Sobre todo, por deméritos propios, porque desde que el equipo fue capaz de encadenar dos triunfos consecutivos que lo catapultaron a la zona media de la tabla no ha dado pie con bola, reactivando con ello unos nervios que parecían haberse desterrado casi por completo.
Porque al mal partido protagonizado en San Mamés siguió otro para olvidar frente al Málaga, que se llevó los tres puntos del Benito Villamarín merced a un error garrafal de Adán. Y es que para una vez que el mejoreño se atrevió a salir el resultado no pudo ser más nefasto. Un gol en contra que sirvió a los costasoleños para firmar su salvación y que condenó a seguir haciendo cuentas por Heliópolis.
En cualquier caso, no sería justo cebarse con el portero por un fallo tras tantísimas manos salvadoras a lo largo de los dos años que lleva defendiendo la meta bética. Es más, la importancia de mala elección bien pudo haber quedado minimizada si Damiao hubiese aprovechado las clarísimas ocasiones que tuvo o si el equipo hubiese generado más fútbol sobre el césped.
Parece como si el hecho de ver la meta tan cerca, lejos de azuzar a la plantilla para que apriete los dientes en el sprint final, ha narcotizado al vestuario para que se relaje y baje los brazos. Algo que puede ser contraproducente, tanto porque el conjunto verdiblanco siempre ha sido capaz de caerse cuando el camino no podía estar más llano como porque el resto de rivales directos pelean con uñas y dientes por una salvación que no dan ni mucho menos por perdida.
No obstante, el mayor peligro para los heliopolitanos no son los demás, sino ellos mismos. Si se toman en serio los partidos desde el inicio, saliendo a morder y luchando por cada balón como si fuese el último, no es que sean invencibles, pero sí que pueden plantarle cara prácticamente a cualquiera. En cambio, sí aparecen pájaras o la concentración disminuye puntualmente, los adversarios poco tienen que esforzarse para llevarse el gato al agua.
Y si no, que se lo digan a un Málaga que no hizo muchos más méritos que la escuadra de las trece barras para ganar, aunque sí los justos para que su intento llegase a buen puerto. Lo mismo que le ocurrió hace una semana al Athletic o que le pasará dentro de unos días a un Atlético frente al que habrá que correr más y mejor para, cuanto menos, hacer honor al ‘Manquepierda’.
Si no, el panorama continuará complicándose, viendo cómo el colchón de seis puntos con respecto al descenso sigue menguando cuando aún queda un mundo por delante. Se ha hecho gran parte del trabajo, pero queda rematarlo, y mejor cuanto antes. De lo contrario, el cuento podría tener un final distinto al deseado. Restan ocho jornadas para terminar de escribir la historia. Tú decides Betis: la salvación o convertirte en tu propio verdugo.