Viene a cuento esta semana, después de que se conocieran que ya son más de 40.000 los carnets en Heliópolis y eso que aún quedan más de dos semanas para que arranque la temporada.
La frase no es nueva. Ya fue pronunciada, por ejemplo, por Lorenzo Serra Ferrer en su primera etapa en el banquillo del Betis. Probablemente incluso antes alguien la utilizara. Cada cierto tiempo vuelve a ponerse de actualidad y es rescatada por alguno de los protagonistas que conforman el club, medios de comunicación o afición. Eso denota que, a pesar del paso de los años, no termina de concretarse el reto. No es simplemente una cuestión del verano de 2015.
Por afición, no sólo socios sino también seguimiento en toda España, el Betis debería estar luchando cada año por estar entre los cinco o seis primeros puestos en la clasificación liguera. Una temporada mala no debería hacerle caer más allá de la décima o undécima posición y no vivir sobresaltos ni coqueteos con el descenso. Una temporada buena debería significar entrar entre los tres o cuatro primeros.
Es verdad que en las actuales circunstancias, por ser un equipo recién ascendido y con alguna complicación judicial presente, no se puede exigir que ese fuera el listón de manera obligatoria para la inminente temporada. Sin embargo, a medio plazo esos tienen que ser los objetivos que se marque un Betis que, históricamente -salvo excepciones- , no ha devuelto lo que la afición le ha dado.
De vuelta a 2015, no por habitual dejan de ser llamativas las ganas de la afición bética de estar con su equipo. A pesar de las dudas futbolísticas de pretemporada, del enredo judicial por resolver sobre el gobierno, del parón en los fichajes y de la crisis económica, son ya más de 40.000 los socios que han sacado su carnet para la próxima campaña. Una muestra más de la fidelidad y que coloca al club -jugadores, entrenador, dirección técnica...- en deuda con ellos.
Del mismo modo que está muy vigente la idea de acercar el nivel deportivo a la altura de la afición, también hay otra palabra clave y muy repetida en el vocabulario verdiblanco: exigencia. No está reñida la fidelidad con la exigencia. Conceptos diferentes, por más que en alguna ocasión se haya extendido la idea de que no son compatibles.
La grada del Betis acompaña a su equipo, pero también le exige rendimiento a jugadores, entrenador y dirección técnica. No acepta cualquier cosa porque quiere ver a su equipo lo más alto posible y esa crítica bien entendida ha de servir para que el club crezca. Cierto es que tampoco se puede pervertir el concepto de exigencia y convertir todo en un constante desencanto. No se pueden olvidar las circunstancias de cada momento.
La palabra exigencia incluso fue pronunciada por el propio Pepe Mel en el discurso de la celebración del ascenso. Lo que significa que dentro del club son conscientes de los deseos de la afición. Ahora queda trabajar y optimizar los enormes recursos potenciales que ofrece una entidad de la historia y la afición del Betis para, de una vez por todas, colocar lo deportivo a la altura de lo social. El gran reto histórico