La sensación de necesidad de nuevas incorporaciones que completen las carencias defensivas y ofensivas se suma a la incertidumbre sobre lo que sucederá en los despachos desde que estallaron las alarmas con el posible retorno de Lopera por tierras heliopolitanas y al cuestionado estado deportivo del equipo.
Dudosa pretemporada salpicada de asuntos extradeportivos, generadora de desconfianza plena en la hinchada betica, que comenzó el verano embriagada por el ansiado ascenso y que ha vivido los días previos al arranque liguero, de nuevo en Primera, con una pesada incertidumbre.
Además, la interminable historia sobre la renovación de Ceballos es, posiblemente, la gota que colme el vaso de la paciencia de los béticos. Los constantes rumores sobre su salida y su posible cesión hastían a gran parte del beticismo, deseoso de que la perla de la cantera ponga fin al culebrón de su futuro y ofrezca a su vez un poco de luz en la temporada que comienza.
La blanda defensa (tanto posible titular como posible suplente) y la escasez en el ataque se mezclan con las salidas de los descartes, que se producen con cuentagotas. Descartes que frustran a una importante sección de la afición por la posibilidad de que alguna que otra salida no se produzca finalmente.
Poca confianza por la pretemporada pero una gran ilusión de volver a vestir de verdiblanco en la división de oro, acompañados de Adidas y con la esperanza (y gran posibilidad) de que, cuando llegue el momento de enfrentarse al Villarreal en el primer asalto de la temporada, sumando todos los equipos 0 puntos en sus casilleros, el tema quede reiniciado y suponga una nueva oportunidad de disfrutar en verdiblanco.
Toca esperar, mantener la confianza... y continuar exigiendo.
Día a día se está ganando el ser cuestionado. Mi vaso lo colma más lo poco trabajado que está el equipo, recibiendo goles a balón parado y tomándose dos días de descanso ahora, que el caso Ceballos.