De hecho, el triunfo en La Rosaleda llegó sin dominio alguno, con el equipo replegado y a verlas venir mientras se encomendaba a la falta de puntería del rival, el acierto de un Rubén Castro que nunca falla y la seguridad bajo palos de Adán. Y gracias a ello, la escuadra de las trece barras volvió a ganar cuatro jornadas después.
Bastó que el '24' aprovechase un error de la defensa blanquiazul para batir a Kameni y que el mejoreño volviese a ser un muro prácticamente infranqueable para regresar a casa con una sonrisa en los labios y, sobre todo, la sensación de que tanto uno como otro deberían tener, al menos, una oportunidad con la selección. El problema es que, desde Beñat, parece que a Del Bosque borró Heliópolis de su GPS, incluso en casos como el de Adrián, que ya cambió de lugar de residencia hace años.
Sea como fuere, Adán y Rubén Castro siguen siendo vitales en verdiblanco, esperando que el resto de sus compañeros se acerquen a su nivel para hacer del Betis un bloque más contundente y de garantías. N'Diaye lo estaba, pero una lesión le obligará a parar un mes. Afortunadamente, las dos próximas semanas habrá pausa liguera, lo que facilitará las cosas no sólo al senegalés, sino también a gente como Vargas, Van der Vaart, Digard, Van Wolfswinkel, Pezzella o Jorge Molina, de quienes se espera muchísimo más rendimiento de aquí en adelante.
Todos tienen 15 días por delante para ir afinando su estado de forma hasta el partido contra el Atlético de Madrid, que volverá a poner a prueba las evoluciones de un proyecto bético que, hasta el momento, ha tenido demasiados dientes de sierra tras los parones. Ahora toca cambiar la dinámica, en busca de una estabilidad que se resiste demasiado en aparecer, pero que urge encontrar para calmar los ánimos y mirar al futuro con optimismo.
Porque en Málaga se venció, pero no se convenció. Y es cierto que los puntos valen siempre lo mismo con independencia de cómo se consigan, pero tampoco es menos verdad que jugando como en La Rosaleda pocas veces llega el éxito. Hay que elevar el nivel de exigencia y olvidar el conformismo, puliendo errores y potenciando virtudes, ya que queda un mundo por delante y para que la suerte sonría hay que convencerla exponiendo méritos sobre el campo.