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ID:	6575478Para el Betis, la temporada ya se ha acabado. Con el ascenso a Primera ya en el bolsillo, la plantilla afronta los dos últimos encuentros de Liga en chanclas y sin ánimo de romper a sudar, contando los días que quedan para que lleguen las vacaciones. De hecho, ni siquiera quienes deben convencer a Pepe Mel de que podrían ser útiles en la máxima categoría se preocupan por demostrarlo, asumiendo, quizás, que su tiempo en Heliópolis está muy próximo a alcanzar su fecha de caducidad.

Y buena prueba de ello pudo verse el domingo en Tenerife, donde los verdiblancos no jugaron a nada, poniéndole en bandeja la victoria y la consecución del ascenso al conjunto chicharrero. Los menos habituales tuvieron la oportunidad de reivindicarse, pero, lejos de hacerlo, confirmaron por qué no tuvieron minutos durante esta campaña, dejando muy a las claras que la actual plantilla se queda excesivamente corta para plantar cara a los mejores del fútbol nacional.

Por tanto, para lo único que sirvió la visita al Heliodoro Rodríguez López, donde se escaparon el récord de puntos a domicilio (siguen siendo los 40 de la 96/97) y el de victorias en Segunda (contra el Sporting habrá una nueva oportunidad de llegar a las 26), fue para hacer ver a Eduardo Macià que tendrá mucho trabajo por delante en los próximos meses, buscando conformar un equipo de garantías con el que afrontar sin sobresaltos el difícil reto de la permanencia.

Un objetivo para el que se necesitan refuerzos en prácticamente todas las líneas, tanto porque lo que hay no resulta suficiente como porque ni siquiera hay existencias de lo que se requiere. Urge encontrar un mediocentro creativo que libere a Ceballos y Portillo, canalizando las ideas de una ‘sala de máquinas’ a la que le sobra músculo, pero le falta visión de juego. Tampoco estaría mal encontrar extremos rápidos y verticales, capaces de crear peligro por banda, aportándole un plus al ataque. Además, deben llegar laterales para ambos flancos, centrales y delanteros que no sólo estén en disposición de complementar a Rubén Castro y Jorge Molina, sino también de pelearles el puesto.

En definitiva, muchísimas tareas pendientes que la dirección deportiva habrá de ir solventando a lo largo de este verano, evitando que se repitan errores del pasado y confirmar con hechos que el nuevo proyecto bético es tan ilusionante como vaticinan los currículums de sus integrantes. Algo para lo que no cabe otra que adelantarse a los acontecimientos y empezar a trabajar cuanto antes.

Porque mientras los integrantes del vestuario ya están en chanclas y decidiendo dónde pasarán sus vacaciones, en los despachos del Benito Villamarín empiezan tres meses de trabajo a destajo, de exámenes continuos en los que Macià debe hacer honor a su fama de buen estudiante. Un verano de muchos movimientos de entradas y salidas donde la relajación estará prohibida hasta que no se cierre definitivamente el mercado de fichajes. Porque con lo que hay, no es suficiente, lo que obligará a que este año para la dirección deportiva no haya siestas estivales, puesto que el único castillo que hay que construir será teñido de verdiblanco y ladrillo a ladrillo, olvidándose de hacerlo a pie de playa o en el aire.