No en vano, los verdiblancos salieron victoriosos de Montilivi gracias al acierto de un Rubén Castro que regresó a una punta de ataque donde no sólo marca la diferencia, sino que a falta de que encajen las piezas en el equipo sigue siendo la única tabla de salvación que permite seguir soñando con el ascenso.
De hecho, sus números lo dejan bastante claro. Lleva cinco de las nueve dianas del equipo, lo que se traduce en un 55 por ciento de los goles. Es más, sin su aportación la escuadra de las trece barras cambiaría sus nueve puntos actuales por únicamente dos que le condenarían a cruzar los dedos y rezar para salir pronto de los ‘bajos fondos’ de la tabla, teniendo sólo por detrás a Racing y Mallorca.
Porque aparte del canario, que ya está a apenas siete ‘chicharros’ de equipararse a Domínguez como máximo realizador histórico del club, el resto del equipo continúa sembrando dudas.
Sobre todo, en la retaguardia, donde Perquis y Figueras siguen mostrando las mismas debilidades de siempre, obligando a Xavi Torres, a quien el físico tampoco le acompaña, a prodigarse más de lo necesario en las ayudas atrás, partiendo al cuadro de Velázquez por la mitad.
Así, la ‘sala de máquinas’ se resintió una vez más, dando señales de vida en contadas ocasiones y de la mano de un Matilla que cuando aparece se nota y da coherencia al juego, pero que no debería ser tan intermitente.
Aparte, hay muchos detalles que pulir en el aspecto táctico, donde no hay un patrón de juego claro. Los béticos comenzaron jugando demasiado estáticos y al voleón, incapaces de conectar entre líneas de otra manera.
Sin presión al rival ni intensidad, sólo la clarividencia de Rubén Castro al lograr el empate sirvió para espolear a sus compañeros, que dieron un paso al frente que trajo consigo el 1-2 y el dominio del juego hasta que, pecando de conservadurismo, recularon y se metieron atrás pasando más apuros de los estrictamente necesarios.
El Girona no tenía nada que perder, lo contrario que este conjunto heliopolitano que sufre de lo lindo cuando tiene el balón su rival, puesto que le da más facilidades de las que éste demanda o necesita para hincarle el diente.
Afortunadamente, esta vez no llegó la sangre al río. ‘RC24’ sacó a relucir su licencia para golear cuando peor pintaban las cosas, firmando un 1-3 que resultó definitivo y, de paso, regaló algo de aire a Julio Velázquez. Además, se confirmaba así la primera remontada de la temporada, emulando lo hecho en el Villamarín en la penúltima jornada del curso pasado (4-3 al Valladolid) y, más aún para muchos, aquel ‘Beñatazo’ en el Pizjuán de mayo de 2012 (1-2 al Sevilla) a partir del cual los heliopolitanos no habían vuelto a voltear un marcador fuera de casa trayéndose los tres puntos como premio.
Sea como fuere, queda muchísimo por hacer. Aunque de momento ha valido con eso, sólo con Rubén Castro no resulta suficiente. El canario está de dulce, empeñado en volver a la elite y pasar a la historia cuanto antes, pero necesita a, al menos, diez compañeros más que den la talla. Y, hasta ahora, las cuentas no salen, ya sea por las carencias de la plantilla, la falta de entendimiento con el míster, la presión de ser el favorito al ascenso, el empuje de los rivales o vaya usted a saber qué.
Lo único que queda claro tras Girona es que, hasta que los demás no estén a la altura del ‘killer’ verdiblanco únicamente queda rezar y cruzar los dedos para que éste no se lesione y siga viendo puerta, porque no cabe ninguna duda de que este Betis todavía en fase de construcción sólo sabe bailar al son que el ‘24’ quiera.
J. Julián Fernández