Cejudo durante el partido en el MolinónAunque todos valen tres puntos, hay triunfos y triunfos.

El que consiguió el Betis en Gijón tiene un tremendo valor para los verdiblancos.

Victoria en el feudo de un rival directo, que no había perdido en toda la temporada y, de paso, con el valor moral que supone levantar un marcador que le era adverso al descanso.

Por si fuera poco, los béticos conocían horas después que el equipo vuelve a estar en posiciones de ascenso tras la derrota del Valladolid.

No es casualidad la racha heliopolitana desde que Julio Velázquez fuera despedido. El Betis, primero con Juan Merino y luego con Pepe Mel, ha sumado 19 de los últimos 21 puntos posibles gracias a seis victorias y un empate. Un dato revelador que evidencia el error de no haber cesado antes al salmantino. En cualquier caso eso es ya pasado y lo importante es que el equipo, ahora sí, está en posiciones del objetivo.

Puntos al margen, el Betis de Mel tiene un sello propio en el campo. Se vio en El Molinón en un partido en el que los verdiblancos ganaron como pudieron perder.

Lo que no fue nunca es un equipo plano y sin vida, hasta en los momentos en los que sufrió más en el campo. Enfrente había un señor rival que demostró porque llevaba 20 partidos sin perder.

Fue un encuentro abierto, tremendamente entretenido para el aficionado neutral, con ocasiones en las dos porterías. Se vio a un Betis más cercano a la propuesta de Mel, dispuesto al intercambio de golpes. Ahí tiene las de ganar en la mayoría de los partidos, porque si algo tiene este conjunto es pegada.

Con todo no deja de ser curioso que el Betis remontara el partido a balón parado, una suerte del juego muy descuidada en los últimos tiempos. Claro que el gol de Bruno no es del todo casualidad. El central toca casi todos los balones a pelota parada en ataque y ya había rozado en varias ocasiones el gol esta temporada. Lo de Xavi Torres fue un tremendo golazo con la zurda, después de un despeje local en un córner.

Esta vez los de Mel no necesitaron que Rubén Castro resolviera. Los dos tantos béticos llegaron en la segunda mitad para levantar un partido que tenía adverso en la primera, tras un tempranero gol de Muñiz. Un fallo de Dani Ceballos, desconocido respecto a otros días y al que luego le pudo pesar el error, desencadenó el 1-0. Ni mucho menos debe condenar al canterano su aciago partido para el futuro, porque en el haber hay mucho más que el debe. Tiene un gran potencial.

Es verdad que los asturianos bien pudieron sentenciar el partido en la primera parte. Los postes lo atestiguan. Sin embargo, el Betis también llegaba arriba y acumuló ocasiones.

Luego en la segunda mitad protagonizó el 'más difícil todavía' y volteó el partido ante un equipo invicto, en su feudo y, además, a balón parado. Casi nada. Ni mucho menos se cerró el choque con el 1-2 y el carrusel de ocasiones siguió en las dos áreas.

El partido sirvió también para el debut de Portillo. El futbolista dejó, en poco más de 20 minutos, detalles de calidad y señales de que puede aportar mucho al juego del equipo. Como interesante fue la actuación de Piccini con sus incansables subidas, la concentración de Bruno o el sentido táctico de Xavi Torres. Jugadores que acaparan menos titulares habitualmente.

Fue un partido y una victoria de Primera la que logró el Betis. Un choque disputado sin vértigo y que sirve para que, por primera vez en la temporada, los verdiblancos enseñen los dientes en la categoría y se puedan considerar candidatos por derecho al ascenso.

Ahora le toca seguir con la regularidad y... que la dirección del club acierte con los aún necesarios refuerzos.

Javier Carbonero