Adán y Perquis hablan tras una ocasión de la Ponferradina.No hay que entender de fútbol para comprobar que el Betis es una montaña rusa, que sus dirigentes no dan con la tecla y que la administración judicial no es una excusa para nada, pues se tiene la suficiente experiencia para saber en qué márgenes nos encontramos.

Ya no vale aquello de que mejor ahora que luego, que hay margen para mejorar, que todavía hay tiempo, que no, que el Betis necesita que el plan A, el B y hasta el Z esté pensado, muy pensado, y que no transcienda, que su aplicación sea transparente y que los aficionados no nos veamos en estas tesituras.

No somos balas de cañón, somos carne de cañón.

Nuestro particular via crucis tiene cada vez menos explicación, menos porque ya poco más se le puede pedir al bético. Seguirán dando más, de eso no hay duda, pero parece que el desfonde es sólo de los aficionados, que no encontramos esos golpes encima de la mesa que nos haga parecer que nos hundimos con un capitán a la cabeza. Parece más bien que nos damos tortas por saber si de verdad tenemos un capitán.


Son tres puntos dirían unos, pero parece más bien que son cuatro puñaladas dadas en todo el costado de una afición que ha dado, en este año de segunda, el 150% de lo que ninguna otra afición dará en toda la España futbolística.

Ahora nos queda el globo sonda de semanas en las que se anuncia el cambio profundo en el consejo... ¿Pero no sería más importante saber qué van a hacer que no saber ya que por semanas lo que no van a hacer?

Juan Carlos Pérez