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ID:	6575477Pocas conclusiones se pueden extraer del partido del Betis en Tenerife. Un mero trámite para los intereses verdiblancos, en una cita ubicada justo una semana después de conseguir el único objetivo de la temporada y con la mente puesta ya en la próxima campaña en Primera. Un encuentro sin tensión competitiva para los de Mel ante un rival que se jugaba la vida.

No significa que el Betis no tenga que defender siempre su honor e intentar vencer, todo lo contrario. Sin embargo, partidos como el de Tenerife tienen una importancia relativa, más si el equipo hace siete días que conquistaba el ascenso. Normalmente, cuando se enfrentan dos equipos y sólo es uno el que se juega algo realmente, vence el que tiene necesidad. Eso sucedió en el Heliodoro Rodríguez López.

Poca intensidad heliopolitana y un once cargado de suplentes. Sólo Bruno, -por aquello que en la plantilla hay tres centrales y uno tenía que repetir-, Rubén Castro -que buscaba seguir agrandando su récord goleador-, y si acaso N'Diaye -no titular indiscutible en la temporada pero sí habitual en los onces más recientes-, se mantenían del teórico once de gala.

Para el resto el partido podía suponer una oportunidad de reivindicarse, algo que no aprovecharon salvo Dani Giménez. El guardameta fue el mejor verdiblanco en Tenerife con paradas de mérito y confirmó sus buenas actuaciones coperas. Su rendimiento reafirmó la teoría de que la portería, con Adán y Dani Giménez, es la única línea del Betis que no necesita refuerzos para el próximo curso en Primera.

Los Picinni, Casado, Héctor Rodas, Lolo Reyes, Kadir, Vadillo o Rennella no reclamaron protagonismo con sus actuaciones. Cierto es que es más difícil hacerlo en un equipo cargado de suplentes y con menos ritmo competitivo. Además, tampoco sería del todo justo valorar el potencial de estos jugadores -cada caso es distinto- por un único partido como el de Tenerife. Las opiniones ya vienen formadas de antes.

Si se elimina el contexto del encuentro, los noventa minutos del Betis en Tenerife fueron realmente malos. Prácticamente no creó oportunidades ni llegó al área canaria. Incluso en la segunda mitad concedió ocasiones para que los pupilos de Raúl Agné hubieran anotado algún gol más. Era evidente lo que se jugaban sobre el terreno de juego uno y otro.

En cualquier caso, el choque no valió más que para romper la racha de diez partidos sin perder que acumulaba el Betis. Los verdiblancos no caían desde el pasado 15 de marzo, cuando lo hicieron en el despropósito de encuentro que disputaron frente al Leganés en el Benito Villamarín. Una racha que contribuyó a que sobraran las dos últimas jornadas ligueras. Un alivio para los corazones de los aficionados.

El próximo domingo queda el último trámite frente al Sporting de Gijón. Más allá del balón en juego, el verdadero partido del Betis se debe estar librando ya en la dirección deportiva del club para configurar una plantilla competitiva y fiable en el retorno a Primera. Lo hace con la ventaja de haber terminado antes que nadie de jugarse los objetivos. Un detalle que debería ayudar.