Porque, pese a que el ascenso llegó con cierta facilidad, sobre todo por un segundo tramo de Liga sencillamente colosal, el equipo se queda corto para afrontar con garantías el reencuentro con la máxima categoría. De hecho, casi se podría decir que habría que apuntalar casi todas las posiciones. Tanto es así que, a excepción de la portería, que parece a buen recaudo con Adán y Dani Giménez, el resto de demarcaciones están a la espera de novedades.
Por ejemplo, el eje central de la zaga, del que ya se ha despedido Rodas y en el que la pareja Bruno-Figueras resulta insuficiente. Entre tanto, los laterales ofrecen dudas. Molinero y Varela, a priori, parecen indiscutibles, si bien el canterano tendrá que volver a probarse durante la pretemporada. También en ella se verá cómo se ha recuperado de su lesión Álex Martínez o si Piccini, por quien apuesta decididamente Macià, acaba teniendo su segunda oportunidad en verdiblanco. Quien no la disfrutará, casi seguro, será un Casado cuyo rendimiento dejó muchísimo que desear.
Igualmente, en la medular se intuye que habrá una pequeña revolución. Para tareas de contención se cuenta únicamente con N’Diaye, al tiempo que a Xavi Torres y Lolo Reyes se les ha abierto la puerta de salida. En la faceta creativa, en cambio, son intocables Ceballos y Portillo, algo que no ocurre con los Matilla (a ver cómo queda su rodilla), Cejudo, Pacheco, Kadir o Vadillo, que tendrán muy difícil continuar. Finalmente, arriba son fijos Rubén Castro, Jorge Molina y Rennella, aunque a buen seguro se buscará otro delantero más para que les pelee el puesto.
Con todo ello, y sabiendo que ningún cedido vestirá de verdiblanco la próxima temporada, la dirección deportiva peina el mercado buscando dos perfiles bien diferenciados. Por un lado, al que corresponde Van der Vaart, compuesto por jugadores de jerarquía, veteranos y sobrados de calidad. Por otro, futbolistas jóvenes, con proyección y muchísima hambre. Y, en ambos casos, con la habilidad negociadora de Macià como principal argumento para convencerles de que lleguen a un Betis que quiere convertir las promesas ambiciosas en realidades a corto plazo.
De momento, la labia del valenciano ya ha convencido a un ‘crack’ como el holandés para que busque en Heliópolis los minutos y la continuidad que le hará falta para ganarse un sitio en la Eurocopa de Francia del año que viene. Obviamente, ya no es el de hace unos años, puesto que si lo fuese un recién ascendido no podría aspirar a ficharle, pero tampoco es menos cierto que, como dice el refrán, ‘quien tuvo retuvo’ y, en este caso, el mediapunta posee calidad a raudales.
A partir de ahora, sólo queda esperar que los siguientes que lleguen sigan la misma dinámica, aportando más ilusión si cabe a un proyecto que debe servir para reverdecer viejos laureles. El baile ha comenzado, que siga o no depende de encontrar a valientes que vengan locos por la música.