Probablemente es una de las situaciones más relevantes del Betis en los últimos años y merece la máxima atención. La decisión marcará quién gobernará la entidad heliopolitana y, especialmente, determinará si hay un cambio o se mantiene la línea de trabajo de los últimos meses. Todo en un momento clave para la configuración de la plantilla de la próxima campaña.
Los tiempos judiciales nada tienen que ver con lo deportivos, pero sería una faena para el Betis el cambio de regidores de la entidad justo ahora. Por el momento, meses esenciales para los fichajes, y por la estabilidad que ha encontrado el club en los últimos tiempos. Todo desde la llegada de Juan Carlos Ollero a la presidencia del Villamarín, allá por finales de otoño. Ese fue el punto de inflexión de la temporada.
Es verdad que no tenía el listón demasiado alto con sus antecesores, pero el actual presidente bético apostó por la sensatez; en su discurso, con sus apariciones públicas, y en lo que realmente importa, sus decisiones. Apostó por Mel -primero Merino- y el tiempo le dio la razón con el ascenso. No hay que olvidar que con el anterior consejo y entrenador -Velázquez-, el equipo estaba a ocho puntos del ascenso. Luego le sobraron dos jornadas.
Sentido común en la apuesta por el banquillo, como se intuye también en la elección de Eduardo Macià como director deportivo. Un hombre experimentado en estas lides y con una esperanzadora puesta en escena. Cierto es que aún no se puede valorar su trabajo, ya que sólo el tiempo determinará si los fichajes y la confección de la plantilla resultan un éxito o no. Los Van der Vaart, Petros o Pezzella hay que verlos en el campo.
Por el bien del Betis conviene que se aclare definitivamente a quién pertenece el club. Incluso por encima de las cautelares, que como su nombre indica no deja de ser algo temporal, lo ideal es conocer si el gobierno de la entidad corresponde a Lopera, Bitton Sport o a ninguno de ellos; pero de manera definitiva. Así será más fácil construir un entidad sólida y con estabilidad.
Es extraña la situación que se vive, con la continua incertidumbre acerca del tema. Algo que, de alguna manera, siempre flota en el ambiente y con lo que el Betis se ha acostumbrado a convivir. Más allá de las preferencias de cada uno por el pasado de sus gestiones, la decisión corresponde a los jueces y sólo es una tarea de ellos. Sin embargo, el extraño sino del Betis hace que el posible momento de resolución judicial no sea el mejor para los intereses del club, que aspira a una reconstrucción sensata de cara a su vuelta a Primera.
Ciertamente tampoco se sabe cuándo es el mejor momento y, al fin y al cabo, el recorrido judicial nada tiene que ver con el deportivo. Lo único real es que el Betis vive en los últimos meses una estabilidad que no conoció en las últimas fechas y se adentra en un incipiente proyecto. Fichajes, salidas, planificación... todo eso queda estos días de alguna manera eclipsado a la espera de una decisión judicial que podría marcar el resto del devenir en verdiblanco.