Porque hay bastantes retoques que hacer en una plantilla que se queda corta para la máxima categoría, pero a la que, paradójicamente, le sobran efectivos. Afortunadamente, todos los que no tienen sitio ya saben que deben buscar equipo, aunque, de momento, ninguno ha encontrado algo más allá de los clásicos ‘cantos de sirena’ que siempre aparecen por estas fechas. En cualquier caso, Macià no está dispuesto que proliferen las clásicas estampas de ‘coloca’, sino que quiere apenas dos jugadores por puesto. Y teniendo en cuenta que casi se busca uno por demarcación, parece claro que se debe estar tan atento a los que entran como a los que salen.
De momento, sólo han hecho las maletas Piccini y Rodas. El primero, cuyo regreso a Heliópolis se llegó a dar por hecho, se sigue alejando lentamente, algo que ya ha hecho de manera definitiva el valenciano, que apenas contó mientras vistió de verdiblanco. Al margen de ellos, hay que encontrar acomodo a una extensa lista de transferibles y a unos cedidos que no han sabido ganarse su sitio a centenares de kilómetros del Benito Villamarín. Ni siquiera Chuli, pese a que se haya convertido en uno de los jugadores más codiciados de Segunda.
Es decir, que por si no fuese ya complicado para la dirección deportiva tener que encontrar refuerzos de calidad que no se vayan de presupuesto, también ha de acometer una renovación profunda del vestuario a la vez, sabiendo que, en muchos casos, recuperar la inversión hecha en su momento será prácticamente imposible. Una oportunidad de oro para que Macià haga honor a su currículum, sacando a relucir esa fama de gran negociador que ya convenció a Van der Vaart para que fuese bético, haciendo lo propio con más futbolistas e, incluso, haciendo ver a otros clubes que lo que necesitan está a su disposición en La Palmera.
Y todo intentando que esta laboriosa tarea esté finiquitada lo antes posible. En el mejor de los casos, para mediados del mes que viene, buscando que Mel tenga a su disposición desde el principio de la pretemporada a la mayoría de futbolistas a los que dirigirá durante el resto del año. Por pedir y soñar, que no quede, aunque la dirección deportiva tendrá que hacer encajes de bolillos para lograrlo.
Porque aunque se ha puesto manos a la obra bien pronto, tiene muchísimo trabajo por delante, tanto buscando cromos nuevos, de los que está pendiente todo el mundo, como para eliminar los que sobran, aquellos de los que se olvida pronto el resto. Por ahora, Macià y los suyos parecen ir más rápido en la obtención de caras nuevas, sabiendo también que deben acelerar y soltar el lastre que hay el vestuario. No en vano, lo que se busca no es redecorar el álbum del año pasado, retocando el diseño y cuatro detallitos más, sino conseguir renovarlo casi por completo.