Porque tras derrotar sin problemas al conjunto arlequinado, la escuadra de las trece barras continúa su marcha triunfal, encadenando ocho jornadas consecutivas sin perder (con siete triunfos y un empate) que le colocan a sólo un punto de un liderato que todavía conserva en su poder Las Palmas, pero que, de seguir todo igual, más pronto que tarde se teñirá de verdiblanco.
No en vano, los heliopolitanos por fin hacen honor a su condición de máximo favorito al ascenso y se han acostumbrado a ganar. Así, el pasado sábado apenas tuvieron que pisar un poco el acelerador para sentenciar una contienda que no registró un resultado mayor únicamente porque la puntería de la gente de arriba no estuvo tan afinada como de costumbre. En cualquier caso, se logró el objetivo de sumar tres nuevos puntos, haciendo que este equipo que a mediados de noviembre se iba a la deriva ahora esté en condiciones de superar a su mejor versión reciente, la de aquella campaña 10/11.
Ahora toca pensar en asaltar Los Pajaritos, donde el frío y el Numancia serán los rivales a batir. Sea como fuere, al Betis no le cabe otra que ir a por todas, soñando con otro triunfo que continúe acortando los kilómetros de esta travesía por el ‘desierto’. Es más, para ese duelo debería haber llegado ya ese central que se espera como ‘agua de mayo’ para apuntalar una retaguardia que anda escasa de efectivos, pero que continúa rindiendo a un gran nivel.
Una línea que, como todo el equipo, ha mejorado como de la noche al día en apenas ocho jornadas. De hecho, se ha pasado de estar fuera del ‘play off’ de ascenso y no saber a qué se jugaba a tener un modelo claro, basado en la posesión y acaparar protagonismo sobre el césped, y situarse a las puertas de una primera plaza que empieza a estar a tiro cada fin de semana. Una metamorfosis en toda regla que incluso se ha hecho notar en la grada del Villamarín, que frente al Sabadell presentó su mejor entrada de la temporada.
En definitiva, todo suma en Heliópolis como no lo hacía desde hace muchísimo tiempo. Los futbolistas están cada vez más enchufados, hay un entrenador que sabe lo que quiere y una afición que después de un año lleno de pesadillas por fin tiene licencia para soñar. Con estas premisas, sólo queda que la suerte acompañe y el rumbo no se vuelva a torcer, puesto que el gran problema de esta categoría es que resulta tan larga que por momentos se hace eterna y todo puede cambiar como de la noche al día en apenas un suspiro.
Por ello, el beticismo debe de seguir teniendo claro que se han ganado bastantes batallas y, probablemente, muchas de las más importantes, pero la guerra continúa y así seguirá haciéndolo hasta que las matemáticas dicten sentencia. Y la única manera que existe de conseguir que éstas se muestren de parte de los intereses verdiblancos es lograr que nada cambie, haciendo que cada semana haya tres nuevos puntos brillando en el casillero del equipo.