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ID:	6575427Definitivamente el Betis no tiene término medio. Cuesta entender como el equipo pasó en sólo unas semanas de las exhibiciones ante Valladolid y Las Palmas a perpetrar el auténtico despropósito de partido contra el Leganés. Dos caras de un mismo equipo que, como tantas veces repite su historia con ejemplos, es capaz de lo mejor y de lo peor en apenas días.

Lo del Leganés fue un bochorno. Los madrileños le dieron un baño al Betis de principio a fin. Incluso el 1-3 final se antoja corto después de comprobar las numerosas ocasiones que disfrutaron los visitantes y el fútbol desplegado por unos y otros. Además, la derrota es más sangrante si se tiene en cuenta que los pepineros jugaron 50 minutos con un futbolistas menos por la expulsión de Diamanka.

El partido del Betis no hay por donde cogerlo. Es llamativo, además, que se produjera en la primera semana sin líos extradeportivos y justo después de que pareciera haber encontrado su punto ideal futbolístico, liderato incluido tras muchas jornadas. Mel parecía haber encontrado el esquema y el once ideal. Todo el viento a favor y los verdiblancos se estrellaron.

Puede que el exceso de azúcar de la última semana haya tenido que ver. No anda esta plantilla tan sobrada como para lujos de relajación. Se puede discutir si es el mejor plantel o no de la categoría -argumentos válidos en los dos sentidos-, pero no es tan superior como para poderse pasear por los campos. La fiabilidad del Betis esta temporada siempre ha estado en cuestión y lo del Leganés es un aviso más.

El desastre empezó por el banquillo. Hasta el propio Pepe Mel reconoció sus errores. El Leganés siempre fue superior en el mediocampo con más jugadores y mejor colocados. Un viejo problema verdiblanco esta temporada, aunque nunca como en esta ocasión quedaron tan evidenciadas las vergüenzas futbolísticas de esta línea. No ayudó jugar con Portillo y Pacheco en las bandas.

Igualmente resultó extraño el cambio que hizo Mel a la media hora. No porque diera entrada a Dani Ceballos, sino por retirar a Portillo. El dibujo táctico seguía siendo el mismo y la cuestión era reforzar la medular e intentar tener el balón, algo que pocas veces sucedió. N'Diaye y Lolo Reyes estuvieron especialmente perdidos. Ni construían, lógico por sus cualidades, ni recuperaban que eso sí fue más preocupante.
Tampoco ayudó la defensa. Casado, que no fue ni mucho menos el único culpable, demostró porque juega tan poco. Especialmente desacertado en el primer gol. Flojo Molinero, Jordi Figueras y Bruno ofrecieron sus peores versiones. Si acaso Adán, que pudo hacer más en el primer gol, se entonó luego y evitó que el Leganés agrandara su cuenta.

Arriba Jorge Molina y Rubén Castro no resolvieron con pegada los problemas, como tantas veces hicieron esta campaña. Sí marcó el alcoyano, aunque ya cuando la remontada era más que complicada. El canario también disfrutó de alguna ocasión, pero no terminó de atinar. La noticia esperanzadora fue Vadillo, quien cuando salió se echó el equipo a las espaldas y fue el único argumento ofensivo bético.

Preocupante fue también que, a falta de aptitud colectiva e individual, el equipo ni siquiera apelara a la intensidad para intentar enmendar el ridículo. La derrota y la manera de perder es una advertencia para un Betis que sigue siendo máximo candidato al ascenso, pero que no se puede permitir la más mínima relajación. No es tan superior como darse ese lujos y permitirse errores.