unos cien millones de euros, las acciones del Betis controladas por Ruiz de Lopera pasarían a sociedades de Luis Portillo, según un contrato redactado minuciosamente por los abogados de ambas partes pero especialmente vigilado por Alfredo Álvarez Tello, socio director del bufete Montero & Aranburu, que curiosamente suele trabajar con el constructor nazareno.
Los detalles aportados por las informaciones invitaban a pensar en la veracidad de las mismas.
Había que investigar pues el asunto y contrastar la historia, ya que la presunta venta de las acciones de Lopera, fuera quien fuera el comprador, sería una de las noticias del año en la ciudad de Sevilla caso de confirmarse, pero rápidamente desde el bufete Garrigues se negó con rotundidad que en sus oficinas o con la prestación de sus servicios se hubiera consumado tal operación. Este periódico, además, pudo saber que a lo largo del día ya se habían recibido llamadas en la sede madrileña de la firma de personas que se habían interesado por el asunto —al parecer periodistas de la capital—, lo cual incluso había despertado la curiosidad de los socios del bufete.
En el entorno del Betis, mientras tanto, se conocía la circulación del rumor, pero nadie tenía constancia de que realmente Lopera hubiera llegado a un acuerdo para vender sus acciones.
Así, ABC intentó ponerse en contacto con Manuel Ruiz de Lopera y el presidente de la entidad bética respondió a través de una persona de confianza al requerimiento de este periódico para transmitir un escueto mensaje con el que salir al paso de lo que, según se desprende de los testimonios recabados, no es más que un bulo. Lopera negó haber vendido ya su paquete accionarial pero aseguró haber recibido más ofertas por el mismo en el último mes, entre ellas una que calificaba de «muy buena». No obstante, el presidente del Betis quería dejar muy claro que la familia bética siempre tendrá preferencia a la hora de optar a su paquete, por lo que en el caso de que algún día decida aceptar alguna de estas propuestas, antes de proceder a la venta ofrecerá un derecho de tanteo a los béticos —no se sabe si sólo a accionistas o también aficionados—, para que éstos, o un grupo, puedan igualar la oferta y así quedarse con esas acciones antes que cualquier inversor externo.
Ya hace un mes se hizo eco el diario ABC, a través de un artículo de opinión, del rumor que empezaba a extenderse por Sevilla colocando en manos del empresario nazareno Luis Portillo el paquete accionarial mayoritario de la sociedad Real Betis Balompié, Sociedad Anónima Deportiva, que como se sabe controla Manuel Ruiz de Lopera desde 1992. El presidente del club verdiblanco se había referido a esa posibilidad de vender sus acciones en el acto de presentación de los jugadores Robert y Tardelli porque se le preguntó sobre el asunto, y lo cierto es que no dijo ni que sí ni que no, sino todo lo contrario. Aseguró que tenía sobre la mesa una oferta de un grupo financiero inglés que no le parecía convincente y también dejó entrever que un consorcio local pretendía quedarse con la mayoría de la sociedad por poco más de lo que obtendría por el traspaso de Joaquín, lo cual le parecía inadmisible. Eso sí, no cerró Lopera la puerta a posibles inversores porque terminó diciendo en aquella larga rueda de prensa que «si me canso, la accionista mayoritaria nombrará un nuevo presidente, pero si a la afición no le gusta y me dice que venda, veremos las ofertas».
Ya por entonces, y quedó reflejado en aquel artículo de opinión, se había detectado cierta inquietud en algunos consejeros de la entidad albiverde, pues Lopera había dado muestras de cansancio y al menos en tres ocasiones, la última tras el célebre partido de Liga de Campeones con el Anderlecht, había puesto su cargo a disposición del consejo de administración.
El relevo del presidente, no obstante, es difícil, ya que él ostentaría siempre el poder de decisión y esto limitaría y condicionaría en todo momento el trabajo a realizar por un sustituto que siendo posiblemente un hombre de **** tendría que afrontar una situación compleja —equipo en posición incómoda, venta de Joaquín, renovación de Serra y próximo proyecto, obras del estadio...— y que incluso podría llegar a ser desagradable. Con todo, algunos consejeros ya comentaban off the record que probablemente había llegado el momento de que la mayoría de las acciones del Betis cambiaran de manos y en aquel artículo de opinión publicado por ABC así se reflejó, como se añadió también que el citado Luis Portillo, hombre de reconocido prestigio en el panorama financiero nacional, había negado a sus íntimos cualquier interés en hacerse con el Betis.
En el mes que ha transcurrido desde aquella comparecencia de Ruiz de Lopera en la sala de trofeos y presentaciones del estadio de Heliópolis, el rumor citado por este periódico ha crecido. Y lo ha hecho hasta tal punto que ayer mismo se aseguraba en distintos foros que la venta se habría producido la semana pasada. De hecho, diversas fuentes aseguraban que el viernes pasado se habría firmado en el bufete sevillano de la firma Garrigues un contrato privado por el que, a cambio de unos cien millones de euros, las acciones del Betis controladas por Ruiz de Lopera pasarían a sociedades de Luis Portillo, según un contrato redactado minuciosamente por los abogados de ambas partes pero especialmente vigilado por Alfredo Álvarez Tello, socio director del bufete Montero & Aranburu, que curiosamente suele trabajar con el constructor nazareno.
Los detalles aportados por las informaciones invitaban a pensar en la veracidad de las mismas.
Había que investigar pues el asunto y contrastar la historia, ya que la presunta venta de las acciones de Lopera, fuera quien fuera el comprador, sería una de las noticias del año en la ciudad de Sevilla caso de confirmarse, pero rápidamente desde el bufete Garrigues se negó con rotundidad que en sus oficinas o con la prestación de sus servicios se hubiera consumado tal operación. Este periódico, además, pudo saber que a lo largo del día ya se habían recibido llamadas en la sede madrileña de la firma de personas que se habían interesado por el asunto —al parecer periodistas de la capital—, lo cual incluso había despertado la curiosidad de los socios del bufete.
En el entorno del Betis, mientras tanto, se conocía la circulación del rumor, pero nadie tenía constancia de que realmente Lopera hubiera llegado a un acuerdo para vender sus acciones.
Así, ABC intentó ponerse en contacto con Manuel Ruiz de Lopera y el presidente de la entidad bética respondió a través de una persona de confianza al requerimiento de este periódico para transmitir un escueto mensaje con el que salir al paso de lo que, según se desprende de los testimonios recabados, no es más que un bulo. Lopera negó haber vendido ya su paquete accionarial pero aseguró haber recibido más ofertas por el mismo en el último mes, entre ellas una que calificaba de «muy buena». No obstante, el presidente del Betis quería dejar muy claro que la familia bética siempre tendrá preferencia a la hora de optar a su paquete, por lo que en el caso de que algún día decida aceptar alguna de estas propuestas, antes de proceder a la venta ofrecerá un derecho de tanteo a los béticos —no se sabe si sólo a accionistas o también aficionados—, para que éstos, o un grupo, puedan igualar la oferta y así quedarse con esas acciones antes que cualquier inversor externo.