No en vano, los verdiblancos cayeron del dúo de cabeza tras firmar un mal partido en el estadio de Los Pajaritos, donde no pudieron pasar del empate frente al Numancia.
Porque aunque el equipo dio la talla durante el primer acto, las ideas se le congelaron tras el descanso, cuando apenas inquietaron los dominios de Biel Ribas.
Así, el triunfo del Sporting certificó que los heliopolitanos borraban su nombre de la segunda plaza, aunque manteniendo los mismos puntos que sus rivales directos. El gran problema es el ‘goal average’, que podrá subsanarse a lo largo de los 19 partidos que quedan, aunque la situación que se ha vivido esta semana debe servir de toque de atención para el vestuario. Cada pinchazo penaliza, ya que el resto no se relaja, por lo que sólo sumando de tres en tres se podrá llegar sin problemas a la máxima categoría. Todo lo que no sea eso obliga a depender de otros y hacer muchísimas más cuentas de las estrictamente necesarias.
Sin ir más lejos, el punto de Soria, que eleva a nueve el total de jornadas sin conocer la derrota, no tendrá valor si no sirve de antesala a una victoria contra la Ponferradina. Un rival respecto al que, por otro lado, existe una importante cuenta pendiente, toda vez que en la primera vuelta derrotó a los béticos por un 4-1 que comenzó a poner en tela de juicio de la labor de Julio Velázquez. Ahora, sin el salmantino ya en el banquillo, la obligación de ganar a los bercianos resulta incluso más inexcusable que entonces, puesto que el margen de error se va estrechando y cuantos menos fallos se cometan, mejor.
Y para multiplicar los aciertos no estaría de más que los verdiblancos volviesen a parecerse a sí mismos, algo que para nada hicieron en Los Pajaritos. Allí, al equipo le sobraron nervios y le faltaron ideas para meterle mano a un Numancia que invirtió el orden del refrán para convertir una buena defensa en su mejor ataque. De este modo, los rojillos ahogaron a una medular heliopolitana que no estuvo acertada en las transiciones y que sólo fue capaz de encontrar huecos en las filas rivales mientras Pacheco estuvo sobre el césped.
Con estos mimbres, únicamente cabía encomendarse a la puntería de Rubén Castro, que marcó una de las tres ocasiones que tuvo en el primer acto para rescatar un punto. Luego, por escasez de balones, apenas apareció tras la reanudación, cuando el partido entró en una dinámica aburrida y tediosa que provocó que muchos echasen de menos la siesta e, incluso, acabasen rendidos a sus encantos. Porque más allá de 45 minutos disputados antes del descanso y que no se perdió, poco más se puede rescatar del encuentro.
Sea como fuere, y tras firmar tablas en la vigésimo tercera batalla del curso, la guerra bética continúa. Y las opciones de que el club salga victorioso al final de la contienda, allá por junio, siguen intactas. Cierto es que se ha dado un pequeño paso atrás, pero es algo subsanable. Para ello, todo pasa por volver a la senda del triunfo, la única que va marcando, sin margen de error posible, el camino hacia una Primera división a la que resulta imperativo regresar.