Es más, la visita del cuadro catalán al Villamarín sirvió para confirmar que a Julio Velázquez, pese a su optimismo en relación a la plantilla, le queda muchísimo trabajo por hacer, ya que aunque los resultados sigan respaldando a su proyecto, éste muestra unas fisuras cada vez más evidentes.
Y la principal sigue estando en la defensa. Perquis y Figueras continúan siendo los mejores atacantes de cualquier rival, puesto que ganarles la espalda resulta demasiado fácil. Contra los gerundenses, sólo la falta de acierto de Querol y el buen hacer de un Dani Giménez que logró que el equipo terminase su primer partido de la temporada sin recibir goles, evitaron males mayores.
No obstante, urge encontrar soluciones para una parcela que lleva con la luz de alarma encendida desde hace mucho, pero sin que nadie haya podido encontrar la manera de apagarla.
Quizás contagiada por los problemas en la retaguardia, que obligan al doble pivote a prodigarse demasiado en las ayudas, la medular tampoco funciona como debiera. Xavi Torres le pone voluntad, pero el físico no le acompaña. Y en una situación parecida está Nono, quien sigue sin tomarle la medida al primer equipo.
Con este panorama, las imprecisiones complican la tarea de liderar las transiciones a Matilla, lo que hace que lleguen a la zona de vanguardia menos balones de los que necesitaría Rennella y, sobre todo, un Rubén Castro al que el equipo necesita no pegado a la banda izquierda, sino cayendo más al centro, en su hábitat natural, el área.
Afortunadamente, no todo es malo. De hecho, el partido de Copa demostró que Kadir viene con hambre y tiene calidad de sobra como para convertirse un hombre fuerte en el equipo. Sin estar ni mucho menos al cien por cien, fue el mejor de los verdiblancos frente al Llagostera, desbordando a su par cada vez que quiso y convirtiéndose en asistente en los dos tantos heliopolitanos.
Además, su polivalencia le permitiría jugar también en el centro, haciendo las veces de mediapunta, su posición fetiche, lo que facilitaría que se descongestionase una parcela ancha donde, de momento, el Betis no sale en exceso del encefalograma plano.
Y lo mejor de todo es que, a pesar de los problemas, el equipo sigue sacando los partidos adelante. Tanto es así que, hasta la fecha, los números respaldan su rendimiento, con un global de tres triunfos (Sabadell, Numancia y Llagostera) y sólo una derrota (Ponferradina).
En cualquier caso, el principal hándicap es que las carencias del nuevo proyecto son conocidas por todos y se ven a la legua, ya que a nadie se le escapa que con presionar un poco y saliendo rápido al contragolpe se le crean muchísimas dificultades a la escuadra de las trece barras, que, para colmo, no sabe digerir los goles en contra.
Solucionar todo eso es tarea de un Velázquez cuya mano, al menos hasta ahora, no se ve sobre un equipo llamado a no pasar apuros y que, no obstante, está convirtiendo cada encuentro en una partida de ruleta rusa.
De momento, la suerte ha acompañado, pero hay que mitigar los defectos y potenciar las virtudes, intentando hacer como sea que el único casquillo de bala que llegue a la sien verdiblanca sea el tiro de Ponferrada.
J. Julián Fernández