Partidos como el del Numancia no hacen más que corroborar la enorme ventaja de que el canario vista de verdiblanco.
En un partido lleno de dudas, en el que los de Julio Velázquez nunca controlaron el juego y con nervios atrás, volvió a aparecer el 24 bético para resolver con dos goles.
Es evidente que está a otro nivel.
Apareció Rubén Castro en el primer tanto para definir de manera magistral un medido pase de Cejudo.
Sin rastro de nervios cuando se quedó delante del portero soriano, como también estuvo firme y sin titubeos a la hora de lanzar el penalti cuando el resultado estaba aún en el aire.
Cualidades de un delantero superlativo que sigue siendo, un año más, el jugador franquicia del Betis.
Ya en Sabadell, a pesar de no ofrecer su mejor versión, participó de una u otra forma en los tres goles béticos.
Contra el Numancia no sólo marcó por partida doble, sino que fue el único futbolista que cuando conectaba con el balón daba muestras de peligro y de tener las ideas claras. Un ejemplo fue la acción previa al remate de Nono al palo. Una jugada escorada, aparentemente muerta, que el canario convirtió en pase con la zurda.
Rubén Castro fue una de las dos grandes noticias para el Betis. La otra fue el resultado. Los verdiblancos volvieron a ganar, aunque volvieron a sufrir. El pleno de puntos en los dos primeros partidos es la mejor lectura para los de Velázquez.
Para un equipo que viene descendido de Primera y con los tiempos convulsos que vive el Betis, el mejor remedio es no parar de ganar.
Otra cuestión son las sensaciones y las dudas que sigue generando este equipo. Circunstancias del juego que debe resolver, ya que en todos los partidos no puede depender de Rubén Castro y su tremenda pegada para ganar.
Cierto es que el Betis dispuso de ocasiones para haber sufrido menos, pero entre Ribas ‑portero del Numancia- y la falta de acierto llegaron los nervios finales.
Necesita mejorar el control de los partidos. Ya sucedió en Sabadell y volvió a repetirse contra el Numancia.
Llama la atención que un equipo que debe ser poderoso en la categoría como el Betis no domine los encuentros, que no los lleve a su terreno y sea el que marque el ritmo que le interesa. A ratos el juego parece una lotería con problemas en mediocampo.
No funcionó la tripleta Lolo Reyes, Xavi Torres y Matilla. Movían el balón demasiado lento y con imprecisiones en los pases. Mejoró levemente la circulación de balón con Nono, pero también fue inconsistente.
Puede que sea la mezcla de los jugadores, puede que sean sus cualidades futbolísticas o pueda que sea la disposición de Julio Velázquez. El caso es que el Betis tiene ahí un problema por resolver.
El otro gran talón de Aquiles es la defensa. Simples saques de banda de Isidoro se convirtieron en pesadillas para el Betis. De hecho el gol llegó una acción de ese tipo. Lo de los centrales es problema que viene de lejos y que cuesta entender cómo todavía no se ha solucionado con refuerzos.
Aseado en esta ocasión Jordi Figueras, Perquis firmó un partido flojo. El polaco estuvo inseguro y, especialmente, obsesionado en guerras improductivas que bien pudieron costarle la segunda amarilla.
Claro que si lo de los centrales era previsible, lo de portero no y es preocupante. Por segundo partido Adán falló. Pudo hacer más en el gol del Numancia con una salida tardía, que posteriormente repitió en otras jugadas en la segunda parte sin que tuvieran consecuencias negativas.
Defectos de un Betis que mantuvo en vilo a su afición hasta el final para sumar su segunda victoria y encaramarse a lo alto de la clasificación. Cierto es que esos defectos, repetidos en los dos partidos, son más fáciles de solucionar desde la confianza de los triunfos.
En otros casos necesitan de ayudas en forma de fichajes. Mientras, Rubén Castro soluciona los problemas.
Javier Carbonero