Después de aquello, aún ofrecimos malos síntomas en Albacete y Miranda de Ebro, con muy poco fútbol, apenas ideas y nula ambición, si bien es cierto que supimos imponernos al Girona en casa.
Lo cierto y verdad es que, en las dos últimas semanas, aquella frustración del aficionado parece haber desaparecido de un plumazo. Bueno, de un plumazo no. Nuestro pesimismo se ha tornado ilusión, ánimo y confianza a base de golazos, siete en concreto, los que han encajado Valladolid y Las Palmas en estos dos partidos más recientes.
Pero más allá de los resultados, antes como ahora priman las sensaciones. E igual que hace un mes el equipo transmitía malas vibraciones, con carencias evidentes de compromiso, tensión y actitud, los dos últimos partidos nos envían señales completamente distintas. Un equipo enchufado desde el primer minuto, muy concentrado en defensa, inspirado en ataque y con un evidente espíritu de equipo, como se puede ver en la celebración de cada gol.
Y todo ello a pesar del ruido extradeportivo que ensordece la vida cotidiana del Betis y de los béticos: imputaciones, declaraciones desafortunadas, acoso mediático y todo lo demás. Quizás sea este ambiente enrarecido lo que está provocando un plus de rabia y compromiso en los jugadores. En cualquier caso, y venga de donde venga esa sed de triunfo, bienvenida sea. Lástima que no haya llegado antes y causada sólo por el peso del escudo que llevan bordado en la camiseta. Y ojalá que dure hasta el final de temporada.
Además, estos dos últimos resultados tienen un valor añadido muy importante, el del aviso a navegantes. Señores aspirantes al ascenso, ahora el Betis sí se lo cree, sí sabe qué tiene que hacer y cómo ha de hacerlo. Y los demás, si la cosa no se tuerce, tendrán que pelear por las otras dos plazas, que una ya tiene nombre.
Más allá de la valoración colectiva, hay matices individuales que ratifican el optimismo que me transmite el equipo: la recuperación de Jorge Molina como goleador; la irrupción de Portillo como enganche, sobresaliente en el último pase; la solidez que gana el centro del campo con Lolo y N’Diaye en forma y compenetrados; y el alto nivel que están dando los centrales. Bruno, Rodas y Jordi, el tan criticado Jordi, están últimamente a un nivel más que notable.
Pero, ay!, somos el Betis. Tranquilos que no se me olvida. Y todo el entusiasmo y la confianza que me transmite el juego y el comportamiento del equipo ante Valladolid y Las Palmas no es suficiente para hacerme olvidar nuestra querencia por las cagadas, los despistes y las lipotimias mentales.
Por eso digo que así sí, Betis, así sí. Pero de ninguna otra manera. Con brillantez y buen juego, el que muchos de tus futbolistas tienen en las piernas. Pero también, necesaria e inexcusablemente, con tensión, concentración, compañerismo y sacrificio.
Así sí se sube, Betis. Así sí tendrá nuestro equipo, con Mel a la cabeza, el reconocimiento y el agradecimiento de los béticos. Y tendrá las bases sentadas para un mejor futuro en la categoría que nos corresponde, la única que los béticos nos merecemos. Vamos. ¡Volveremos!
@danielgilperez
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