Entre los interesantes partidos ante el Valencia y el Deportivo de la Coruña, nos llega el enésimo rubicón para la entidad en los últimos años, la Junta Extraordinaria de Accionistas del 23 de septiembre. En esta reunión habrá que dilucidar un nuevo mapa societario en función del regreso al ruedo del paquete accionarial de Manuel Ruíz de Lopera, aunque reducido sólo al 19,96% del total, pues aún está suspendido judicialmente el ejercicio del otro 31,38% que supuestamente le pertenece.
Con todo, uno de sus hombres de ****, Manuel Castaño, consejero y vicepresidente en varios momentos del loperismo y connivente en la sospechosa venta a Bitton y Oliver, se presenta a la Junta con el previsible apoyo de las acciones que aún mantiene Lopera bajo su control que, sumadas a las suyas propias y otros paquetes minoritarios, podrían ofrecerle el respaldo de alrededor del 27-30% de las participaciones.
Enfrente, José Miguel López-Catalán y Ángel Haro, dos de los principales accionistas minoritarios del Real Betis, recién dimitidos del Consejo presidido por Juan Carlos Ollero, que plantean un proyecto serio, profesionalizado e ilusionante, aunque bajo la sombra de los errores cometidos por los distintos equipos directivos de estos últimos años en los que la entidad ha estado bajo distintos modelos de administración judicial.
Su propuesta aglutina ya el respaldo de más del 20% del accionariado y aún confían en llegar al 23 de septiembre con apoyos suficientes como para imponerse en la formación del nuevo Consejo al loperista Castaño. Este proyecto ha desatado una creciente ola de respaldo popular que ha provocado que la mayoría de los béticos desee su victoria e, incluso, que cientos (miles, probablemente) de aquellos accionistas testimoniales que compraron unos pocos títulos en 1992 y que nunca los han hecho valer en las Juntas ante el control mayoritario de Ruiz de Lopera estén ahora desempolvando sus acciones para agruparlas en torno a la candidatura de Haro y López-Catalán.
Por cierto, que yo soy uno de esos pequeños accionistas que he puesto a disposición de esta propuesta alternativa a Lopera mis seis acciones y las seis a nombre de mi padre (ya fallecido, con lo que he tenido que involucrar a mi madre y hermanas en la firma de un documento que me permita delegar el control de esos títulos). Y es que, además de que me gusta su planteamiento y creo que son de fiar, haría cualquier cosa antes de facilitar que Castaño, su dueño Don Manuel o Bitton recuperaran el control de la entidad.
El problema es si Haro y López-Catalán verdaderamente podrán llegar al 23-S con suficiente apoyo accionarial como para imponerse a Castaño. El ritmo de agrupación de títulos es bueno, pero es dudoso que puedan tener tiempo como para reunir el suficiente número de acciones. Se llegará a una votación muy ajustada que, en el peor de los casos, puede tener consecuencias irreparables para el Real Betis.
Ante esta situación, me planteo un dilema similar al del chiste de los dos tontos en el que uno le ofrece al otro: "¿susto o muerte?". En el seno del aún vigente Consejo hay voces que reclaman la suspensión de la Junta del 23-S y el retraso de la votación para un nuevo equipo directivo a la convocatoria ordinaria de diciembre. Serían tres meses más que darían tiempo a recabar aún más apoyos contra Lopera y, además, permitirían que alguno de los procesos judiciales pendientes de resolución se cerrara y aclarara algo más el panorama accionarial de la entidad. Tampoco hay que minusvalorar el riesgo de impugnación del resultado de esta próxima Junta, sea cual sea su resultado, por parte de Oliver y Bitton, que aún reclaman la validez de su compra de las acciones de Lopera y aspiran al control de ese paquete del 19,96% que sustenta a Castaño.
La suspensión de la Junta ya convocada sería un susto, sin duda. Generaría enormes críticas por parte de Castaño y el loperismo (tampoco Haro y López-Catalán, confiados en sus opciones, la desean) y sería un descrédito para el Consejo ante los medios de comunicación, dentro y fuera de Sevilla. Tampoco hay que despreciar el incordio a tantos y tantos accionistas que han agrupado sus acciones específicamente para esta Junta y tendrían que repetir el proceso para la de diciembre.
Pero la cancelación de la Junta es una decisión posible y legal y evitaría el riesgo cierto de muerte que corre ahora mismo el Real Betis ante el 23-S. Nunca es muerte definitiva, pues el nuestro es ese equipo mil veces alanceado y nunca muerto, pero contribuir a que el loperismo retome el control del club es una responsabilidad que ningún bético debería correr el riesgo de asumir. Que Castaño se convirtiera en presidente de la institución, a la orden de Don Manuel, y aunque fuera por un plazo corto de tiempo en virtud de los procesos judiciales pendientes, sería devastador. Tanto en términos económicos como institucionales o societarios.
La opción ahora mismo, por tanto, es susto o muerte. Y yo, que sé como acaba el chiste, antepongo el bien mayor de la estabilidad y prosperidad futura del Real Betis Balompié a cualquier otra consideración social o mediática y prefiero indiscutiblemente el susto.
@danielgilperez
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