Y sí, tenemos mucho que perder, demasiado, es de temer que siga secándose esa forma que tiene el bético de querer que todo marche bien, de que siga pensando que el futuro no sea pensar en la salvación a pesar de ver un campo lleno de ganas de ver al Betis.
Si me meto a hablar del partido de hoy me encuentro pensando en un árbitro que se carga un sistema que se carga un juego que se carga unas ganas de ganar que se carga el juego de un equipo que se carga toda idea de ver buen fútbol.
Pero había que ganar y ese balón que le cae a Piccini llega a la red y pone tres puntos en el casillero bético a la espera de que el árbitro nos pite el final.
Pero lo que pita es un penalti que sólo lo vio él, que no lo pita nadie, que parecía estar esperando la oportunidad incluso alargando cinco minutos el partido.
Pero es lo que puede pasar cuando un equipo como el que ahora tiene el Betis defiende un rácano 0-1, que puede venir un árbitro y jugar su partido estropeando el del Betis.
Seguimos un punto más arriba, esperando que el Madrid este fin de semana tenga una pájara post champion y nosotros no tengamos una resaca post depor. Quién sabe, a lo mejor el 1-2-7-1 es un sistema tan revolucionario que puede implantarse en el Betis y dar resultados tan magníficos como algún que otro empate.