Un claro ejemplo de ello es lo sucedido con el penalti que falló Dani Ceballos en la tanda que decidió el Trofeo Ciudad de Barcelona, ante el Espanyol. Allí, el utrerano pecó de confianza en el lanzamiento decisivo, tirando a lo Panenka y sin sorprender a Pau López, que con su parada logró que este título veraniego pasase a engrosar las vitrinas blanquiazules.
Un error que, pese a todo, no empaña la espectacular actuación del '46', que se exhibió durante el tiempo que estuvo sobre el césped. Se le sigue viendo crecer a pasos agigantados, con una calidad, un protagonismo y un desparpajo envidiable, pero que también trae consigo efectos colaterales que hay que evitar, como el modo en el que tiró su pena máxima, en la que le sobró chulería. Sea como fuere, tiene 19 años y nada mejor que hacer eso ahora, en verano, cuando todo tiene solución.
Porque aunque muchos sacasen a la palestra el fallo de Nono en el 'Euroderbi' de marzo de 2014, esa comparación resulta absolutamente absurda y fuera de lugar. Ni el escenario era el mismo ni la trascendencia del lanzamiento resultaba equiparable. Es más, metidos de verdad en harina habría que romper una lanza en defensa del portuense, que dio el paso adelante y se atrevió a tirar cuando estaba en juego el pase a unos cuartos de final de la Europa League y dejando en la cuneta al eterno rival. Ceballos sólo lo ha hecho en un trofeo veraniego que en nada quedará absolutamente olvidado.
Es más, la situación incluso animó a algunos a criticar que un chaval que lleva sólo unos meses junto a los mayores tuviese la responsabilidad de cerrar una tanda de penaltis. Olvidan quizás que el único camino que existe para alcanzar esa experiencia que reclamaban como indispensable para que lo mereciese pasa, ineludiblemente, por empezar a curtirse en estas lides desde ya.
Con todo ello, queda claro que, como dijo el castizo, no es lo mismo lo que no es igual. Ni antes de ese penalti Ceballos iba a ser el mejor del mundo ni ahora, tras fallarlo, está defenestrado como otros canteranos que iban para cracks y se quedaron en el camino. Sigue siendo un futbolista con unas condiciones espectaculares y una chispa que otros jamás podrán siquiera soñar, pero necesita seguir aprendiendo el oficio, siendo consciente de que tiene aspectos que pulir para seguir creciendo. Detalles que le separan todavía de ser ese jugador de tantísimos quilates por el que pasa el futuro a corto-medio plazo del Betis.