De hecho, las matemáticas se muestran tremendamente crueles por Heliópolis, donde, a falta de dos jornadas para que acabe la primera vuelta, apenas se han acumulado diez puntos. Con este balance, la salvación queda a cinco y, mirando ya hasta junio, haría falta hacer una segunda mitad de campeonato casi de Champions, en torno a los 33 puntos que ahora mismo le dan la cuarta plaza al Athletic para no pasar apuros. Cierto es que, visto lo visto, es probable que la permanencia esté finalmente por debajo de los tradicionales 42, pero mejor no quedarse corto en las cuentas para evitar sobresaltos.
Sea como fuere, la situación pinta muy negra por el Villamarín, donde Garrido, sin que haya pasado el mes que reclamó para hacer valoraciones sobre el vestuario, ya pide fichajes a gritos. Mientras, la grada continúa exigiendo responsabilidades, apuntando directamente a los despachos. Y sus ruegos por fin comienzan a ser escuchados. No en vano, Vlada Stosic ha sido cesado como director deportivo, cerrando de este modo una etapa que ha tenido más sombras que luces, muchísimos errores y pocos aciertos.
Un giro en los acontecimientos que muchos llevaban deseando desde hace tiempo y que resulta absolutamente necesario para remontar el vuelo, pero que, a una semana de que se abra el mercado invernal, quizás pueda llegar algo tarde. De hecho, es lógico pensar que, en un club normal y con tantísimas necesidades en su plantilla, las gestiones para hacer incorporaciones hubiesen empezado a hacerse antes de la apertura del plazo. Aunque también es verdad que con esta directiva nada se lleva a cabo siguiendo los ritmos que exige el fútbol profesional.
En cualquier caso, queda la esperanza de que este cambio, a diferencia de lo que ha ocurrido en el banquillo, sí surta efecto, trayendo bajo el brazo incorporaciones que mejoren a un equipo que sigue cuesta abajo y sin frenos. Para ello será indispensable que Bosch se eche mano al bolsillo y no escatime en gastos, puesto que los buenos resultados en su hoja de cálculo casi siempre se traducen en desastres sobre el campo.
Y entre tanto, la plantilla, a la espera de que las bajas y las altas revolucionen el vestuario en las próximas semanas, debe tener como ejemplo a seguir la imagen ofrecida ante el Almería, intentando mejorarla, sobre todo de cara a puerta, para la próxima ‘final’ en Zorrilla. Allí los verdiblancos estrenarán el año frente a un Valladolid que ahora mismo marca la frontera entre el ‘infierno’ y la tranquilidad. Por tanto, para seguir soñando con la permanencia no cabe otra que ganar, haciendo que la visita a tierras castellanas marque un claro punto de inflexión.
Lo mismo debe ocurrir con los cambios en la dirección deportiva, a los que se agarran la afición y el propio consejo de administración para seguir viendo la luz al final del túnel. Al menos, parece que por fin se están tomando medidas para intentar acercarse lo máximo posible a ella. Todo dependerá de que funcionen en una situación donde ya hay poco que perder y sí mucho que ganar. Quizás por este motivo en la planta noble del Villamarín se ha tirado de refranero, haciendo suyo eso de “renovarse o morir”, aunque exista el riesgo de que por tirar de valentía tarde se acabe cayendo en el intento.