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ID:	6575625El Betis no pudo acabar con su maldición en Mestalla, que alcanzará la treintena, pero sí despejó todas las dudas que existiesen todavía en torno al nuevo proyecto.

De hecho, los verdiblancos demostraron que son un rival incómodo para cualquier equipo, incluso cuando se ven obligados a jugar en inferioridad, algo a lo que, desgraciadamente se están acostumbrando.

Porque ante el Valencia, de nuevo, los heliopolitanos tuvieron que sobreponerse a la expulsión de Ceballos a los 47 minutos por doble amarilla. Una decisión tan rigurosa como desacertada, que tomó un Velasco Carballo que jamás tuvo claro qué es lo que pitaba. De hecho, y sólo por poner un ejemplo, Vargas hizo una entrada que mereció mucho más la roja pocos segundos después, pero que, sin lógica alguna, acabó sin sanción.

En cualquier caso, lo que sí provocó el árbitro es que el Betis tuviese que cambiar radicalmente su planteamiento, viéndose obligado a tener que defender con uñas y dientes el empate. Así, se olvidó la posesión, que dominó durante el primer tiempo, limitándose a esperar atrás a un rival que empezó atacando en tromba, pero que, al poco, no supo por dónde hincarle el diente al contrario.

Porque con un orden tremendo, una zaga sobria, atenta y que jamás se complicaba la vida, ayudas por parte de todas las líneas y un oficio encomiable, los verdiblancos amargaron la tarde a un Valencia que, pese a tener uno más, siempre vio cómo el reloj avanzaba en su contra, ya que los visitantes jamás pasaron demasiados apuros. Porque los pupilos de Pepe Mel sabían a la perfección cómo arañar segundos y mantener a buen recaudo los dominios de un Adán que, como siempre, aparecía con acierto para sacar manos providenciales.

Con todo ello, la escuadra de las trece barras siempre se sintió cómoda ante la adversidad, incluso más que cuando jugó en igualdad numérica, teniendo el balón, pero sin crear excesivo peligro y sufriendo con las rápidas salidas al contragolpe del cuadro che. Todo sin dejar de ser, de un modo u otro, protagonista en un escenario que históricamente nunca se le ha dado bien al equipo y frente a un rival de Champions.

Con todo ello, el punto supo a gloria, poniendo fin a una sequía de casi 13 años sin sumar en Mestalla, donde quedó claro que a este Betis le sobran mimbres y oficio para afrontar el reto de conseguir la permanencia sin sobresaltos. Sabe a lo que juega y no tiene reparos en reinventarse para defender con eficiencia pese a jugar con uno menos.

Así las cosas, hay motivos de sobra para el optimismo, aunque habrá que seguir trabajando en la misma línea y, ojalá, pudiendo disputar los 90 minutos de cada partido con once. En cualquier caso, se ha encontrado el camino y los heliopolitanos van claramente a más. Sólo queda esperar que no se pierda la senda.